Enseñar a un perro a que venga cuando se le llama es el mejor modo de protegerle, de lograr que no se pierda y de evitarle accidentes. En este aprendizaje, la mirada es la primera herramienta de la que se dispone para educarlo. «Debemos ganarnos la confianza de nuestra mascota y conseguir que nos mire a los ojos cuando le hablamos«, explica Ernest Belchi, educador canino y autor de Capitán Can. También es importante no desesperar, pues estos animales -como las personas- no nacen aprendidos. ¿Más trucos infalibles para enseñar al peludo compañero a que venga cuando se le llama? Usar premios comestibles muy atractivos, comenzar el entrenamiento en casa y ser constantes. Todos ellos, y otros más, se detallan a continuación.
1. Practicar en casa
Los perros -como las personas- necesitan aprender: nadie nace sabiendo. Y para comenzar los entrenamientos, mejor estar en casa. ¿El motivo? Este espacio es menos estimulante para el can, tiene muchas menos distracciones y ruidos que el exterior y, por tanto, es un ambiente más relajado para aprender a venir cuando se le llama. «Para que el perro aprenda a venir cuando le llamamos, hay que trabajar primero en espacios pequeños y con pocos estímulos e introducir, poco a poco, distracciones en espacios más grandes», dice el educador Ricardo Antón, autor de Educando a mi perro.
¿Algunos trucos que se deben recordar? Primero, enseñarle a girarse y mirarle cuando se diga su nombre, no llamarle si se sabe que no vendrá (no tiene que aprender a ignorar la orden) y empezar el trabajo con una correa larga para corregirle si no acude.
2. Usar salchichas de Frankfurt
Los premios comestibles son muy importantes para enseñar al can a venir cuando se le llama. Pero no vale cualquier tipo de estímulo. «Los premios por venir cuando le llamados deben ser muy sabrosos, siempre más atractivos que lo que pueda mover al perro a escaparse o separarse de nuestro lado», comenta Belchi.
¿Cómo acertar? Las salchichas de Frankfurt cortadas en pedazos que el can pueda ingerir sin masticar son un premio estupendo para comenzar el entrenamiento. ¡Un delicioso bocado que hará más difícil que no acuda cuando se le llama! Pero también pueden servir unas deliciosas galletas caseras para perros.
¡Ah! Y los juguetes para canes también valen. Y, aunque todos estos refuerzos deben disminuir poco a poco, utilizarlos de forma esporádica de por vida es una forma de refrescar la motivación del animal para acudir cuando se le llama.
3. Tú eres su mejor regalo
No vale desesperarse. Un paso esencial para que el perro acuda cuando se le llama es haberse ganado antes su confianza. «Hay que crear una relación cercana con el can», afirma Belchi. Antón, de Educando a mi Perro, coincide: «Su mejor recompensa es nuestra atención, por eso hay que felicitarle con caricias y jugar con él cuando venga«.
Resulta poco útil ofrecer un premio hoy y no hacerlo mañana. La constancia es esencial para lograr que el can atienda a la llamada de su dueño y evitar así que se pierda durante el paseo. «Uno de los errores más frecuentes es no obsequiar al perro, ni tan siquiera con una caricia, cuando le llamamos y acude», advierte Belchis.
4. Juego de miradas
¿Y cómo estrechar el vínculo con el can? La mirada es el interruptor que enciende la comunicación con el perro. «Debemos conseguir que nos mire a los ojos cuando nos comunicamos con él», añade Belchi.
¿Cómo se hace? Hay que recordar mirar siempre a los ojos del can cuando se habla con él e incluso trabajar el contacto visual a través del juego. Antón da una idea para conseguirlo: «Podemos dejar su juguete favorito delante de él, sin permitir que lo coja. Al principio solo mirará al juguete, pero acabará por levantar la cabeza y mirarnos a los ojos». Este juego se puede repetir a diario y premiar con caricias y juegos cuando, al fin, el perro fije su mirada en los ojos.
5. Usar su nombre
¿A quién no le gusta que le llamen por su nombre? Pues los canes no son menos. Si se quiere enseñar al perro a que venga, se tiene que pronunciar su nombre de forma clara, aunque nunca con gritos.La petición será más efectiva si se acompaña con gestos que permitan al peludo compañero identificar lo que se espera. Una posibilidad es señalar con el dedo los pies o la posición a la que acudir.
6. No enfadarse
Enfadarse cuando el can no viene es poco saludable y, además, nada productivo. Incluso aunque el perro llegue tarde, tras haberse desgañitado a llamarle, el animal debe obtener siempre una muestra de cariño: a pesar de que sea tarde, al final ha aparecido, y eso es lo que debe asociar de forma positiva.
Además, no hay que volver a casa de inmediato tras lograr que el can acuda al oír su nombre. Es conveniente quedarse un poco más en el parque, jugar con él otro rato y ofrecerle caricias y muestras de cariño.