A veces, las joyas sí resultan ser las mejores amigas, en especial cuando cargan con un recuerdo único: el de un perro o gato querido que ha fallecido. Decenas de miles de personas ya han transformado los restos de sus mascotas en joyas que pueden ponerse y que, al mirarlas, les hacen sentirse más cerca de sus peludos y queridos amigos. Los hay para todos los gustos: desde gente que convierte las cenizas de su felino en gemas preciosas y diamantes artificiales (creados en el laboratorio) hasta quien escoge crear un collar o anillo con el pelo de su can o gato desaparecido.
Esta práctica puede parecer excéntrica, pero va camino de transformarse en tendencia en países como EE.UU., tal y como se lee en The Wall Street Journal. Y las cenizas de perros y gatos no son las únicas que pueden convertirse en collares y anillos preciosos. También algunos pájaros, conejos y hasta caballos fallecidos lucen en los dedos y cuellos de los humanos que les echan de menos.
Joyas con pelo de perros y gatos
Uli, creadora de MiMiga, sabe mucho de esto. Esta alemana amante de los felinos ha unido su pasión por el diseño y los animales en unas piezas muy especiales. Hace por encargo collares y pendientes con el pelo de los gatos y perros. «Como los diamantes son muy caros y las joyas con ceniza me parecen tétricas, pensé que crear joyería con pelo sería una opción diferente y asequible», dice.
Esta diseñadora se sorprendió al saber que, tras la muerte de estas mascotas, mucha gente guarda mechones de pelo como recuerdo. «Mis joyas permiten darles forma y poder llevarlos siempre cerca, no solo como recuerdo visual sino también tangible, ya que están diseñadas de manera personalizada, respetando la historia maravillosa que une a cada persona con su animal», explica Uli. Y da un último consejo para quien esté pensando en crear una pieza: «Siempre es mejor realizar una joya con el animal aún en vida, porque la cantidad y textura del pelo son de mayor calidad para fabricar el diseño deseado».
Perros y gatos en joyas, amigos para siempre
El fallecimiento de canes y felinos es triste y angustioso. Y no solo lo saben quienes han atravesado esta amarga pérdida. También lo dicen los estudios. El 85% de las personas que han perdido a un perro o gato con el que vivían reconoce haber padecido dolor, según una investigación de Family Process, publicación dirigida por científicos y especializada en el estudio de la familia.
Si a este dolor se le une guardar objetos materiales como recuerdo de la mascota para afrontar el duelo, como recomiendan los expertos, es más sencillo de entender por qué miles de personas encuentran en estas joyas y bisutería la solución para llevar esta pérdida. No es para menos. Los especialistas aconsejan conservar objetos materiales que permitan recordar a los amigos, como su collar, su juguete favorito y, por qué no, una joya hecha con sus restos, bien sea ceniza o pelo. De esta forma, cada vistazo a la joya se convierte en una ocasión para recordar al animal amado.
«Perder a un perro o gato puede ser tan complicado como la muerte de un familiar», asegura en Mark Hamilton, joyero de piezas animales. «Y estas piedras son una forma de mantener viva la memoria del can o felino, más cercana que las frías urnas tradicionales», dice Hamilton. Este joyero no es el único que crea piezas con las cenizas de la mascota fallecida. Empresas como Semper Fides, Pet Loss, Pet-Gems, Psyche Cremation Jewelery y Everlasting memories son solo otros ejemplos de una larga lista.
¿Cómo se crean joyas con las cenizas gatos o perros?
Como sucede con los diamantes en la naturaleza, las cenizas de mininos y canes se transforman bajo altas presiones y temperaturas en piedras preciosas. La materia prima es similar en ambos casos: el carbono. Pero mientras que en la naturaleza los diamantes se crean a unas profundidades de 200 kilómetros y necesitan 1.000 millones de años para formarse, en el caso de la joyería animal sintética esto ocurre en el laboratorio.
La joyería de incineración no es barata. Las piedras fabricadas con restos de perros y gatos pueden llegar a valer 200 euros y, si son diamantes, el coste en raras ocasiones baja de los 1.000 euros por pieza.
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