Conocer las situaciones que desencadenan estrés o ansiedad en nuestras mascotas resulta vital para preservarlas de sufrir sus consecuencias. Es importante estar atento a cualquier posible manifestación: en muchas ocasiones pecamos de exceso de confianza y atribuimos ciertas conductas al carácter especial del animal.
Atajar la ansiedad o el estrés no solo es necesario, también posible. Pero debemos ser proactivos. El primer paso supone revisar el estilo de vida de nuestro compañero de cuatro patas para localizar el origen más probable. Si no lo encontramos o no conseguimos revertir la situación, tocará pedir ayuda a un profesional, que puede recomendarnos seguir ciertas terapias o recurrir a fármacos.
Estrés y ansiedad, ¿qué son?
Aunque los síntomas puedan ser parecidos y estén estrechamente relacionados, el estrés y la ansiedad no son lo mismo. «El estrés es una respuesta fisiológica que se desencadena en el organismo cuando el cerebro interpreta algo como peligroso o amenazante. La ansiedad, en cambio, es un estado mental caracterizado por inquietud, nerviosismo e inseguridad que provoca alteraciones en el comportamiento», explica Maribel Vila, responsable del área de terapias de la Fundación Affinity y educadora canina.
El estrés y la ansiedad que sienten las mascotas es, en cierta manera, parecido al de las personas. Incluso puede estar provocado por las mismas causas. «La situación de la covid-19 ha hecho que muchos perros desarrollen ‘ansiedad por separación‘, un problema de comportamiento muy importante que presentan algunos animales al quedarse solos en casa. Incluso muestran signos de ansiedad tan solo con perder el contacto visual con sus personas de referencia. El perro no sabe gestionar el estar sin compañía y entra en pánico», apunta Vila.
¿Qué situaciones alteran a las mascotas?
Al preguntar a la especialista cuáles son los factores que desencadenan estrés a los animales, señala estas causas como las más comunes:
- Los ruidos, como los provocados por petardos, el tráfico o las sirenas de los vehículos de emergencia.
- Las relaciones que establece el animal con el humano cuando no son ideales o deseadas.
- La autoridad, si es excesiva o conlleva demasiadas exigencias.
- Un adiestramiento inadecuado.
- El trabajo desmesurado o inapropiado a las capacidades del animal.
- La adaptación que supone aceptar nuevas situaciones (la mudanza a una nueva casa, por ejemplo) o personas (la aparición de una pareja o la llegada de un bebé).
- La frustración provocada por una mala comunicación entre el animal y el humano, que puede conllevar maltrato.
- La privación de las necesidades vitales del animal (la comida, la bebida o el paseo).
- Problemas de comportamiento provocados por una falta de socialización.
- La ansiedad generada ante una separación o por falta de una rutina.
- Una rutina inadecuada por una vida aburrida o estricta.
Tal y como destaca Vila, «en general las circunstancias de vida de los animales es lo que determinará que sufran ansiedad o estrés, no el animal en sí. Los gatos son más sensibles a los cambios y son animales de rutinas; si las alteramos, puede repercutir en su bienestar físico o emocional. Sin embargo, no podríamos decir lo mismo de los perros».
Además, no hay que perder de vista que cada raza tiene sus particularidades y necesidades. «Si no las tenemos en cuenta y no les damos la estimulación necesaria, puede repercutir en conductas de estrés o ansiedad. Por ejemplo, los Border Collie o los Malinois necesitan mucha estimulación física y cognitiva, al ser perros de trabajo. Si no la tienen, aparecerán problemas de conducta. Otro ejemplo son los gatos Bengalíes, que necesitan más estimulación que, por ejemplo, los Persas».
Cómo manifiestan estrés y ansiedad los perros y los gatos
Muchas veces nos cuesta detectar que un animal esté sufriendo estrés o ansiedad. «Acabamos por habituarnos a que un perro siempre esté nervioso o que se persiga la cola sin cesar, y no vemos que eso es el reflejo de un estado interno», cuenta Vila.
🐶 Estos son algunos signos de ansiedad y estrés en los perros:
- Montar a otros perros o a personas, incluso si está castrado.
- Mostrarse irritado, gruñir y enseñar los dientes.
- Ladrar en exceso, aullar y gemir.
- Falta de apetito, no presentar interés por la comida o los premios.
- Estar excesivamente apaciguado.
- Los problemas dermatológicos.
- Pérdida de pelo y caspa (crónica u ocasional).
- Jadeo excesivo.
- Intranquilidad.
- No parar de rascarse o lamerse en exceso.
- Micción o defecación excesiva.
- Falta de concentración.
- Autolesiones.
- Presentar TOC (trastorno obsesivo compulsivo).
- Conducta agresiva.
🐱 En los gatos, las señales de ansiedad y estrés más comunes son estas:
- Hacer sus necesidades fuera de la caja.
- Tener las pupilas dilatadas.
- Presentar el cuerpo rígido y curvado.
- Colocar las orejas plegadas a los lados o hacia abajo.
- Los movimientos de cola excesivos.
- Las vocalizaciones fuera de contexto.
Cómo podemos ayudar a nuestra mascota
Cualquier conducta inusual que tenga el animal que sugiera que padece estrés o ansiedad debe ser atendida de inmediato. Lo primero es revisar su estilo de vida. «Debemos detectar el foco», expone Vila.
- Si se trata de un perro, las preguntas que nos podemos hacer son si sale poco, no hace mucho ejercicio, tiene mucho estrés en casa porque tenemos niños pequeños, el adiestramiento que hacemos es poco adecuado, sufre ansiedad por separación o vive en un lugar muy limitado físicamente.
- En gatos podríamos preguntarnos si tiene poca estimulación ambiental, convive con otro gato con el que no se lleva bien o tiene malas manipulaciones.
Solo dando respuestas a estas respuestas podremos trabajar el malestar del animal. Si no nos vemos capaces, debemos consultar con un especialista para que nos indique qué tratamientos pueden funcionar mejor.
Podemos recurrir a soluciones como la musicoterapia o el doga (la versión del yoga perruna). «Pueden funcionar y, en todo caso, no perjudicarán a nuestros animales. Dejar música a nuestros animales cuando nos marchamos puede ayudarles a sentirse más calmados. Y el doga, posiblemente, les ayude a estar más tranquilos», opina la especialista.
La administración de fármacos también es posible, pero siempre ha de estar supervisada por un veterinario o un etólogo. «Los fármacos no solucionan un problema, pero abren una ventana donde el animal estará más receptivo y calmado para trabajar los aspectos que le afectan. Por ejemplo, si tenemos un perro al que los ruidos le molestan, al estar más calmado podremos trabajar la desensibilización de una manera mejor para el animal», concluye Vila.