El atún rojo seguirá en peligro de extinción. La Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT) decidió en su última reunión la reducción de las capturas admisibles de esta especie del Atlántico Oriental a 12.900 toneladas, una disminución del 4% que no ha satisfecho a nadie. Además, no ha logrado aprobar la creación de santuarios en las aéreas de reproducción, una medida de gestión que científicos y organizaciones ecologistas consideran esencial.
El atún rojo, también conocido como atún de aleta azul, atraviesa una grave situación, como denuncian varias organizaciones ecologistas, instituciones internacionales y asociaciones de pescadores tradicionales.
Un informe de WWF asegura que la pesquería de este túnido se ha esquilmado de manera progresiva hasta su práctica desaparición en el Atlántico Oriental y en el Mediterráneo. La organización conservacionista apunta como principal responsable a la pesca ilegal y desmesurada de la flota europea, en especial Francia, así como Libia y Turquía.
El estudio, basado en fuentes oficiales, destaca las cada vez más frecuentes capturas de atún rojo no declaradas, que se transbordan en alta mar a enormes barcos con destino a los lucrativos mercados de Japón y Estados Unidos y, sobre todo, para la preparación de especialidades culinarias como el «sushi» o el «sashimi». Greenpeace ha denunciado la presencia de barcos japoneses que faenan al Sur de Sicilia, cuando la pesca está prohibida, o actividades de transbordo de pescado.
La cuota anual de capturas se ha disminuido a 12.900 toneladas, una medida que no ha satisfecho a nadieLa ICCAT, donde participan 42 países y la UE, regula esta pesquería y ha establecido las capturas admisibles de esta especie del Atlántico oriental a 12.900 toneladas, una disminución del 4% que no ha satisfecho a nadie. Su propio Comité Científico reconoce que la cuota se ha superado cada año en varias miles de toneladas.
Pero no todo son malas noticias: casi medio centenar de empresas, entre ellas EROSKI, se comprometieron a no comercializar atún rojo hasta que se recuperen los caladeros. El Manifiesto del Mercado del Atún establece que parte del sector comercial «dará un respiro al atún rojo» hasta que su pesca sea sostenible.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha advertido también del agravamiento de la sobrepesca del atún rojo debido a la acuicultura: los peces jóvenes se capturan y engordan en criaderos para comercializarse. El organismo de la ONU estima que la producción de atún rojo, gracias a esta técnica, es de unas 25.000 t anuales, frente a las 10.000 t de hace unos años, y señala a Croacia, Malta, España y Turquía como los países con mayor número de estas «granjas marinas». Según Greenpeace, en las costas mediterráneas hay más de 50 de estos criaderos, cuya capacidad de engorde excede en casi 20.000 t la cantidad legal. La FAO recuerda que la captura de atunes jóvenes no siempre se incluye en las estadísticas oficiales, de manera que dificulta la evaluación real de los recursos pesqueros.
Por su parte, la Federación Andaluza de Asociaciones Pesqueras (FAAPE) insiste en la necesidad de establecer medidas de control basadas en estudios científicos y no atacar a los pescadores tradicionales, sino a los grandes buques. Según Greenpeace, las capturas artesanales en el Estrecho de Gibraltar han descendido un 85% en los últimos años y la talla media del atún ha bajado en 100 kilos. El atún del sur de España se exporta a Japón, pero el descenso de las capturas lleva a este país a buscar nuevas fuentes.
La construcción de un parque eólico marino en aguas del Cabo de Trafalgar supone otra amenaza para el ciclo del atún, según responsables políticos y sindicales de la zona. Además del ruido que estos aerogeneradores pueden causar, su instalación requiere el dragado de las aguas costeras, lo que afecta a su nitidez. A este respecto, estudios de la Universidad de Cádiz relacionan la turbiedad de las aguas con el descenso de las capturas.
Para evitar la desaparición del atún rojo, WWF y Greenpeace proponen las siguientes soluciones:
Desarrollo de un plan sostenible de recuperación que incluya una reducción sustancial en la cuota pesquera y de engorde en granjas, así como la protección de las zonas de reproducción de este túnido.
Establecimiento de un nuevo tamaño mínimo de captura que se ajuste a la edad de madurez sexual de la especie.
Aplicación de un programa independiente de observadores en los buques atuneros y en las granjas de engorde para asegurar que no se capturan ejemplares jóvenes y que la cuota se respeta.
El atún rojo (Thunnus Thynnus) es la mayor especie de la familia de los túnidos, con una longitud de dos metros, aunque se conocen ejemplares de hasta tres metros. Su gran voracidad le lleva a perseguir bancos de cangrejos, caballas o sardinas. También se alimenta de plancton gracias a sus “branquiespinas”, unas prolongaciones de la parte interna de las branquias que le sirven para filtrar y retener estos organismos.
Es una especie pelágica, al vivir alejada de la costa. En primavera forma grandes bancos y se traslada a aguas más superficiales, mientras que en otoño se dispersa y retorna a aguas profundas. En invierno se cree que permanece inmóvil a 1.000 metros de profundidad.
Su área de distribución es muy amplia: en el Mar Mediterráneo y en el Mar Negro se le conoce con el nombre de atún rojo. En el Atlántico recibe el nombre de atún de aleta azul y se le encuentra desde la Península del Labrador y Terranova, hasta Trinidad y Tobago, Venezuela y las costas del Brasil. En el Atlántico oriental se extiende por el Norte hacia Noruega, Rusia, Islandia e Islas Lofoten, y al sur, hasta las costas de África Noroccidental. El atún rojo cuenta con dos variedades que habitan el Pacífico Sur (Thunnus Macoyii) y el Pacífico Norte (Thunnus Thynnus Orientalis).