Practicar deporte en espacios naturales está cada vez más de moda, como lo demuestran las numerosas competiciones y pruebas que tienen lugar en cualquier región española. Estar en forma no es incompatible con el cuidado del entorno, como señalan en este artículo los consejos de varios expertos para reducir el impacto ambiental de hacer ejercicio físico en espacios naturales.
1. No generar residuos ni molestar
Estar en forma no es incompatible con el cuidado del entornoLa Oficina Técnica de Europarc-España, la sección estatal de la Federación de Parques Naturales y Nacionales de Europa, ha publicado una guía de buenas prácticas para las competiciones deportivas en la montaña. Entre sus recomendaciones, se destaca evitar la generación de residuos u otro tipo de contaminación, como apunta uno de sus autores, Javier Gómez-Limón:
- No tirar basura (desperdicios, envolturas, alimentos o material) salvo en los sectores habilitados por la organización.
- Que cada uno sea responsable de sus residuos y los transporte hasta su residencia habitual o, en todo caso, hasta el lugar de recogida selectiva, en los núcleos urbanos.
- No emitir señales ni destellos luminosos, excepto la iluminación frontal del recorrido, en tramos nocturnos.
- No utilizar fósforos y cigarrillos, y si se usan, apagarlos con cuidado, depositando las colillas en contenedores.
- Obligar a marcar geles, barritas, etc. con el número de dorsal.
- Evitar la contaminación acústica: no gritar durante el recorrido, mientras que el lanzamiento de cohetes y pirotecnia y los grupos musicales o megafonía como ambientación deberían prohibirse o, como mucho, en los entornos de la salida y meta, y siempre que se ubiquen en núcleos urbanos.
2. Respetar las zonas marcadas
Gómez-Limón aconseja a los deportistas de montaña que respeten el itinerario establecido por la organización, no atajar campo a través ni recortar por el interior de las curvas.
Rosa Fernández-Arroyo, presidenta de la asociación RedMontañas, y Miguel Ángel Ortega, presidente de la asociación Reforesta, consideran que se debería evitar el empleo de áreas especialmente sensibles, como las zonas de cumbres y las húmedas como lugares de paso o permanencia de actividades con muchos participantes. En el caso concreto de la bicicleta de montaña (BTT), ambos expertos recomiendan que su uso en las áreas protegidas debería limitarse a las pistas forestales, como señala el Plan Director de Parques Nacionales.
3. Desplazarse en transporte público
El transporte público es la opción más ecológica para cualquier desplazamiento, y en este caso no es una excepción. Si no queda otra que utilizar vehículos privados, deberían circular y estacionarlos en las zonas habilitadas por la organización y la administración del espacio protegido, como sugiere la guía de Europarc.
4. Realizar informes de impacto ambiental
Xisco Roig, doctor en Geografía y consultor ambiental, ha realizado estudios geomorfológicos en varios lugares por donde transcurren competiciones deportivas en áreas naturales, como Mallorca, Menorca o los Pirineos. Según este experto, los impactos que se producen son corregibles y propone para evitarlos análisis punto a punto de cada carrera e informes de idoneidad o impacto ambiental, así como seguimientos de estas pruebas. Además de los daños a la flora y fauna o la generación de residuos, también se deberían estudiar los impactos geológicos, un aspecto muy importante de un espacio natural apenas considerado en la actualidad, asegura Roig.
5. Evitar las competiciones multitudinarias en espacios protegidos
Fernández-Arroyo considera que «teniendo en cuenta que la mayor parte del territorio español no está específicamente protegido, y que los eventos deportivos afectan de forma negativa a muchos de los valores que se pretenden preservar en los espacios protegidos, sería lógico sacarlos de estos espacios, como recomendó el Comité Olímpico Español hace unos años». No obstante, reconoce que con buena voluntad por parte de organizadores y participantes sería posible compatibilizar algunos de estos eventos mediante las medidas aquí citadas.
6. Ofrecer información y concienciación
Gómez-Limón señala que la información y la concienciación a los participantes es esencial para el cuidado del entorno. En concreto, sería conveniente ofrecer datos sobre aspectos de interés del espacio protegido (natural, cultural); sobre las prohibiciones de provocar alteraciones sobre las especies de fauna y flora, su captura o molestia intencionada y el daño o recolección de las especies de flora o de cualquiera de sus partes; o sobre las prohibiciones de dañar el medio geológico o el suelo.
7. Contar con más medios de protección y vigilancia
La presidenta de RedMontañas cree que debería incrementarse la dotación de Guardia Civil especializada (Seprona) y su colaboración con los agentes forestales o medioambientales para mejorar la vigilancia, sanción y aplicación de la normativa vigente. El presidente de Reforesta propone la creación de un observatorio estatal del uso público en los espacios protegidos, que disponga de medios para el seguimiento y evaluación científica de los impactos y para la difusión de los resultados obtenidos, así como de mecanismos de participación de los agentes sociales involucrados.