Cómo establecer una buena relación con un gato
Según un estudio realizado por la Universidad de Lincoln (EE. U.U) y la Universidad de Nottingham Trent (Reino Unido), la personalidad de los humanos, especialmente en lo que respecta a la inestabilidad emocional, puede tener un impacto en el comportamiento de los felinos. Los resultados de esta investigación revelan que esta relación entre humanos y mininos se asemeja a la que existe entre un padre y un hijo. Independientemente de nuestra posible responsabilidad en el comportamiento de nuestros adorables compañeros peludos, hay algunos trucos que pueden ayudarnos a tener una mejor convivencia con los gatos.
🐈 Predica con el ejemplo y derrocha empatía
La regla de oro de la convivencia con los gatos es sencilla: respetar para ser respetado. Si deseamos ganarnos el aprecio y la atención del minino, es importante evitar comportamientos agresivos. Gritar o castigar al animal está contraindicado, y el maltrato físico o psicológico absolutamente prohibido. La violencia solo genera miedo e ira en el gato.
La mejor manera de educar a estos felinos es siendo constante, lo que requerirá grandes dosis de paciencia. Cuanto más joven sea el gato, más sencillo será inculcarle un modelo de convivencia con el humano. Conviene recordar que en los primeros meses de vida el juego, la curiosidad y las travesuras son una conducta frecuente y normal en los mininos.
🐈 El momento de juego
A los gatos les encanta jugar y son extremadamente curiosos, pues encuentran diversión en casi cualquier cosa. El tiempo de juego supone, por tanto, una oportunidad perfecta para educar al animal en lo que es apropiado y lo que no.
Es importante evitar juegos que impliquen dejar que arañe o muerda nuestras manos, brazos o pies. Si no establecemos límites, el animal entenderá que puede hacer lo que quiera y cuando quiera con nosotros y, en algún momento, nos hará daño.
Los juguetes son la opción perfecta. Hay un montón de posibilidades, desde artículos a la venta en tiendas especializadas a objetos que podemos fabricar nosotros mismos. Fomentar la diversión y el disfrute a través del juego estrechará los vínculos afectivos con el gato.
🐈 Cuidado con cómo le manipulas
No es una buena idea tocar o coger a un gato a nuestro antojo. Son animales bastante independientes que no disfrutan del contacto humano sin haberlo permitido previamente. Intentar agarrar a un minino suele terminar con algún bufido amenazante y, en el peor de los casos, algún arañazo o mordisco.
En ningún caso debemos coger o tirar de la cola a un gato, podemos hacerle daño. Tampoco podemos sujetarle por la piel del cuello, aunque sea un cachorro y hayamos visto a su madre hacerlo para transportarlo de un lugar a otro.
🐈 Respeta sus rutinas
¿Te gustaría que te interrumpieran cuando estás en el baño haciendo tus necesidades? ¿O que te acariciaran mientras estás disfrutando de una taza de café o comiendo una ensalada? ¿Cómo te sentirías si alguien te observara mientras duermes? Seguramente todas estas conductas te resultarían muy molestas. Sí, a un gato también le incomodan.
El momento de usar la caja de arena es algo especial para un gato. Retirarse a su propio rincón y ocuparse de sus necesidades les hace sentir vulnerables e indefensos. Si los observamos o interrumpimos, terminarán buscando otro lugar más íntimo en el hogar para dejarnos el «regalito».
Cuando el gato está comiendo o bebiendo tampoco debemos alterarle. Nos exponemos a que nos indique de manera clara y poco amigable, ya sea con un mordisco o un arañazo, que estamos interfiriendo en su momento.
Asimismo, es importante respetar el tiempo de descanso y sueño del gato, ya que resulta fundamental para su bienestar psicoemocional.
🐈 No coartes sus movimientos ni le mires a los ojos
Aunque te pueda parecer muy entretenido y hasta cómico, interrumpir constantemente el deambular del gato por la casa puede causar mucho estrés al animal y termina asustándolo. Bloquearle el camino provocará que trate de huir a toda costa y que, para evitar encontrarse contigo, solo se mueva cuando tenga la seguridad de que no vas a interceptarle. A la larga provocarás que rechace tu presencia.
Además, evita mirar fijamente a los ojos al minino, por muy fascinante que pueda resultarte. No les gusta que los observen, especialmente cuando no han establecido un vínculo emocional con los humanos. Interpretan las miradas como un desafío y pueden responder con un arañazo, si no cesamos en ese comportamiento.
🐈 Dale tiempo, él marca los ritmos
Un animal no es un juguete, no está en nuestra casa como adorno y a nuestra disposición para interactuar cuando nos apetezca. Los gatos son los dueños y señores de sus propias rutinas, aunque a veces creamos que somos nosotros quienes las controlamos.
Si el minino quiere juego, nos lo hará saber. De la misma manera, nos indicará si necesita caricias o mimos, o si considera que es hora de cepillarse. Nunca debemos intentar agarrar al animal para forzarlo a recibir caricias, obligarlo a jugar o perseguirlo con un cepillo. Si lo hacemos, lo pondremos nervioso y le haremos extremadamente infeliz.
Nuestra personalidad influye en la de nuestro gato
De acuerdo con el estudio llevado a cabo por la Universidad de Lincoln y la Universidad de Nottingham Trent, los humanos con niveles más altos de neuroticismo tienen un impacto negativo en el bienestar de sus gatos. Estas personas tienden a informar con más frecuencia que sus gatos presentan «problemas de comportamiento», exhiben conductas más agresivas, ansiosas/temerosas, muestran signos de enfermedades relacionadas con el estrés y tienen una condición médica continua y sobrepeso.
El informe también evidencia que los rasgos de personalidad de las personas se correlacionan de manera positiva con algunos aspectos del estilo de vida, comportamiento y bienestar del animal. Los gatos que mostraban comportamientos menos ansiosos, agresivos y evasivos estaban influenciados por sus compañeros humanos.
Lauren Finka, coautora del estudio, señala que «muchos propietarios consideran a sus mascotas como miembros de la familia y establecen vínculos sociales estrechos con ellos. Por lo tanto, no es sorprendente que nuestras mascotas puedan verse afectadas por la forma en que interactuamos y cuidamos de ellas, y a su vez, estas interacciones son influenciadas por nuestras diferencias de personalidad».