¿Por qué el perro tiene siempre (o casi) la nariz mojada? La pregunta parece sencilla, pero la respuesta no lo es tanto para la ciencia. Los lengüetazos, así como la mucosidad, mantienen la humedad del hocico del can y esto le ayuda a refrigerarse. Pero además, el agua hace que el olor llegue antes al cerebro del animal, mientras que le ayuda a capturar mejor los olores. Todo ello colabora para que el sentido del olfato del perro sea miles de veces superior al humano.
La nariz húmeda del perro le ayuda a refrigerarse
El perro mantiene su nariz mojada gracias a unas células que expulsan agua a sus fosas nasales
La mucosidad y los lengüetazos explican que la nariz del perro se muestre casi siempre mojada. «Las secreciones nasales, así como los lamidos, ayudan al perro a mantener la humedad de su trufa», explica la doctora Alice M. Wolf, de la red internacional Veterinary Information Network (VIN). Esta humedad constante no solo tiene la facultad de ayudarle a perder temperatura, sino que además captura muchos olores.
La nariz mojada del perro colabora para que el animal pierda el calor sobrante de su cuerpo, algo que realiza, ante todo, a través de su boca y lengua, gracias al jadeo. Este importante papel ha sido analizado por los científicos C.M. Blatt y C.R. Taylor en su su estudio «Jadeo térmico en perros: la glándula nasal lateral, una fuente de agua para el enfriamiento por evaporación», publicado por la revista científica ‘Science Magazine’.
Estos investigadores afirman que las «dos glándulas nasales laterales proporcionan una gran parte del agua de la nariz del animal». La labor de estos diminutos proveedores de humedad «es esencial para evitar que la mucosa nasal se deseque cuando el perro jadea», señalan Blatt y Taylor. Estas espectaculares células que se alojan en el interior del hocico del animal tienen forma de tubo y drenan agua a las fosas nasales, a través de un conducto que apenas se abre dos centímetros. Esto explica que la trufa del animal permanezca empapada.
El hocico mojado hace que el olor llegue antes al cerebro
Una trufa canina mojada es una señal de salud. Sin embargo, esconde algún secreto más: la mucosidad nasal le ayuda a captar un número mayor de partículas olorosas, por lo que multiplica su ya extraordinaria capacidad olfativa. Esta cualidad explica la importante labor de rescate que desempeñan algunos canes: pueden distinguir el rastro de una persona bajo metros de escombros.
«Hay estudios realizados con resonancias magnéticas que sugieren que la nariz húmeda y fría en los perros está relacionada con su olfato, al facilitar la recepción neuronal hacia el cerebro», apunta el doctor canino Alfredo Pérez Rivero, del Hospital Veterinario Taco, de Santa Cruz de Tenerife.
La humedad del hocico del can consigue que las partículas de olor resbalen en su camino hacia el cerebro
En este sentido, el estudio de las imágenes obtenidas a través de resonancia magnética permitió al doctor Brent Craven, de la Universidad de Pensilvania (EE.UU.), analizar el viaje del aire dentro de las cavidades de la nariz del can. Craven observó cómo, gracias al recubrimiento de mucosa, «en la región olfativa, el flujo es notablemente más suave». La corriente de aire se desplaza mejor.
La investigación de Craven revela, de esta forma, que la humedad de la nariz del perro funciona como un tobogán, al impulsar el paso de las moléculas olorosas hasta el cerebro. Actúa como un trampolín para que centenares de moléculas, imperceptibles al ojo humano, lleguen hasta los receptores de olor y el can las detecte antes que nadie.
La mucosidad del perro captura mejor los olores
La humedad del hocico del animal funciona como pegajosa tela de araña para los olores
La mucosidad nasal, además, actúa como una pegajosa tela de araña en la que millones de diminutas moléculas olorosas quedan pegadas. Es lo que concluye, por su parte, la investigación «El sentido del olfato del perro«, de Julio E. Correa, profesor del departamento de Ciencias Animales de la Universidad de Alabama (EE.UU.).
Las partículas capturadas activan las células nerviosas y producen lo que conocemos como olor. El perro cuenta con millones de receptores olfativos en su hocico, si bien no atrapan todas las sustancias que lo atraviesan. Según la investigación de Correa, la nariz del perro funcionaría más bien como un colador: preselecciona las moléculas que dejará pasar, mientras que otras quedarán retenidas en la pringosa tela de araña de la nariz.
Todos estos mecanismos, en los que la humedad tiene un papel primordial, explican que la capacidad de oler de un perro sea «miles de veces superior a la humana», concluye Correa.
1. Los lengüetazos, así como la mucosidad del perro, mantienen su trufa húmeda.
2. El interior del hocico del can cuenta con unas glándulas que expulsan agua y que evitan que la trufa se reseque durante el jadeo.
3. La nariz mojada del perro facilita la llegada de los olores al cerebro: la mucosa logra que las partículas resbalen a su paso.
4. Cuando la humedad del hocico captura las partículas, se activan unos receptores olfativos: hay millones en el perro.
5. Todos estos mecanismos, en los que la humedad de la nariz es determinante, explican que la capacidad olfativa del can sea miles de veces superior a la humana.