Los perros son seres vivos con capacidad de sentir y sufrir. Frente a situaciones como el regreso de las vacaciones o cuando llega el otoño se pueden sentir decaídos. Hay que distinguir entre la depresión pasajera, que remitirá en unas semanas de la que tiene un origen físico, relacionado con la actividad hormonal y que es más complicada de tratar.
La manera de detectar si un perro está deprimido es observar si su comportamiento ha cambiado. Si se le nota apático, y sin ganas de comer o jugar puede ser indicio de que está decaído. La depresión afecta a la capacidad del perro de relacionarse con el mundo que le rodea y puede provocar un deterioro físico.
Estos baches pueden ser fruto de un decaimiento pasajero en el perro, que es lo que se denomina depresión estacional. Es decir, el perro se deprime porque algo ha cambiado en su rutina habitual, como puede ser el retorno de unas vacaciones, donde pudo disfrutar de más tiempo de ocio con sus dueños.
Cambio de vivienda
También hay perros que atraviesan un bache cuando se mudan de casa, porque echan de menos el espacio donde han vivido durante años. Estas situaciones se suelen remontar, si no hay más problemas ocultos.
Otra circunstancia que se puede producir es la pérdida de un ser querido, con quien el perro se sentía muy unido, ya sea una persona u otro animal. En estos casos puede haber riesgo de un decaimiento más profundo y cuesta más recuperar la normalidad.
En este sentido, hay historias muy tiernas de perros que velan la tumba de su dueño desaparecido o que esperan durante años el regreso del amigo que se fue, como el caso de un perro japonés llamado Hachiko, que acudió durante años a la estación de tren donde se encontraba con su dueño, aunque este hubiese muerto ya hace años. Sobre esta bonita historia de amistad hay incluso una película: Hachiko: la historia de un perro.
Depresión de involución
Otro tipo de depresión es la llamada de involución se trata de un estado regresivo crónico que se caracteriza por una regresión del comportamiento.
La manera de detectar si un perro está deprimido es observar si su comportamiento ha cambiadoEs decir se pierden conocimientos adquiridos y reaparecen conductas infantiles. Este tipo de depresión afecta a perros de más de 7 años y su principal causa es el envejecimiento cerebral. La suele provocar un cambio importante en la vida del perro, como la llegada a casa de otro congénere o un cambio de vivienda.
Las causas más habituales que desencadenan la depresión en el perro son:
- La falta de espacio y ejercicio. El perro necesita moverse, pasear, correr para estar en forma y ser feliz.
- Demasiada soledad. Es una de las causas más habituales que desencadenan problemas de conducta en los perros. En muchos casos no se tiene en cuenta que se trata de animales sociales, que necesitan no sólo tres paseos al día, sino compartir la vida con su familia y no estar la mayor parte del día en soledad.
- La falta de estímulos. Los perros necesitan jugar, relacionarse con otros congéneres, contacto físico, pasear o perseguir la pelota que le lanzan sus dueños.
- La carencia de afecto. A los perros les gusta recibir caricias, cariño, demostraciones de amor y también poder transmitirlas a su familia humana; con lametones y topetazos.
Más diagnósticos
Cada vez son más los expertos capaces de diagnosticar y tratar la depresión canina, gracias a los estudios realizados en este campo los últimos años. La prevención es la mejor arma para mantener a raya la depresión. Por ello es recomendable alcanzar una correcta calidad de vida para el animal.
El perro, sobre todo en la ciudad, tiene que adaptarse a condiciones que no se ajustan a su naturaleza. Desde el punto de vista genético no está preparado para vivir en un piso, aceptar la correa, o ceñirse a una rutina horaria. Por ello, en la medida de lo posible, hay que procurar que el perro pueda desarrollar su tendencia natural como especie canina; corretear por el campo, relacionarse con otros congéneres y con sus dueños o dar largos paseos, son oportunidades y válvulas de escape que aportarán al perro equilibrio y felicidad.
Si el decaimiento o depresión estacional no se superan, existen medicamentos específicos para tratar la depresión canina, que son muy similares a los que se administra a las personas. Pero lo ideal es prevenir esta enfermedad atendiendo, no sólo las necesidades físicas del perro, sino también sus requerimientos emocionales.
Prestar mucha atención a las necesidades emocionales del perro. Amor, compañía y tiempo son fundamentales para que el animal sea feliz.
Cuidar la calidad de vida del perro. Además de una alimentación adecuada, ofrecerle la posibilidad de dar rienda suelta a sus instintos: corretear en libertad, relacionarse con otros congéneres y con su familia humana o dar largos paseos.
Si se detecta en el perro síntomas como: inapetencia, apatía o decaimiento, consultar al veterinario.