Nuestra rutina de belleza puede tener un impacto negativo sobre el planeta. Y, según los estudios, cada vez somos más conscientes de ello. Resulta que el cuidado del medio ambiente se impone como la razón principal por la que el 62 % de los consumidores eligen productos de cosmética natural, como reconoce una investigación realizada por la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética. Pero existen otros pequeños gestos capaces de hacer tu cuidado personal más amable con el entorno. Conócelos.
1. ¿Y si tu exfoliante no dañara el océano?
Esas microesferas o gránulos que contiene tu exfoliante preferido puede que resulten una gozada para tu piel y muy efectivos para eliminar las células muertas. Pero no lo son cuando acaban en el estómago de los animales marinos. Según la asociación Cosmetics Europe, un envase de exfoliante de 150 mililitros puede contener entre 130.000 y 2,8 millones de estas microesferas de plástico.
Aunque la industria subraya que la aportación de los cosméticos a la presencia de partículas plásticas en los océanos es baja, y que estos gránulos cada vez se usan menos, el problema radica en que su composición incluye plásticos polietilenos -como el polyethylene, polypropylene y polimetacrilato de metilo, entre otros- accesibles a las especies marinas e incluso al fitoplancton.
Las microesferas resultan lo suficientemente pequeñas como para colarse por el desagüe del baño mientras nos lavamos la cara para retirar el limpiador, lo que implica que estos plásticos terminan en lagos y océanos. La alternativa: buscar exfoliantes más naturales, como los productos elaborados con semillas, cáscaras de nuez, arena fina o granos de café, entre otras opciones.
2. Evita las duchas largas que derrochan agua
Cantar en la ducha constituye un placer para muchos. Pero si te encuentras entre ellos, recorta el recital. El planeta lo agradecerá. Por desgracia, cuanto más alargues tu estancia bajo el grifo, mayor cantidad de este recurso derrocharás.
El desperdicio de agua constituye un problema ambiental de primer orden, porque favorece su escasez y el fallecimiento de miles de especies animales.
3. No tires los envases viejos a la basura
Desde tubos de plástico hasta frascos de cristal, los cosméticos llegan a casa dentro de envases y paquetes de todo tipo que merecen una segunda vida. Pero para ello necesitan que los recicles. No obstante, Ecoembes nos da un aprobado en esta tarea: según sus datos, ya reciclamos el 98 % de los envases cosméticos. Una labor importante ya que, de otro modo, acabarían en los vertederos.
4. El paquete más eco
El diseño de los productos determina que un envase resulte más sencillo -o más complicado- de incorporar al sistema de reciclaje con éxito. Para proteger el medio ambiente, «hay que buscar envases más ligeros y que contengan el menor número posible de materiales diversos en tapa, frasco y resto de componentes«, dice Óscar Mateo, director de Conocimiento de la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa). La clave, explica, reside en la sencillez: cuanto más simples y menos compuestos haya en el envase, más fáciles son de reciclar y mejor resultan para el medio ambiente.
5. Busca frascos biodegradables
Existen alternativas más ecológicas que el plástico para reducir el impacto de nuestra rutina de belleza sobre el planeta. Por suerte, cada vez surgen ideas más diversas, creativas y también más ubicuas. «Podemos escoger envases de cartón y frascos fabricados con tejidos vegetales biodegradables«, señala Mateo. Incluso hay materiales que simulan el caucho o el látex pero creados con compuestos más fáciles de desintegrar.
6. Tus cuchillas de afeitar no van al contenedor amarillo
Las maquinillas y cuchillas de afeitar desechables disfrutan de una vida útil corta, en torno a las tres semanas. Y para una sola persona, esto resulta una cantidad notable de basura. Los estudios realizados sobre la materia calculan que usamos 52 cuchillas desechables en un año, lo que se traduce en 2.000 millones de cuchillas de afeitar desechadas al año en todo el mundo que, si no acaban en la cadena de recuperación de residuos, engordan la montaña de basura plástica de los vertederos.
7. La pastilla de jabón contamina menos que el gel
El jabón de la abuela, ese en forma de pastilla, poco a poco ha caído en desuso. ¿El culpable? El gel de ducha. Entendemos que resulta fácil de utilizar -basta con volcar un poco en una esponja y restregar-, pero en realidad causa un mayor daño en el medio ambiente.
Según un estudio, el gel de ducha provoca una huella ecológica un 25 % superior a la de la tradicional barra de jabón, debido a que precisa mayor cantidad de energía durante su producción, además de un envasado que implica más plástico. Pero hay más: la posibilidad de emplear más producto durante la ducha también aumenta respecto a la pastilla, por lo que si escoges el formato sólido, no solo cuidarás el planeta, también estarás cuidando tu bolsillo.
8. ¿Lavarte el pelo cada día? Esto daña tus rizos y el planeta
Primero: si le cuentas a tu peluquero que te lavas el pelo cada día, ten por seguro que se enfadará contigo. Buena parte del secreto de un cabello sano reside en el mantenimiento de sus aceites naturales, y estos no se llevan bien con un exceso de enjabonado.
Pero lavar la melena a diario no solo te aleja de lucir un pelazo envidiable. Este gesto aumenta el tiempo que pasas en la ducha, por lo que derrochas más agua potable.
La pauta: reduce el tiempo bajo la alcachofa. Harás un favor al planeta y a tu cabello.
9. Si te limpias los oídos con bastoncillos, aumentas el problema de la basura
Los bastoncillos de plástico de un solo uso tienen los días contados, ya que estarán prohibidos a partir de 2021, al menos en Europa. Estos productos de belleza diaria no solo implican un problema desde el punto de vista de los residuos. Además, algunas especies marinas los ingieren, lo que les causa heridas graves.
La opción ecológica consiste en utilizar accesorios duraderos o echar mano de la toalla.
10. Cepillos de dientes que no se degradan
Cada vez que tiras un viejo cepillo de dientes a la basura -algo que los dentistas aconsejan que hagamos cada tres meses- este acaba en vertederos o en el océano. En uno u otro caso, le costará centenares de años descomponerse, con el consecuente perjuicio para el planeta. La buena noticia está en que las alternativas a los cepillos de plástico de usar y tirar existen. Y la más extendida seguramente sea su sustituto de bambú, un material más degradable que desaparece en unos seis meses.
Ya sea en forma de cambios en la rutina o cuestión de revisar mejor lo que metemos en el neceser, estas ideas confirman que belleza y ecología han dejado de ser una pareja irreconciliable.