Una perra embarazada no está enferma y, en general, puede hacer vida normal: pasear, jugar, nadar o correr. Hay ciertas situaciones, sin embargo, que sí entrañan riesgo para su salud y la de sus cachorros. En este artículo se explican cinco aspectos que se deben cuidar: las temperaturas extremas, la necesidad de estar hidratada, la obesidad, evitar el sedentarismo y las actividades físicas peligrosas. Además, se recogen actividades que sí puede realizar una hembra de can gestante, sin riesgo para ella o para sus cachorros.
1. Las temperaturas extremas durante el embarazo de la perra
Tanto el frío como el calor extremos son perjudiciales para cualquier perro y, aún más, para una hembra canina embarazada. El frío extremo puede provocar que enferme y entonces se mostrará inapetente y decaída, lo que se traducirá en una pérdida de apetito en la perra gestante.
La mejor manera de prevenir que la hembra embarazada enferme en invierno es protegerla de las bajas temperaturas. Los cambios bruscos son desaconsejables para la perra gestante, por lo que se debe abrigarla durante sus salidas al exterior en invierno.
El calor extremo del verano es igual de perjudicial que las temperaturas muy bajas. El mortal golpe de calor en el perro es más probable entre determinados segmentos de la población canina, como las hembras embarazadas, los cachorros, los canes que padecen enfermedades del corazón o respiratorias y los canes ancianos.
Las perras preñadas tienen un metabolismo más acelerado de lo habitual. Por ello, durante el verano, es recomendable que dispongan siempre de sombra y agua fresca.
2. La perra debe tener siempre agua fresca
Una hidratación adecuada ayuda a la hembra embarazada a regular su temperatura corporal
La hidratación adecuada ayuda a la hembra embarazada a regular su temperatura corporal. Una perra gestante puede beber toda el agua que necesite. Al igual que el resto de canes, siempre debe tener disponible agua limpia y fresca (más templada que fría).
3. La obesidad es peligrosa durante el embarazo de la perra
La obesidad y el sobrepeso no son nada recomendables para una hembra canina gestante. El exceso de grasa aumenta el riesgo de tener dificultades al expulsar a los cachorros por el canal de parto (distocia).
Según José Capacés, veterinario, «el exceso de grasa abdominal dificulta la contracción de los músculos durante el parto«.
La perra debe tener un peso ajustado a su tamaño, edad y raza antes de comenzar la gestación.
4. El sedentarismo no beneficia a la hembra preñada
El sedentarismo y la obesidad causan problemas durante el parto de la perra
El sedentarismo provoca obesidad y sobrepeso que se traducirá en problemas articulares y cardiorespiratorios. Una perra gestante puede pasear, jugar y correr, a menos que el veterinario indique lo contrario. Es lo que sucede cuando hay riesgo de aborto o de rotura de útero.
Hasta los 45 días de preñez, la perra no estará voluminosa ni se sentirá más torpe o molesta. Los paseos y juegos moderados ayudan a mantener su salud física, a tonificar sus músculos y a mejorar su estado anímico.
5. Evitar actividades físicas peligrosas durante la gestación
Los paseos, juegos, e incluso, carreras moderadas son recomendables para la perra gestante. Pero hay que evitar actividades que entrañen riesgo de accidentes, como el salto de obstáculos y los ejercicios con los que pueda sufrir golpes, sobre todo en la zona abdominal.
Los paseos, aunque sean largos, no implican riesgos de accidentes para la perra y la ayudarán a mantener una forma física adecuada, que jugará a su favor en el momento del parto.
- La perra embarazada se puede bañar con productos específicos para canes que no contengan insecticidas.
El agua debe estar a una temperatura adecuada (unos 39ºC) y el ambiente no debe ser estresante.
El veterinario José Capacés aconseja que el baño no suponga un momento de nerviosismo para la perra. De ser así, es mejor evitarlo, sobre todo durante los últimos días de la gestación (a partir del día 45º).
- Los viajes en coche con perro son una actividad que la hembra preñada puede realizar, sobre todo si los disfruta y no le suponen malestar, mareo o nerviosismo.
Los dueños que conviven con la hembra canina preñada son quienes mejor pueden averiguar, a través de la observación, qué relaja y gusta a la perra, así como lo que, por el contrario, le estresa y sienta mal.