Las gatas, por lo general, dan a luz a sus cachorros sin complicaciones que pongan en riesgo su vida o la de sus cachorros. No obstante, conviene reconocer los síntomas que deben alertar de que algo va mal durante su parto. El tamaño del cachorro es la razón más común: algunas hembras felinas, como las gatas persa, tienen más dificultades en el momento de parir, debido al volumen de la cabeza de sus crías. En este artículo se explica cuáles son esos signos y cómo prevenir problemas durante el parto de las felinas.
Parto de la gata: signos que indican peligro
Las gatas de algunas razas, como las persas, pueden tener más problemas durante el parto de los cachorros, debido al tamaño de la cabeza de las crías
La distocia, dificultad o imposibilidad de los cachorros para atravesar el canal de parto de la gata, es la causa más habitual de complicaciones durante el nacimiento de las camadas de gatos.
El tamaño de la cría es la razón más común de este problema. Además, las hembras felinas de ciertas razas, como la persa, son las que tienen más dificultades a la hora de dar a luz a sus cachorros, debido al volumen grande de su cabeza.
No obstante, hay otros motivos por los que es aconsejable acudir al veterinario con la gata parturienta. Se citan a continuación.
1. Interrupción del nacimiento de los cachorros en el parto de la gata
Cada hembra felina tiene a sus cachorros con intervalos distintos y a su ritmo. «Hay gatas que pueden parir la primera cría y luego tardar dos horas en expulsar al siguiente cachorro», comenta el veterinario Javier Zorriqueta. No obstante, un parón durante el parto de más de cuatro horas, entre el nacimiento de un cachorro y de otro, supone una señal de que hay algún problema.
«Aunque los casos de felinas que no pueden expulsar a sus cachorros por el canal uterino resultan excepcionales -apunta Zorriqueta-, cuando ocurren es probable que la hembra necesite una cesárea» o ayuda por parte del veterinario para extraer a las crías.
2. Parto de la gata: presencia de líquido de color oscuro
La expulsión, después del parto, de un líquido de color marrón con un olor putrefacto puede indicar que hay una infección en el útero o que ha quedado algún cachorro muerto en el interior de la cavidad uterina.
En estos casos, conviene consultar con el veterinario, «sobre todo, cuando la cantidad de ese flujo no disminuye con el paso de los días y se mantiene su aspecto desagradable», matiza Aitor Llamas, veterinario.
3. Fiebre de la gata durante el parto
La hembra felina que tiene fiebre durante el parto de sus cachorros puede padecer algún tipo de infección, por lo que conviene preguntar al veterinario.
«Cuando el nacimiento de los cachorros se alarga durante mucho tiempo, el canal del parto queda expuesto, como una herida abierta, a infecciones que provoquen fiebre», explica María Victoria Acha, veterinaria. Asimismo, cuando se produce un aborto espontáneo de cachorros, puede provocar una infección en el útero.
4. Inactividad de la gata tras el parto de los cachorros
La actitud de la gata durante el parto es un signo que apunta si el nacimiento de las crías va por buen camino. «Una felina que se muestra inactiva, adormilada o decaída puede indicar que está enferma, que siente dolor por problemas como una hemorragia interna o que está agotada, por lo que necesitará ayuda para traer al mundo a su camada», advierte Zorriqueta.
5. Hemorragia durante el parto de la gata, síntoma de alarma
Durante el parto, las gatas -igual que todas las hembras mamíferas- expulsan líquido placentario, que tiene un color rosáceo, lo cual es normal. Sin embargo, cuando pasa a convertirse en sangre abundante (el color es rojo intenso y más denso) o una hemorragia, conviene acudir al veterinario: puede ser síntoma de problemas, como una rotura de útero.
6. La gata no expulsa todos los cachorros de su útero
Conviene realizar una ecografía a la gata embarazada para conocer el número de cachorros que aloja en su útero y evitar que quede alguno muerto sin nacerEl aborto espontáneo de cachorros en el útero de la felina durante la gestación o el parto puede ocurrir y ser motivo de alarma, si el feto se queda alojado en la cavidad uterina, con el consiguiente riesgo de infecciones.
Por ello, «es importante llevar a cabo una radiografía previa al parto de la gata con el fin de tener claro el número de cachorro de la camada», aconseja Zorriqueta. De esta manera, se podrá actuar con rapidez para extraer las crías sin vida y evitar problemas de salud a la madre.
Una gata que llega al parto sana y con un peso adecuado es candidata a tener una camada en buen estado y un parto sin problemas. El exceso de grasa, sin embargo, dificulta la salida fluida de las crías por el canal uterino de la hembra, por lo que conviene que la felina no tenga sobrepeso antes de quedarse preñada, durante la gestación ni en el momento del nacimiento de sus hijos.
No obstante, tampoco es recomendable que la gata preñada tenga poco peso: debe estar sana y mantener los kilos adecuados acordes a su tamaño y edad.
Una de las razas felinas cuyas hembras suelen tener más problemas a la hora de parir es la persa. Los cachorros tienen una cabeza voluminosa y les cuesta salir por el canal del parto, por lo que es más habitual que se precise atención veterinaria.
Una paridera adecuada, con un ambiente relajado, favorece que el nacimiento discurra con normalidad. No es aconsejable que la hembra parturienta esté acompañada de muchas personas, sobre todo si le resultan desconocidas. Evitar los ruidos y procurar un ambiente donde la gata se sienta protegida y tranquila limitará su estrés, que resulta perjudicial para el correcto desarrollo del parto. “Si los dueños de la felina se ponen nerviosos y alterados durante el nacimiento de los cachorros, conviene que no estén presentes para que no le transmitan esa ansiedad a la hembra”, recomienda Llamas.