El peligro de considerar a los perros como personas

La humanización de los perros es un error, que puede acarrear problemas de conducta en el perro, que deriven en dificultades en la convivencia
Por Carolina Pinedo 30 de enero de 2012
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Imagen: Jukka1

Es un error tratar a los perros como si fueran personas. En muchos aspectos, tienen necesidades distintas a las nuestras. Pero, también es cierto, que en otras facetas se parecen más a nosotros de lo que creemos. La postura correcta es ser conscientes de las diferencias y semejanzas con los perros, para poder tolerar, respetar y disfrutar de la convivencia con el perro.

Los perros tienen necesidades y características consustanciales a su especie, la canina. Por ello, es un error humanizarles es decir atribuirles necesidades propias de las personas.

Se tiende a proyectar en el animal reacciones y pensamientos humanos, como por ejemplo, el deseo de venganza
Por ejemplo, un perro no necesita dormir en una cama, ducharse todos los días, o cambiar de menú a diario. Si se malinterpretan las necesidades del perro se pueden generar problemas en la convivencia con él. Se tiende a proyectar en el animal reacciones y pensamientos humanos, como por ejemplo, el deseo de venganza. El perro no entiende qué son y para qué sirven las reglas y normas; obedece o actúa de determinada manera por la costumbre de repetir cierto comportamiento, que es aceptado por el dueño.

Una buena educación del perro es importante y, para lograrlo, hay que tener en cuenta que no piensa como nosotros, y no es un niño. Aprende gracias a su memoria asociativa. Recuerda siempre las consecuencias de sus actos, y aplica esas pautas en situaciones futuras similares. Los tonos de voz son muy importantes a la hora de dirigirse al animal, así como los gestos, que serán captados con gran habilidad por su parte. Es por ello que, sin que lo expresemos, los perros sabrán en cada momento cuál es nuestro estado de ánimo.

Con el tiempo, llegamos a conocer cómo siente y actúa nuestro amigo. Hay que tener paciencia para lograr una buena comunicación y entendimiento con el perro. Ellos son como nosotros en muchos aspectos y, a menudo, superan nuestras expectativas, con su sentido de la amistad y la fidelidad.

Semejanzas con las personas

Los perros son mamíferos sociales y, como tales, se asemejan en muchas cosas a las personas. Por ejemplo, son animales sociales que necesitan el contacto con su grupo, tanto para sobrevivir, como para ser felices.

Otros aspectos comunes con nosotros, que resultan más desconocidos y sorprendentes son, por ejemplo, el gusto por escuchar música. De hecho, los perros tienen una extraordinaria agudeza sensorial, sobre todo en el caso del oído y el olfato. Al igual que las personas, cuando perciben una sensación agradable, como escuchar música, su organismo genera unas sustancias llamadas cortisol y endorfinas, que producen bienestar y relajación. Así que, ¿por qué un perro no va ser capaz de valorar la belleza de la música? De hecho, la terapia musical para personas, también se usa con los animales. Los perros tienen una sensibilidad muy desarrollada y pueden captar el mensaje de las notas musicales, el estado de ánimo de su dueño, el sentido de la amistad, la fidelidad, o una situación de inminente peligro.

Los perros se diferencian de nosotros en su mayor capacidad para aprender a detectar estímulos, que nosotros nunca podremos percibir (sonidos, olores). Por ello, los canes colaboran, con gran habilidad, en tareas de salvamento y rescate. Gracias a su extraordinario desarrollo sensorial, su labor es importante para localizar personas atrapadas o accidentadas.

Estos son sólo algunos ejemplos que demuestran que somos distintos a los perros en muchos aspectos. Es cuestión de ser conscientes de nuestras diferencias y semejanzas para respetarlas y asumirlas. De ello depende una convivencia satisfactoria y sin problemas. Las personas y los perros tenemos muchos aspectos en común que nos acercan y crean inolvidables amistades.

Prevenir problemas de conducta

Los problemas de convivencia suelen deberse, entre otras causas a planteamientos educativos erróneos y al desconocimiento de las necesidades del animal. El comportamiento del perro es el resultado de su herencia genética, de la educación que ha recibido y de las experiencias que vive, sobre todo cuando es un cachorro.

Manuel Lázaro, veterinario, aclara que un animal equilibrado es aquel que tiene un comportamiento acorde a las características de su raza, sexo y naturaleza y puede adaptarse sin problemas a su entorno. De todas las maneras, cada animal tiene su propia personalidad y es un individuo único, pero sí debe haber un comportamiento genérico determinado, para considerar al perro como un animal equilibrado.

Para conocer la personalidad del cachorro existe el llamado test de Campbell . Sirve para averiguar el grado de: dominancia, equilibrio mental, timidez o sociabilidad del perro. Los resultados de este test ayudan a saber cómo orientar la educación del cachorro.

El cachorro y la socialización

El período de socialización del cachorro es fundamental para que sea un perro equilibrado. Abarca de las tres a las doce semanas de vida. Según Manuel Lázaro, veterinario: «es el momento en que el cachorro tiene que aprender más cosas y acostumbrarse a nuevas situaciones, como controlar la agresividad cuando muerde, convivir con otros animales o no tener miedo a los ruidos».

A la hora de educar al perro, es importante tener en cuenta que no piensa como nosotros, y no es un niño
Las situaciones a las que no se acostumbre a esta edad, serán más difíciles de superar cuando sea adulto. Si el cachorro no tiene la suficiente relación con personas y otros perros, puede convertirse en un animal agresivo, tímido e impredecible frente a situaciones novedosas.

Consejos
  • No tratar al perro como si fuera una persona y un niño.

  • Intentar comprender cómo se relaciona el animal y cuáles son sus necesidades.

  • El error de humanizar a los perros puede derivar en graves problemas de convivencia.

  • Ser conscientes de cuáles son nuestras diferencias y semejanzas. El perro puede aprender de sus dueños y viceversa.

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