Gatos y perros también sufren alzhéimer, una degeneración del sistema nervioso central que padecen la mitad de los canes mayores entre 11 y 14 años y una tercera parte de los felinos de esa edad. El síndrome de disfunción cognitiva, o alzhéimer de las mascotas, hace que su cerebro pierda parte de sus funciones (se desorienta más y pierde memoria). Por suerte, hay formas de retrasar esta enfermedad, con mimos humanos, alimentos apropiados y hasta con puzles de comida.
«El cerebro de la mascota con alzhéimer, como ocurre con las personas afectadas por una demencia, involuciona y pierde su funcionalidad», dice Adrián Aguilera, veterinario
El alzhéimer canino o felino, técnicamente llamado síndrome de disfunción cognitiva, es un término que define el conjunto de cambios de conducta detectados en perros y gatos geriátricos consecuencia de un proceso degenerativo de su sistema nervioso central. «El cerebro de la mascota anciana, como ocurre con las personas afectadas por una demencia, comienza a involucionar, a ir hacia atrás, y pierde su funcionalidad», afirma el veterinario Adrián Aguilera.
El riesgo de que el animal sufra esta enfermedad parecida al mal de Alzheimer en personas crece con la edad. Uno de cada cuatro perros mayores de ocho años padece esta demencia. Y afecta a más de la mitad de los canes con 15 años o más (61 %). Estas son las conclusiones de una investigación realizada por la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad Iberoamericana de Ciencias y Tecnología.
Pero el alzhéimer también puede darse en los gatos, cuya esperanza de vida se ha incrementado de forma notable en la última década gracias a los cuidados de sus familias humanas, una mayor atención veterinaria y una mejor alimentación. Un estudio publicado en la revista de la Asociación Americana de Hospitalización Veterinaria afirma que uno de cada tres felinos de entre 11 y 14 años y la mitad de los que han cumplido los 15 años padecen cambios de comportamiento relacionados con el alzhéimer; entre ellos, maullidos excesivos por la noche, desorientación e incluso problemas para usar su váter (el arenero).
¿Cómo envejecen perros y gatos?
La mayor longevidad de la mascota conlleva, al igual que ocurre en los humanos -en España, unas 700.000 personas padecen demencias seniles, según la Sociedad Española de Psiquiatría-, un mayor riesgo para que aparezca el llamado síndrome de disfunción cognitiva. Su esperanza de vida ha aumentado en la última década, de modo que la existencia media de un perro ronda la horquilla entre 14 y 16 años, mientras que la de un gato casero asciende a los 16 e incluso 21 años, que en la escala humana equivaldría a ser un octogenario o nonagenario felino.
Y como ocurre en las personas, cumplir años implica transformaciones notables para la mascota. Una de ellas es, sin duda, el aumento del riesgo de padecer alzhéimer. «Igual que ocurre con su corazón y otros órganos al cumplir años, el cerebro del animal con demencia funciona peor, tiene más problemas para recordar y retener lo que antes aprendía sin dificultad», dice Aguilera.
¿Cómo reconocer el alzhéimer en la mascota?
Los gatos con alzhéimer o demencia pueden llorar o maullar con lamento, en especial durante la noche
Este deterioro provoca cambios de comportamiento que pueden llamar la atención de su familia humana. La mascota anciana demandará más tiempo para dormir, se mostrará más gruñona, menos paciente y buscará más momentos para pasar en soledad y estar tranquila. «Estos cambios de carácter son normales en los perros y gatos mayores, pero pueden agudizarse en la mascota con alzhéimer, que solicita menos interacción con sus humanos y sufre desorientación, con problemas para moverse por donde antes lo hacían normalmente», añade el veterinario.
Un animal con alzhéimer puede llegar a perderse en su propia casa o arañar la puerta de una habitación porque no sabe dónde está. La merma de su memoria explica que, en ocasiones, no reconozca a su humano o que no responda cuando este le llama. Incluso puede tener conductas anormales en él hasta entonces, como realizar sus necesidades en el suelo de la cocina o fuera del arenero, en caso de los felinos.
Los gatos con alzhéimer o demencia pueden llorar o maullar con lamento, en especial durante la noche. Puede ocurrir que no siempre pueda reconocer a su querido humano. Y hasta puede perder su interés por el acicalamiento, una actividad a la que un felino sano dedica una tercera parte de la jornada.
La mascota estará más gruñona y molesta de lo habitual. Y es habitual que pierda su apetito e interés por la comida. Unas señales que son motivo urgente de visita veterinaria.
Alimentos y juegos retrasan el alzhéimer
Los expertos recuerdan que una dieta equilibrada de alta calidad a lo largo de todas sus etapas de vida es una de las claves para prevenir o retrasar la aparición de la demencia senil. Además, la estimulación mental del animal con puzles de comida y juego frecuente son herramientas fundamentales para ralentizar la aparición de las enfermedades degenerativas relacionadas con su edad.
Y como ocurre en los humanos, contar con la compañía de otros animales amigos será una ayuda, siempre que no lleguen en este momento -pregunte al etólogo-, ya que un animal anciano acepta peor los cambios. También se beneficiará de disfrutar del tiempo y atenciones de sus humanos, sus amigos de dos piernas. Las dos son amistades peludas y humanas que potencian las emociones positivas y previenen -o ayudan a afrontar cuando aparece- el alzhéimer de la mascota.
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