Tu perro la ha tomado últimamente con el sofá. Si cuando vuelves del trabajo abres la puerta de casa temblando y preguntándote qué mueble habrá destrozado tu mascota esta vez, no desesperes. No hay nada que un poco de información, los juguetes apropiados y unos trucos de expertos no puedan resolver. Hemos preguntado al etólogo veterinario Dani Ferreiro cómo actuar y, sobre todo, qué podemos hacer para resolver los mordisqueos no deseados de un can en los muebles. Si estás a punto de echar la toalla, sigue leyendo.
Lo que el perro puede morder (y lo que no)
El motivo que lleva a tu perro a morder los muebles puede resultar muy variado. Aunque lo más normal, explica el etólogo, es que se deba a una conducta exploratoria mal dirigida. «A veces sencillamente hemos olvidado contarle al animal qué puede roer y qué no, por lo que no debe extrañarnos que sus mordisqueos acaben en el sofá», comenta Ferreiro, miembro del Colegio de Veterinarios de Sevilla.
En otras palabras: morder y usar la boca para conocer el mundo es una conducta natural en los canes, intrínseca de la especie. Por eso, debemos esforzarnos en enseñarle que el sofá ni el aparador constituyen los objetos más adecuados para hincar los dientes. Esto implica, eso sí, darle alternativas y accesorios de mordisqueo que sí resulten apropiados para este fin.
Dime lo que come tu perro y te diré qué muerde
Basta con echar un vistazo al cuenco de comida de tu mejor amigo para encontrar el primer culpable de su comportamiento: esas bolitas de pienso no constituyen una oportunidad de satisfacer la mordida. Y es que el tamaño del pienso resulta tan pequeño que el perro puede ingerirlo sin morder y, por tanto, sin apenas usar los dientes.
Aunque el veterinario no aconseja cambiar su menú, sí explica que hay que ofrecer otros alimentos complementarios que, al contrario del pienso, sí permitan al can deleitarse en el feliz arte del mordisqueo. Recuerda incluir en su dieta alimentos mordedores de calidad y seguros, como la cornamenta de ciervo.
El poder de los juguetes
Echemos un ojo ahora a los enseres de tu mascota. Lo más común es tener una cama, correas y arneses para el paseo, cuencos de comida y de agua y algún juguete. Pero si nos paramos en este último elemento, tal vez descubramos otro motivo que lleva al perro a mordisquear tu silla favorita. «Lo normal es encontrar juguetes como pelotas y accesorios con cuerdas resistentes para practicar el tira y afloja, pero rara vez hallo juguetes mordedores apropiados en casa», lamenta Ferreiro.
Entre los juguetes que todo perro necesita, hay uno que no puede faltar si quieres que deje de morder los muebles: el kong. Este accesorio de goma resistente y diferentes tamaños sirve para introducir comida dentro. Un truco: rellénalo con comida húmeda o machaca pollo cocido sin huesos o una lata de sardinas en aceite de oliva sin más aditivos. El misterio de este juguete reside en que invita al can a mordisquearlo y usar la lengua para extraer el alimento. Así, tu amigo estará entretenido durante horas y lo más importante: habrá satisfecho su necesidad natural de morder, por lo que alejas el peligro de que la tome con el sofá.
Aún hay más. Recuerda administrar el resto de los juguetes del perro para evitar la habituación y hacerlos más atractivos. El truco consiste en dejar que siempre tenga tres disponibles y guardar los demás. No hay que olvidarse cada día de rotarlos, es decir, de cambiar uno de los usados por otro del armario. Y, por supuesto, cómpralos buenos; no valen los que adquieres en la tienda de ultramarinos de la esquina.
Cachorros: igual que bebés humanos
La corta edad de tu mascota no hace sino acentuar el comportamiento espontáneo de morder. «Los cachorros tienen la conducta exploratoria aún más potenciada, porque están descubriendo el mundo», aclara el etólogo. Además de aventurarse por la casa e inspeccionar cada centímetro del nuevo entorno con ayuda de su olfato y su boca, hay un añadido: el pequeño can padece dolores durante la dentición e intentará aliviar las molestias mordiendo lo que quede a su alcance.
Por eso, si adoptas un cachorro, además de esconder los cables y demás peligros para proteger al recién llegado a la familia, necesitarás dedicar algo de tiempo a su educación. Y resulta esencial, comenta el experto, prepararle una habitación para que pueda descansar tranquilo y alejado de los muebles más valiosos cuando estamos fuera. «Igual que no dejaríamos a un bebé de cinco meses solo en casa, tampoco deberíamos desatender a un cachorro y dejarle en casa con todos los muebles y peligros a su alcance sin supervisión», advierte. Así que toca organizar una habitación adecuada, con su cama, agua, comida y todos sus juguetes mordedores apropiados. De este modo, tu amigo peludo tendrá más claro qué puede morder y qué no.
Olvida los repelentes milagrosos
Ni Vicks Vaporub, ni restregar un limón, ni otros repelentes que prometen de forma milagrosa alejar a tu mascota del sofá. Ferreiro aconseja olvidarnos de estos productos que, más bien, pueden tener el efecto adverso. «El perro aprenderá que cuando huele dicho producto resulta mejor no acercarse al mueble, pero el aroma se irá evaporando y desaparecerá y, entonces, tu mascota estará deseando volver al mueble para morderlo«, alerta.
En etología este comportamiento se conoce como conducta controlada bajo señal: el can no aprende que el mueble no resulta un objeto apropiado para roer, sino que discrimina cuándo huele mal (y no debe morderlo) y en qué momento recupera su aroma natural y, por tanto, puede volver a hincarle en diente.
La alternativa reside en usar la educación en positivo y mostrarle qué juguetes sí puede morder con total tranquilidad.
El truco del helado
El helado es un placer perruno (y también gatuno). Pero, además, este alimento tan refrescante para el verano, según Ferreiro, ayuda a que tu mascota se olvide de morder los muebles.
La receta. Empapa bien sus bolas de pienso con caldo de pollo -sin cebolla ni ajo ni otros alimentos peligrosos para tu mascota- y, cuando esté blandito, aplasta toda la mezcla e introdúcela en un táper. Antes de cerrar la tapa, añade algunas bolitas más para que queden crocantes. Mételo en el congelador, espera un par de horas y ¡ya tienes listo un helado perruno que tu amigo podrá mordisquear durante horas! ¿Quién mordisquearía el sofá, en lugar de deleitarse con un rico helado?