La acuicultura es el sector productivo alimentario con el mayor crecimiento en todo el mundo: casi un 10% medio anual desde 1984. Mejillones, ostras, rodaballos, tilapias, truchas, pulpos, espirulinas y un etcétera cada vez mayor engrosa la lista de especies criadas con diversos sistemas. La sobreexplotación de los caladeros, el aumento del consumo de productos pesqueros o la búsqueda de nuevos mercados, como el farmacológico o el energético, abren a este sector un futuro de gran potencial. Para ello, una gestión sostenible y respetuosa con el medio ambiente es fundamental.
Qué es la acuicultura
La Unión Europea (UE) define la acuicultura como el cultivo de organismos que viven en medios acuáticos, como peces, moluscos o algas. Es el sector productivo alimentario con el mayor crecimiento en todo el mundo (casi un 10% medio anual desde 1984, frente al 3% de la carne de bovino). En la actualidad, proporciona más de la cuarta parte de la pesca total en España, según el Observatorio Español de Acuicultura (OEA), un organismo bajo el protectorado del Ministerio de Medio Ambiente.
La acuicultura es también el sector que más se ha diversificado: se crían especies tanto de río como de mar en países de todo el planeta. Además de peces como el bacalao, el rodaballo, la dorada o la lubina, se cultivan otras menos conocidas en España como la tilapia, que se ha convertido en la mayoritaria en países de aguas tropicales y subtropicales. A medida que la tecnología y los medios lo permiten, el número de especies cultivadas aumenta, como el pulpo o el besugo.
La acuicultura proporciona en España más de la cuarta parte de la pesca total
En la actualidad, la actividad acuícola se centra en satisfacer las demandas alimentarias de los consumidores. No obstante, cada vez más se piensa en otras posibilidades que podrían aumentar en los próximos años. Productos para la elaboración de complementos vitamínicos, para combatir enfermedades como el cáncer, para la producción de cosméticos, para la elaboración de biocombustibles de segunda generación (como las microalgas) o para la recuperación de espacios naturales degradados.
Por ello, sus impulsores subrayan su enorme potencial presente y futuro, en especial en el actual contexto de sobreexplotación de algunas especies y de crecimiento de la demanda y del consumo de proteínas de pescado. «Solo la acuicultura permitirá dar respuesta a este requerimiento, al proporcionar productos saludables y respetuosos con el medio ambiente y al favorecer la recuperación de los stocks de las poblaciones salvajes más amenazadas», según el OEA.
No obstante, «El estado mundial de la pesca y la acuicultura 2010», un informe de la FAO que reúne a expertos de todo el mundo, señala como improbable que se mantenga el reciente ritmo de expansión de la acuicultura, pero considera que los recursos no explotados de ciertas regiones suponen un considerable potencial.
Diferentes clases de acuicultura
Imagen: WikimediaLos sistemas de producción son variados, desde sistemas integrados en el propio medio acuático hasta otros que recrean y controlan en una instalación las condiciones óptimas. Cada especie tiene sus propias características, hasta el punto de que algunos cultivos reciben nombres propios: salmonicultura (salmones), carpicultura (carpas), truticultura (truchas), camaronicultura (camarones) o alguicultura (algas).
El cultivo de mejillones, almejas u ostras se realiza de forma directa en el mar, sobre fondos arenosos, en estructuras apoyadas en el fondo o flotantes, como las famosas bateas de las rías gallegas (Galicia, tras China, es el segundo mayor productor de mejillón cultivado del mundo). En estos sistemas, sus responsables «siembran» a los animales y las condiciones naturales favorables hacen el resto. A veces se utilizan balsas de agua a las cuales se añaden nutrientes minerales, como la espirulina, una especie de alga utilizada en alimentación y cosmética.
La UE tiene estancada su generación piscícola desde el año 2000En otras ocasiones, se aprovecha también el medio natural pero con un mayor control. Las jaulas flotantes en el mar o en lagos mantienen a los peces en un recinto en el que se aportan alimentos y se mantiene el crecimiento poblacional. La truticultura emplea estanques y canales con corrientes de agua para reproducir el hábitat de las truchas.
Las piscifactorías son unos grandes acuarios aislados del entorno. Estas instalaciones disponen de la tecnología suficiente para hacer circular el agua y mantenerla en buenas condiciones, y para controlar el crecimiento de las especies de cultivo. Las piscifactorías requieren una inversión mucho mayor que los otros sistemas, pero ofrecen a cambio una producción mucho más controlada y no dependen de los cambios del medio natural.
Los denominados cultivos acuapónicos son un sistema de producción de vegetales y animales acuáticos de forma conjunta. Al aprovechar esa simbiosis, el coste y el impacto ambiental es menor que por separado.
Quién es quién en la acuicultura mundial
Imagen: WikimediaLa FAO señala a Asia como la principal región acuícola del planeta. China es la responsable de cerca de dos terceras partes de la producción mundial. India, Indonesia, Filipinas, Vietnam, Japón o Chile son otros países punteros.
Según los expertos del organismo de Naciones Unidas, una de las razones para este desarrollo ha sido la falta de estrictos controles medioambientales. En este sentido, señalan que en los próximos años será determinante la promoción de este tipo de actividad dentro de una gestión sostenible y respetuosa con el entorno.
En cuanto a España, su producción (acuicultura marina de peces, continental y bateas de mejillones) ascendió en 2009 a un total de 292.134 toneladas, según datos del ministerio de Medio Ambiente (MARM). De esta forma se coloca como uno de los principales países de la UE en este sector.
Sin embargo, el informe «La acuicultura marina de peces en España 2010», elaborado por la Asociación Empresarial de Productores de Cultivos Marinos de España (Apromar) resalta que la UE tiene estancada su generación piscícola desde el año 2000, a pesar de incrementar cada año sus importaciones de productos acuáticos desde terceros países. Por tanto, subrayan desde Apromar, los Estados miembros no desarrollan su potencial creador de riqueza y de empleo.
Origen de la acuicultura en el mundo y en España
La acuicultura no es una práctica reciente. Las primeras referencias históricas se remontan a China en torno al año 3.800 a.C. Otras culturas milenarias como Egipto, Babilonia, Grecia o diversas civilizaciones del continente americano también dejaron algún tipo de testimonio o vestigio sobre el cultivo de especies acuáticas.
Al igual que otras actividades humanas, la acuicultura ha pasado por diversas fases de desarrollo. En Europa, tras una época dorada durante el Imperio Romano, habría que esperar a los monasterios y abadías de la Edad Media para su recuperación. En el siglo XIX se crea el Instituto de Huninge, el primer centro de investigación en acuicultura.
En España, la acuicultura moderna surgió en 1866, en la histórica primera piscifactoría de los Jardines del Palacio de La Granja (Segovia), gracias al apoyo real. Un año más tarde, la familia Muntadas construyó el primer centro privado de acuicultura en el Monasterio de Piedra, cuna de la piscicultura española.