La calidad de vida de un perro epiléptico depende en buena parte de que se sigan algunas pautas. Entre ellas, destacan cuatro: administrar la medicación apropiada, realizar revisiones médicas cada seis meses, mantener la calma frente a un ataque epiléptico y evitar situaciones de estrés al animal, que puedan ponerle en peligro. Este artículo explica cada una de ellas, cómo la epilepsia en el perro es una enfermedad cada vez más diagnosticada y qué pautas se han de seguir para adoptar a un perro epiléptico con éxito.
1. El perro con epilepsia necesita medicación
El tratamiento de la epilepsia en el perro debe reducir la frecuencia y duración de los ataques
Cada caso de perro epiléptico es distinto. Hay canes que tienen ataques de manera habitual y los hay que los sufren de forma esporádica. Sí es común a todos ellos el hecho de que, con una medicación adecuada, los síntomas de la enfermedad se minimizan, aunque no desaparecen.
El tratamiento para el perro epiléptico es imprescindible para reducir el número de ataques, así como su duración. Un ataque epiléptico dura algo menos de un minuto, pero con la medicación «se puede conseguir que sean más cortos y menos habituales», señala el veterinario Javier Miner.
Los perros epilépticos se tratan en general con un medicamento denominado Fenobarbital, un anticonvulsivo con propiedades sedantes. Es fundamental no pasar por alto las pautas del tratamiento que establezca el médico canino.
2. Revisiones del can epiléptico cada seis meses
Un perro epiléptico necesita realizarse dos análisis de sangre al año
El número y frecuencia de los ataques epilépticos puede variar a lo largo de la vida del animal. Por ello, las revisiones del perro son necesarias.
Miner recomienda realizar al perro con epilepsia un análisis de sangre cada seis meses. Este examen permite controlar los niveles de Fenobarbital. Si la concentración de esta sustancia se dispara, puede dañar el hígado del animal.
3. Mantener la calma frente a un ataque epiléptico en el can
Evitar los nervios cuando un perro sufre un episodio convulsivo es clave para actuar con rapidez. De esta forma, se podrá colocar al can en un lugar donde no se golpee ni se caiga.
A diferencia de lo que ocurre con las personas epilépticas, un perro que sufre esta enfermedad neurológica no corre riesgo de morderse la lengua. Por ello, no es necesario extraerla de la boca. Si se intenta, es posible sufrir un mordisco, ya que el perro no controlará sus movimientos en ese momento.
Un remedio casero durante los ataques epilépticos es administrar valium vía rectal. Con este procedimiento se consigue que el ataque dure menos tiempo. Se deben solicitar al veterinario instrucciones para aplicar este medicamento de manera adecuada.
4. Evitar el estrés para proteger al perro
La separación de su dueño por un viaje, la llegada de otro animal a casa o una mudanza pueden ser situaciones que generen estrés y ansiedad en el perro epiléptico.
Dolors Corredera, veterinaria del Consejo de Colegios Veterinarios de Cataluña, matiza «que hay que evitar exponer al perro epiléptico a situaciones estresantes», ya que estas pueden desencadenar ataques.
Epilepsia en el perro, cada vez más diagnosticada
La epilepsia es una enfermedad que se diagnostica más en la actualidad que hace diez años. La razón es, según Dolors Corredera, que «la población canina que vive en pisos ha aumentado, por lo que es más sencillo que los dueños detecten que su perro ha tenido un ataque». La convivencia es más estrecha y se acude al veterinario cuando se detectan los síntomas de una posible epilepsia.
Aunque no hay datos oficiales sobre la incidencia de esta enfermedad de carácter neurológico en la población canina española, Corredera afirma que afecta al 1% de los animales.
Adoptar a un perro epiléptico implica informarse sobre la enfermedad, estar dispuesto a sufragar los gastos derivados del tratamiento del animal y comprometerse a ofrecerle medicación adecuada que garantice su calidad de vida.
La adopción es una opción solidaria que permite proporcionar un hogar a un perro con escasas posibilidades de encontrar una familia que le quiera como merece. Además, el perro será un amigo que agradecerá con creces los cuidados recibidos.
Los trabajadores del centro de adopción de animales pueden informar sobre el tratamiento que sigue el perro epiléptico que se quiere adoptar. También ofrecerán datos sobre su trayectoria vital, es decir, su edad, carácter y familias con las que ha convivido.
Ese expediente se debe poner en conocimiento del veterinario que realice el seguimiento del can fuera del albergue. Un perro epiléptico necesita revisiones y puede requerir cambios en la medicación si aumenta el número de ataques que sufre.