En los últimos años los animales han ido ganando derechos. Como muestra, el proyecto de ley de protección, derechos y bienestar de los animales, aprobado en fechas recientes, con el que se obligará a los futuros dueños a realizar cursos antes de incorporar una mascota a su vida y se castiga con nuevas sanciones delitos como el abandono o el maltrato animal.
Y además, cada vez les cuidamos más. El gasto en sanidad y nutrición de mascotas alcanzó en nuestro país los 376,16 millones de euros en 2021, una auténtica cifra récord. También los mimamos más, a veces hasta el exceso. Sesiones de peluquería, tratamientos médicos innovadores, resort (más que residencias), ropa y accesorios, chucherías diseñadas para los paladares caninos más exquisitos… El negocio perruno no ha parado de crecer, y solo en 2020 el sector facturó más de 1.000 millones de euros.
¿Estamos humanizando a ciertos animales? ¿Le estamos atribuyendo características y condiciones propias de los seres humanos? En algunas ocasiones sí.
¿Qué es un perro humanizado?
La humanización o antropomorfismo es asignar emociones, características, actitudes e inteligencia típicas del ser humano a los animales. Es la conducta contraria a la cosificación: los canes dejan de estar relegados a un plano inferior y se colocan a un nivel equivalente a una persona.
A un perro humanizado se le restringe expresar las conductas naturales de su especie. No se le permite revolcarse en la hierba, oler a otros animales o escarbar en busca de un tesoro oculto. A cambio, se le obliga a hacer cosas propias de los humanos, como llevar ropa, celebrar fiestas de cumpleaños o hacerse selfies. Además, el comportamiento del can es interpretado desde el prisma emocional humano: los celos, el rencor o la venganza parecen mover sus actos.
¿Es bueno o malo humanizar a un animal?
Visto del lado positivo, el antropomorfismo es una excelente herramienta para potenciar la empatía hacia los animales. Un estudio publicado en la revista ‘Biodiversity and Conservation‘ considera que es muy útil para que las personas den sentido a sus interacciones con el mundo no humano. De acuerdo con este trabajo, elaborar elementos antropomórficos en las especies animales permite interactuar con ellas y adquirir un mayor compromiso hacia la conservación de la biodiversidad.
Pero la humanización animal también tiene un lado negativo. El principal problema es impedir a los animales comportarse como lo que son. Se obvian las necesidades propias de cada especie. Para Àngel Casellas Grau, etólogo y profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), el exceso de humanización genera problemas de comportamiento, «como la ansiedad y algunas formas de agresividad».
Cómo encontrar el punto exacto
La clave es, como en tantas cosas, encontrar el equilibrio adecuado.
✅ Humanizar en positivo
Es proporcionar al perro todo el afecto que necesite, cuidarle y atenderle de manera adecuada. También es compartir con nuestra mascota nuestro día a día: las vacaciones, el ocio o las actividades deportivas se disfrutan mejor en compañía. El que le tratemos como un miembro más de la familia, un hijo o un hermano, no es malo siempre que tengamos en cuenta que somos dos especies diferentes. El amor es un sentimiento universal y amoldable a cada situación.
❌ Humanizar en negativo
Los animales tienen sus propias necesidades, a veces muy distintas a las de las personas. No permitirles socializar con otros congéneres, pensar que precisan sesiones de pedicura o masajes relajantes, colocarles ropas y zapatos, pasearlos en carritos o compartir menú son conductas que recortan su libertad. Seguir estas prácticas acaban frustrando al animal.
Consecuencias de humanizar al perro
Humanizar a un perro —o a cualquier animal en general— puede tener graves consecuencias si nos pasamos de la raya. Estas son las más importantes:
➡️ Agresividad
Los perros humanizados no reconocen la jerarquía de las personas con las que convive. Tampoco respeta a otros animales. El que el dueño se ponga a su misma altura hace difícil corregir ciertas conductas.
➡️ Ansiedad por separación
La dependencia física y emocional con el humano es tan grande que el can no sabe gestionar ausencias del dueño.
➡️ Estrés
La frustración que le provoca no seguir sus instintos y vivir «encadenado» a las rutinas humanas termina generando un estrés crónico en el perro.
➡️ Miedo
La sobreprotección del humano hace que estos animales no se desenvuelvan con soltura en entornos desconocidos o en las interacciones con otros miembros de su especie.
Cómo saber si mi perro está humanizado
Hay ciertas pistas que nos pueden indicar si estamos humanizando en exceso a nuestro perro.
🐕 Vestirle
Ponerle un jersey en invierno o un chubasquero por si llueve no indica un exceso de humanización. Sí lo es disponer de una colección de ropa y accesorios, no salir de casa sin ellas o colocarle zapatos y joyas.
🐕 Pasearle en carrito
Los perros no son bebés y, salvo que lo precisen por recomendación veterinaria, no tienen que salir a la calle en cochecito.
🐕 Compartir plato y mantel
La dieta de un perro es distinta a la de un humano. Darle nuestra comida puede provocarle importantes daños en su salud.
🐕 Enseñarle a usar el WC
Los perros no deben subir a la taza del wáter y hacer sus necesidades dentro: es antinatural y tiene graves consecuencias en su interacción con otros canes.
🐕 Hacerle pet influencer
Crearle un perfil a un perro en una red social, como como Instagram o TikTok, no es sano. El animal no disfruta de las poses o vídeos y tampoco le corresponde hacerlas. El único beneficiado es el humano que, en más ocasiones de las que se piensa, se lucra con este exhibicionismo animal.