Tanto si se desea adquirir un piso o casa nueva como proceder a su construcción es necesario recurrir a técnicas que la arquitectura bioclimática proporciona para lograr un mayor ahorro energético y dotar al hogar del confort térmico.
La arquitectura bioclimática se ocupa de adecuar el diseño del edificio o construcción, junto con otras variables, a la climatología del entorno, región o espacio donde se ubique. Una de sus premisas consiste en que la residencia busque el sol en el invierno y se proteja de él en el verano. Pretende con todos sus medios adaptar la arquitectura al medio ambiente. Es por ello que conocer con antelación el clima, temperatura y características de cada estación del año resulta vital a la hora de tomar una decisión de construcción o compra sin que por ello afecte al diseño final del proyecto. En el caso de carecer de este tipo de datos se puede recurrir a la información que el Instituto Nacional de Meteorología proporciona, conociendo con exactitud el clima de cada provincia y de cada estación del año. De esta manera se puede minimizar y reducir el consumo energético y contaminación ambiental.
Teniendo en cuenta todos los factores climáticos y geográficos el diseño del edificio favorece la acogida de energía renovable, no contaminante y gratuita. El ahorro de energía puede ser tan alto que llega a alcanzar hasta el 60%. En muchos casos se puede lograr incluso que una residencia sea autosuficiente energéticamente.
El diseño de este tipo de estructuras no supone un sobrecosto ni una modificación en la estética de la vivienda. Al contrario, obviar estas decisiones y valoraciones a la hora de hacerse con una nueva residencia implica aumentar los revestimientos de muros, y potenciar en mayor medida el derroche energético. Del mismo modo, ubicar un hogar en dirección del frío o viento conlleva reducir el espacio de los huecos de la casa para evitar la huida del confort térmico.
Un claro ejemplo de lo apropiado que resulta recurrir a la arquitectura bioclimática es el proceso de rehabilitación en edificios localizados en zonas antiguas por la presencia de patios interiores que proporcionan luz solar y protección del frío y viento.
La dificultad que se presenta es compensar las necesidades de cada estación del año. Supone un reto para la arquitectura lograr que la vivienda esté protegida en el invierno y refrigerada en el verano. En localidades donde el contraste de temperatura entre el verano y el invierno es muy marcado, se muestra muy complicado adecuar la residencia. Otro de los recursos más empleados , aunque aún queda mucho por hacer debido a la gran inversión inicial que supone, es la instalación de energía solar térmica por medio de paneles o depósitos. Se trata de una energía limpia y de nulo costo pero que implica un gran desembolso de inicio.
Consejos
Antes de proceder a tomar una decisión sobre la estructura, diseño, estética y reparto de huecos de una residencia es conveniente hacerse una serie de planteamientos e interrogantes. Las respuestas que se obtengan influirán en la decisión final para lograr el mayor ahorro energético del hogar o, del lado contrario, evitar el mayor gasto energético doméstico.
Estas pueden ser las preguntas más importantes que se deben plantear :
·Lo primero que ha de conocerse del entorno es la temperatura en invierno y en verano. Si hiela fácilmente o predomina un calor seco y de altos grados centígrados. De esta manera se toma la decisión vinculada a la calefacción y/o refrigeración.
·Humedad. Si es habitual que llueva en esa región habrá que tener en cuenta la necesidad de una mayor ventilación en el hogar para evitar la condensación de vapor, el cual produce humedad.
·Viento. Es conveniente investigar qué tipo de vientos predominan la zona y en qué orientación se mueven. No es lo mismo que el viento afecte directamente en la fachada en pleno invierno a que una ligera brisa airee la casa en verano.
·Altura. En el caso de que se adquiera un piso en un bloque de viviendas, es vital conocer la altura y el resguardo que puede tener. El grado de confort transcurre de abajo a arriba. Es por ello que los habitantes de los pisos bajos notarán mucho más frío en sus pies que aquellos que estén en pisos intermedios. Estos reciben el calor inferior y superior. Un posible remedio para estas viviendas supone colocar la calefacción en el suelo en vez de radiadores a lo largo del hogar. Del mismo modo los pisos situados bajo cubierta( buhardillas, áticos…) verán perdida su energía calorífica por no poseer en su techo un resguardo que haga de barrera.
·Orientación. Es muy importante conocer donde se sitúa el Sur y el Norte. De todos es sabido cómo es la trayectoria del sol, de Este a Oeste pasando por el Sur. En el caso de orientar un edificio hacia el Norte, por razones de visibilidad, ruidos o estética, se deberá contar con unos inmuebles más calefactados, radiadores más potentes (con el gasto que conlleva) y huecos más reducidos que si se orienta hacia el Sur. Asimismo será más costoso (energéticamente hablando) instalar una cristalera ya que perderá mayor energía que si se proyecta un muro con gran aislamiento. Por otro lado, ubicar una casa hacia el Norte precisará de unas ventanas más pequeñas y herméticas, evitando el puente térmico el cual produce condensaciones.
·Espacios tapón. Este concepto trata de explicar la conveniencia de las viviendas adosadas, donde si son habitadas en su totalidad, al estar climatizadas producen un efecto sándwich y evitan las pérdidas de energía. Poseen la ventaja de tener doble orientación, tanto al Sur como al Norte.
Respecto a la elección de los materiales destinados al interior del edificio, es importante conocer los mencionados factores para decidir sobre los más convenientes. Por ejemplo, si es mejor recurrir a un suelo de madera o de baldosa.