La denominación “potencialmente peligrosas” para ciertas razas de perros puede tener los días contados. Por primera vez desde su regulación en un real decreto-ley, hace casi 20 años, el Gobierno ha admitido que está dispuesto a modificar esta calificación que afecta a ocho razas caninas en España: Pit Bull Terrier, Rottweiler, Dogo Argentino, Staffordshire Bull Terrier, American Staffordshire Terrier, Fila Brasileiro, Tosa Inu y Akita Inu. A estos canes habría que sumar, como mínimo, otras ocho razas que aparecen en diferentes regulaciones autonómicas, así como a los perros mestizos que procedan de su cruce. En total, más de 100.000 animales registrados, aunque podrían ser más. A continuación, te contamos más acerca de esta nueva normativa.
Fue en marzo de 2002 cuando el Ejecutivo decidió que determinados canes debían considerarse “potencialmente peligrosos” en base a ciertas características morfológicas del animal, como la musculatura fuerte, el aspecto poderoso y robusto, la configuración atlética, la agilidad, el vigor y la resistencia o el marcado carácter y gran valor.
La norma, aún vigente, también califica como “potencialmente peligrosos” a aquellos perros que muestren un carácter agresivo o que hayan atacado a personas o a otros animales. Otras razas como Bóxer, Doberman, Presa Canario, Bullmastiff, Dogo de Burdeos, Dogo del Tíbet, Mastín Napolitano y Presa Mallorquín están incluidas en esta misma categoría por las comunidades autónomas.
Perros peligrosos: una ley para poner fin a la discriminación por razas
Aunque todavía se desconoce la fecha para esta posible modificación legislativa, la intención de la Dirección General de Derechos de los Animales es acabar con una ley muy polémica, cuestionada desde el principio por las asociaciones animalistas y por los adiestradores profesionales.
“Por el simple hecho de pertenecer a una raza concreta, un perro no tiene por qué ser peligroso. Generalizar y catalogar a toda una raza como potencialmente peligrosa es injusto, porque no todos los animales son iguales ni tienen las mismas aptitudes”, sostiene el portavoz de la Real Sociedad Canina de España (RSCE), José Miguel Doval.
En ese sentido, son muchos quienes consideran que la actual norma estigmatiza a determinados perros y también a sus dueños, que deben poseer una licencia que se renueva cada cinco años. Para obtenerla, deben superar una prueba de actitud física y psicológica. Además, no todo el mundo puede optar a ella. Los menores de edad y los condenados por determinados delitos graves (homicidio, lesiones y torturas, entre otros) están vetados. Además, la ley establece una serie de obligaciones para manejar a estos animales, que deben llevar bozal en lugares y espacios públicos y estar sujetos con una correa no extensible de menos de dos metros.
La educación y la crianza son claves
Los expertos apuntan que la clave pasa por la educación y la crianza que reciban los animales. Es eso, y no otra cosa, lo que determinará la conducta de estos perros.
Por eso, desde la RSCE recuerdan que no todas las razas caninas son adecuadas para cualquier persona. Hay determinados canes que necesitan más actividad, otros que por sus características físicas requieren mayor control.
“Cada uno debe ser consciente de su estilo de vida, rutina, aficiones, y en torno a eso hacerse con el perro que se adecúe mejor a sus propias condiciones”, apunta José Miguel Doval. Para tomar una decisión acertada, lo mejor es dirigirse a las asociaciones y clubes que trabajen con esas razas como a criadores, porque son ellos quienes mejor van a asesorarnos. “A la hora de adquirir un perro determinado hay que meditar bien la decisión, debemos informarnos bien y ser responsables, no es algo que nos debamos tomar a la ligera”, añade.
De cara a esta nueva legislación que está por llegar, la RSCE propone que se establezcan pruebas de sociabilidad, que acrediten que los perros están en plenas condiciones para convivir sin problemas en un entorno social. Asimismo, sugiere que los propietarios de los animales reciban cursos de formación específicos de la mano de adiestradores y expertos en formación canina. Una fórmula que serviría para asegurarse la posesión de un ejemplar educado que no dé problemas en el futuro.