El perro, como las personas, tiene un centro de placer en el cerebro, que le proporciona sensaciones agradables (como el amor). Además, el can también segrega una hormona llamada oxitocina, relacionada con la felicidad y los circuitos amorosos en los humanos. Pero, ¿es capaz de sentir amor un perro? Los científicos no logran ponerse de acuerdo.
El amor, ¿es cosa de perros?
El perro, como las personas, tiene un centro de placer en el cerebro. Es decir, un interruptor natural que le permite sentirse feliz cuando su cuerpo segrega una hormona llamada dopamina.Perros y humanos compartimos parte que la química que explica el amor
Además, canes y humanos compartimos parte de la llamada química del amor: las dos especies segregamos oxitocina, una sustancia que afecta al circuito del placer cerebral y favorece el enamoramiento.
¿Es posible, entonces, decir que el perro ama? Casi nadie duda que el can tiene sentimientos fuertes. Pero cuando se trata de determinar si es amor, los científicos no se ponen de acuerdo.
Sentimientos o enamoramiento en el can
¿El perro ama o solo quiere algo de nosotros? Según el científico y veterinario Fred Metzger, de la Universidad de Pensilvania, «los canes no sienten el amor de la misma forma que lo hace un humano».Metzger se posiciona del bando de los escépticos amorosos caninos. Es decir, opina que los perros ofrecen sentimientos y cariño a los humanos solo porque con ello pueden obtener una recompensa.
«Tras las monerías y trucos del perro suele haber muestras de afecto, caricias e incluso premios comestibles por parte del dueño», dice este investigador. «El can relaciona pronto que cuanto más afecto logra despertar mayor será su compensación», añade.
Metzger incluso duda de que la famosa fidelidad del perro hacia su dueño sea desinteresada. «Creo que si dejamos al perro una temporada en casa de unos vecinos, y estos le ofrecen las mismas recompensas, el perro pronto les querrá tanto como a sus dueños», remacha el investigador.
Amor y lametazos entre perros y humanos
A pesar de las afirmaciones de Metzger, quienes han convivido con un perro tendrán pocas dudas de los intensos sentimientos que el amigo peludo ofrece a diario.Todos los propietarios de canes han experimentado la efusividad con la que el animal les recibe tras una ausencia más o menos prolongada. Antes semejante muestra de afecto canino, no es extraño sentirse una persona afortunada, y muy querida.
Tampoco todos los científicos comparten la visión de amor interesado del perro de Metzger. Un estudio publicado en la revista ‘Journal of Comparative Psychology’ concluye que el can quiere y siente un afecto real por los humanos.El can quiere a las personas más que a otros animales
Además, este apego es mayor del que son capaces de sentir hacia otros congéneres. «El amor del perro hacia las personas que le cuidan es incluso más intenso que los sentimientos hacia sus propios hermanos y compañeros de la camada», concluye el equipo de investigadores encabezado por el neurólogo Michael Hennessey.
Además, el amor tiene muchas formas. Y el can demuestra su afecto hacia las personas que les cuidan de muchos y, en ocasiones, húmedos modos. El característico lametazo en la cara del perro a sus dueños es uno de ellos: un mojado beso (sin carga sexual) que le vale al can para mostrar su cariño.
La hormona del amor en los perros
La oxitocina es una hormona relacionada con el placer, que perros y personas comparten. Este químico desencadena circuitos cerebrales que se relacionan con las sensaciones agradables.
Y podría explicar los fuertes sentimientos de apego que el perro es capaz de sentir hacia las personas.
El animal segrega este químico amoroso cuando está cerca de una persona querida. De hecho, una investigación guiada por la psicóloga Andrea Beetz concluye que, al cabo de diez minutos de contacto, perros y personas experimentan un incremento similar de sus niveles de oxitocina en la sangre.
La parecida presencia de este interruptor amoroso en humanos y canes podría ser una consecuencia normal del carácter cada vez más social y humanizado del perro, apunta la científica.
La doctora sueca Kerstin Uvnäs Moberg también ha estudiado en profundidad los efectos de esta hormona amorosa en las relaciones sociales. La oxitocina, dice Uvnäs Moberg , «fortalece el apego y las emociones, mientras que reduce la sensación de estrés».
Definir los sentimientos es complicado. Lo es cuando se trata de afectos humanos, y también cuando los canes entran en juego. Pero, a juzgar por estos resultados, perros y humanos podríamos ser más similares de lo que en ocasiones creemos. Al menos, en cuanto a amor se refiere.