El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Convención sobre Especies Migratorias de la ONU han declarado 2007 «Año del Delfín«. De esta manera, sus responsables quieren concienciar a los ciudadanos de todo el mundo sobre los riesgos medioambientales que corren estos animales.
Entre 15.000 y 20.000 delfines mueren cada año en el Mediterráneo y Atlántico por la pesca destructiva o no selectivaSegún el PNUMA, más del 70% de los delfines pueden llegar a morir atrapados por ciertas artes y aparejos de pesca destructivos o no selectivos. Greenpeace calcula entre 15.000 y 20.000 el número de delfines capturados cada año en el Mediterráneo y Atlántico. Aunque la Unión Europea ha prohibido las más destructivas, en otros mares del mundo se siguen utilizando. Asimismo, ciertas artes no selectivas permitidas hacen estragos en estos mamíferos.
La contaminación, ya sea química o acústica, es otro de sus grandes enemigos. Los mares reciben el vertido de diversas sustancias nocivas para el medio ambiente y la salud, como los compuestos orgánicos persistentes (COPs). Al concentrarse a lo largo de la cadena alimenticia, acrecientan su toxicidad en los seres vivos superiores, como los delfines y los humanos. A este respecto, un estudio de la Universidad nipona de Hokkaido detectó cantidades de COPs superiores a las permitidas en la carne de delfín consumida en Japón.
Por su parte, el intenso tráfico marino o los aparatos de ultrasonido de los barcos repercuten en su fino sentido del oído y su sistema de ecolocalización, vitales para comunicarse, orientarse y alcanzar sus presas, sobre todo peces y calamares.
Asimismo, los ecologistas también destacan las epidemias, la falta de control del turismo de avistamiento, o el impacto ambiental de las infraestructuras. La construcción en China de la presa de las Tres Gargantas, en el río Yangtsé, podría haber acabado con el delfín de aleta blanca o «baiji», un ser con 25 millones de años de existencia. Una reciente expedición de expertos internacionales así parece confirmarlo. No obstante, estos especialistas han reconocido no haber llegado hasta las zonas más profundas, y algunos habitantes afirman haber visto algún ejemplar.
En este sentido, la Sociedad Zoológica de Londres ha lanzado un programa para evitar la extinción de las 10 especies animales más raras del planeta, entre las que se encuentra el delfín del río Yangtsé.
Delfines: rápidos, sociables e ¿inteligentes?
La familia delphinidae está compuesta por 33 especies y 4 subespecies, de las que el delfín mular o nariz de botella (Tursiops truncatus) es el más común y conocido, especialmente por su amaestramiento en acuarios. En 2005 fue encontrada una nueva especie en aguas de la Gran Barrera de Coral, al noreste de Australia. Sus descubridores la bautizaron con el nombre de «Snubfin», por su nariz chata y su marcada aleta dorsal. La última vez que se descubrió una nueva especie de delfín fue en 1956: «Orcaella heinsohni», en honor al especialista que la examinó, George Heinsohn. Asimismo, los científicos han encontrado diversos delfines híbridos de dos especies, como uno mezcla de Risso y nariz de botella.
En la actualidad, todavía se pueden encontrar delfines en todos los océanos del mundo. Al igual que las ballenas, respiran a través de un orificio encima de la cabeza, el espiráculo. Carecen de sentido del olfato, pero su vista y oído son muy agudos, y gracias a su forma hidrodinámica pueden alcanzar hasta 40 km/h de velocidad. Algunas especies, como el mular, viven en aguas abiertas, mientras que otras habitan aguas dulces y estuarios de América del Sur y Asia. Por ejemplo, el boto ha conseguido remontar 2.000 km. del río Amazonas.
Gracias a su naturaleza sociable y comunicativa, los delfines ayudan a los seres humanos de diversas maneras. La «delfinoterapia» se está utilizando para tratar a niños con discapacidades psíquicas y sensoriales, así como personas en rehabilitación de adicciones. Asimismo, también se emplean para localizar minas o para el rescate de personas.
Los científicos siguen descubriendo aspectos sorprendentes de estos animales. Investigadores de la Universidad escocesa de St Andrews revelaron que los delfines de hocico de botella se reconocen entre ellos mediante silbidos que podrían considerarse nombres propios. En cuanto a las acrobacias que realizan, no se sabe muy bien su objetivo, aunque algunos expertos apuntan a una forma de localizar presas, evitar parásitos o simplemente por diversión.
Los experimentos con delfines en cautividad han mostrados que son capaces de aprender, realizar tareas complejas y vocalizar sonidos similares a palabras. Algunos investigadores han sugerido que por ello podrían ser capaces de aprender un lenguaje y comunicarse con los seres humanos, aunque no se ha podido demostrar.
Por otra parte, la supuesta inteligencia superior de estos animales ha sido puesta recientemente en cuestión. Paul Manger, un neuroetólogo de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo, Sudáfrica, ha afirmado que el gran cerebro de estos mamíferos sólo les sirve para protegerse del frío, lo que les ubicaría en un nivel inferior incluso al de ratas de laboratorio o peces de colores. Manger es el mismo investigador que sugirió en 2005 que los Hemisferios terrestres afectan la dirección en la cual los cetáceos hacen círculos mientras duermen.
Las aguas españolas del Mediterráneo y el Atlántico son frecuentadas por delfines mular, listado y común, y en ocasiones por otras especies más al norte, como el delfín de flancos blancos y el de hocico blanco, mientras que en aguas de Canarias puede observarse al delfín de Fraser, al delfín hilador y al delfín de dientes rugosos.
Según la organización conservacionista Oceana, la Península Ibérica se encuentra en una zona estratégica para estas especies. Por ello, según sus responsables, sería necesario decretar áreas especiales de conservación, como el Estrecho de Gibraltar, el mar de Liguria, el Golfo de León o el mar de Alborán.