Cuando se llega a casa, tras una dura jornada de trabajo, y se encuentran las zapatillas destrozadas, las cortinas mordisqueadas, la ropa tirada por el suelo y el perro nervioso y ansioso, estamos ante un problema de comportamiento del animal que, en muchas ocasiones, está provocado de manera inconsciente por los dueños.
Si el perro es un cachorro, hace travesuras. Está en una etapa de su vida en la que explora y experimenta. Mordisquea los objetos para conocer el medio en el que vive.
Hay que premiar su buen comportamiento con elogios y ofrecerle algo de comer que le guste muchoEs un instinto ancestral de supervivencia. La salida de los primeros dientes también influye en esta actitud porque es una forma de aliviar las molestias. A partir del año de edad, esa tendencia a mordisquear todo disminuirá.
La socialización y educación del perro debe empezar lo antes posible para asegurar una convivencia satisfactoria, tanto para los dueños como para el animal. Un correcto proceso de socialización comienza desde que el perro es un cachorro. El contacto con su madre y hermanos hasta las cuatro semanas de edad es fundamental para que aprenda a relacionarse con sus congéneres y a ser tolerante con otros animales.
La importancia de la socialización del perro
Una vez que el perro ya está en casa, el proceso de socialización debe continuar. Tenemos que conseguir que acepte de buen grado la presencia de extraños, tanto de animales como de personas. Es aconsejable que se acostumbre a los ruidos estridentes (aspiradora, tráfico). De hecho, cuando un perro no se acostumbra a este tipo de ruidos, puede desarrollar fobia hacia ellos y tener graves dificultades cuando escucha ruidos como los que ocasionan petardos, fuegos artificiales o motos.
Un cachorro necesita jugar con otros congéneres, salir a la calle y compartir juguetes, como la pelota. Si está acostumbrado a que otros perros vengan de visita a su casa, se tumben en su cama, beban de su plato y se relacionen con sus dueños, habrá mucho camino recorrido para lograr una adecuada socialización del perro.
Problemas de conducta del can
Hay que corregir los malos hábitos. Es un error pensar que se deben al mal carácter, aunque los problemas de conducta pueden estar provocados por un exceso de soledad del animal. Y es que el perro es el animal de compañía más sociable y que más contacto necesita con sus dueños, por lo que se debe procurar que no pase demasiado tiempo solo.
El cachorro también tiene que comenzar a familiarizarse con los momentos de soledad de manera paulatina. El perro debe asumir el tiempo en que sus dueños están ausentes, sin traumas ni ansiedad. Si se le pasea por la mañana y después, la rutina diaria, consiste en que pasa el resto de la mañana solo hasta que regresan sus dueños por la tarde, el perro, si todo va bien, no debe tener problemas de conducta, como destrozar la casa o ladrar a todas horas. Si esto ocurre, deberemos consultar al veterinario, porque puede ser que haya un problema de ansiedad por separación o algún tipo de conducta compulsiva.
Soportar la ausencia de los dueños
El animal tiene que aprender a soportar nuestra ausencia. Un truco para ayudarle a conseguirlo es dejar la radio encendida cuando se sale de casa (las voces aplacarán la sensación de soledad). Cuando está solo, el perro debe tener agua, comida y un juguete propio. Eso sí, hay que procurar que no esté mucho tiempo solo, sobre todo cuando es un cachorro. Si el animal da largos paseos y tiene la oportunidad de dar rienda suelta a su energía, cuando llegue a casa, estará más tranquilo y dormirá más.
Normas básicas para que los perros se comporten bien
La educación comienza con órdenes básicas como el «no», que debe decirse de forma tajante y repetitiva cuando queramos que corrija alguna actitud.
Los perros tienen mucha facilidad para comprender bien nuestros gestos, tono de voz y posturas corporalesSi el perro destroza ciertos objetos de la casa o quiere dormir en la cama, a pesar de que se le ha prohibido, se puede dejar que afiance su dominio sobre objetos que le pertenecen, como un juguete, o su rincón preferido de la casa y enseñarle que el resto está prohibido. Es decir, hay que marcarle unos límites muy claros.
El buen comportamiento del perro hay que premiarlo con elogios y ofrecerle algo de comer que le guste mucho (alguna galleta específica para perros). Pero no hay que abusar de los premios que se comen, porque corremos el riesgo de desequilibrar la dieta del animal.
El castigo físico nunca se debe practicar. Con un «no» rotundo y expresar la desaprobación de forma verbal, o con golpear con un periódico en el suelo, bastará para que el perro entienda bien nuestro enfado. Los perros tienen mucha facilidad para comprender bien nuestros gestos, tono de voz y posturas corporales.
Marcar límites.
No usar, jamás, el castigo físico.
Premiar lo que el perro hace bien, sobre todo, con cariño.
Comenzar la educación desde que es un cachorro.
Tener mucha paciencia y tesón.
Ofrecerle la posibilidad de que desarrolle la suficiente actividad física, como largos paseos.
Prestar especial atención al proceso de socialización del cachorro.