Los actos de un perro y sus consecuencias son responsabilidad de su dueño. Pero los dueños de los canes que cumplen la normativa (llevarles sujetos con correa, entre otros) tienen más posibilidades de resultar absueltos en un juicio, cuando su perro muerda a una persona u otro animal. A continuación se detallan también las excepciones en que la ley exime al dueño del perro de su responsabilidad y qué sucede en el caso de los canes “potencialmente” peligrosos.
El perro muerde a alguien: ¿qué dice la ley?
Una persona camina con su perro por la calle y de improviso el animal se abalanza sobre la persona que tiene al lado. ¿Quién es el culpable?
La responsabilidad por los actos del perro recae por completo en el dueño
Araceli Expósito Zamora, abogada y miembro de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Madrid lo explica: «La responsabilidad recae por completo sobre el dueño del perro, pero existen atenuantes y excepciones al respecto».
El Código Civil español especifica la responsabilidad que atañe a la tenencia de animales: «El poseedor de un animal, o el que se sirve de él, es responsable de los perjuicios que causare, aunque se le escape o extravíe».
Seguros para pagar los daños causados por el can
Las compañías aseguradoras de los perros, cuyos dueños tienen contratada una póliza, se hacen cargo de las posibles indemnizaciones de los perjuicios que pudiera causar el animal.
De esta forma, la víctima de la agresión de un perro percibirá una cantidad estipulada para compensar posibles lesiones físicas o daños morales, así como las consecuencias psicológicas que pudiera acarrear el incidente con el can. Para ello es necesario que podamos acreditar que las mismas han sido como consecuencia del ataque del mismo, a través de los oportunos informes médicos y psicológicos.
Los seguros contratados asumen los costes de la indemnización por el mordisco del can
En cualquier caso, tener al perro asegurado, con la cartilla de vacunación al día, identificado con microchip y llevarlo sujeto con correa por la vía pública, y con bozal, en caso de que el perro pertenezca a las razas consideradas «potencialmente» peligrosas, se convierten en circunstancias atenuantes en caso de la agresión del perro a terceros.
De esta manera, si el perro protagoniza un ataque a otra persona u animal se dirimirán las responsabilidades penales y el caso se tramitará por la vía civil.
Excepciones en que la ley exime al dueño
El Código Civil español menciona en su artículo 1.905, sobre las obligaciones de un dueño con respecto a su perro, la figura del poseedor del animal. Es decir, si el dueño deja en manos de una tercera persona la supervisión y cuidado de su perro, será ella quien tenga que asumir las consecuencias en caso de que el animal atacara a una persona u otro animal.
No obstante, la ley exime de responsabilidades al poseedor de un perro que protagonice una agresión -u otro tipo de daños- en otros dos casos:
1. En caso de fuerza mayor. Es decir, si el perro se escapa porque se ha producido una situación catastrófica, como un incendio o un terremoto, o bien si ha sido robado.
2. Si la culpa es de la víctima de la agresión, por haber hostigado o agredido al perro. Otro supuesto que puede ocurrir, explica Carlos Soliva, abogado experto en derechos de los animales es si el perro atacara a un ladrón, que pretendía robar la casa de sus dueños o entrar en su propiedad privada.
En esta situación «el dueño es, aún, el responsable de los daños derivados de la agresión del perro al ladrón», aclara Soliva. De forma que el propietario del animal tendrá que indemnizar por los daños causados debido al ataque del perro a la persona que accedió de manera ilegal en su propiedad.
Perros de raza «potencialmente» peligrosa
La responsabilidad del propietario de un perro de raza considerada «potencialmente» peligrosa conlleva un mayor número de obligaciones con respecto a su tenencia.
Una de ellas es tener suscrito un seguro con una cobertura que no sea inferior a 120.000 euros, llevar al perro por la vía pública con bozal y con una correa no extensible y de menos de dos metros y tener un certificado de capacidad física y de actitud psicológica.
Además, hay que inscribir al perro en el registro específico de perros de razas «potencialmente peligrosas» del municipio donde reside.
Un perro puede agredir por diversas causas asociadas al ambiente en que se ha educado y criado. Lo más habitual es que un can que ha vivido confinado, atado, encerrado o ha sido maltratado tenga más posibilidades de protagonizar agresiones a personas u otros animales.
La razón, explica Matilde Cubillo, responsable del Centro de Protección Integral de la Comunidad de Madrid, es que son “perros que suelen tener miedo o no están acostumbrados a relacionarse con las personas y otros animales”, por lo que su reacción puede ser, en un momento dado, agresiva.