A pesar de que el 54 % de los alimentos de origen acuático que consumimos en el mundo procede de granjas de cultivo, para muchos ciudadanos la acuicultura es aún una gran desconocida. Esta actividad constituye un sector en auge que se presenta capaz de hacer frente a uno de los grandes desafíos del siglo XXI: alimentar a la humanidad de manera sostenible. Así se está fraguando la revolución azul.
El cultivo de peces y plantas acuáticas es una actividad que existe desde la antigüedad, pero es ahora cuando este sector vive todo su esplendor. Según datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), solo el 46 % de los alimentos acuáticos que comemos provienen de la pesca tradicional, el resto los aporta la acuicultura. Se estima que antes del 2030, esta actividad copará el 65 % del consumo de especies acuáticas. Porcentajes aparte, las expectativas que se tienen puestas en la acuicultura son muchas y de lo más optimistas.
Ya lo avisó la ONU hace dos años: “Teniendo en cuenta que la población mundial crecerá hasta los 9.700 millones de personas en 2050, que demandará un 60 % más de alimentos de los que producimos en la actualidad y que la agricultura, ganadería y pesca extractiva están al límite de sus posibilidades, la acuicultura está llamada a tener un papel relevante en este desafío: alimentarnos en equilibrio con la naturaleza”.
Más de 500 especies se cultivan en acuicultura
La acuicultura abarca muy variadas prácticas y una amplia gama de especies. En la actualidad, se cultivan 580 en todo el mundo, lo que representa una enorme variedad de alimentos y una alta diversidad genética. De estos especímenes, el 56,6 % se produce en el mar y el 43,4 % en agua dulce. Las macroalgas, el langostino (tigre y blanco), los salmones, las truchas, las carpas, las tilapias, las almejas y las ostras son las especies que más se cultivan.
Según los datos recogidos en la ‘Memoria de la Sostenibilidad de la Acuicultura de España 2021’*, el 91,8 % de la acuicultura mundial se realiza en Asia, un continente que también es el mayor productor en pesca tradicional. La Unión Europea se sitúa en el noveno puesto, pero no se conforma con esta posición. Como indica Garazi Rodríguez, responsable de los planes de producción y comercialización en Apromar, asociación que agrupa al 95 % de las empresas productoras en nuestro país, la acuicultura europea es de las más seguras y con mayor calidad del mundo.
Acuicultura: una actividad en auge en España
“Dentro de la UE, España es el Estado miembro con la mayor cosecha de acuicultura: 347.825 toneladas, con datos del 2018, un 25,5 % del total de lo producido por todo el continente”, explica la experta. Sin embargo, cuando las toneladas se pasan a euros, perdemos puestos. En valor económico de producción, Reino Unido es el número uno, con una recaudación de 1.075,3 millones de euros (24,7 % del valor total), seguido por Francia y Grecia. España ocupa la cuarta posición, con 478,8 millones (11 %).
Estas cantidades las dictan los precios de la primera venta de las especies dentro del territorio de la Comunidad Europea y, en este contexto, el salmón atlántico –especie que domina la producción en el Reino Unido– se vende más caro que el mejillón, del que somos los mayores productores. Pero además de este molusco, España produce lubina, trucha, dorada, esturión, rodaballo, corvina, besugo, anguila, lenguado, microalgas… Una de las principales características de nuestra acuicultura es la gran variedad de especies cultivadas y de sistemas de cultivo empleados en su cría.
La estrategia de Crecimiento Azul
La producción de alimentos no resulta solo un servicio vital para la supervivencia, sino también una fuente de ingresos y de generación de empleo. La producción de acuicultura de la Unión Europea en 2018, según la ‘Memoria de Sostenibilidad’, fue de 1,37 millones de toneladas, con un valor de 4.357 millones de euros. Pero Europa quiere más.
El potencial de crecimiento que tiene esta actividad es grande. Solo el 10 % de los productos del mar que consumimos en Europa proviene de la acuicultura de los países miembros, la mayoría son importados. Por eso, la Comisión Europea ha visto las posibilidades de crecer y ha adoptado una serie de directrices estratégicas con las que se pretende construir una acuicultura europea más sostenible; pero también más competitiva, menos dependiente y que motive su crecimiento, creando más puestos de trabajo.
La llamada Economía Azul abarca todas las actividades económicas que dependen del mar y la interdependencia entre ellas: acuicultura, biotecnología, pesca, turismo, navegación y transporte marítimo, entre otros. “Todas ellas tienen competencias comunes y comparten numerosas infraestructuras (puertos, redes de logística…). El Crecimiento Azul es una estrategia a largo plazo de apoyo al crecimiento sostenible de estos sectores, que reconoce la importancia de los mares y océanos como motores de la economía europea por su gran potencial para la innovación y el crecimiento”, explica Garazi Rodríguez.
La acuicultura como espacio para la innovación
Todo ello tiene su origen en la Estrategia Europa 2020. Y aquí entra en escena la acuicultura española, que está reconocida como una parte esencial de la Economía Azul y del Pacto Verde Europeo. “Somos un país históricamente volcado al mar. Fruto de ello surge nuestra rica gastronomía y cultura asociadas al pescado, pero es cierto que ha sido recientemente cuando se ha comenzado a poner en valor toda la actividad económica y social ligada a él. Gracias a un acuerdo de fomento de la Economía Azul con el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación se están sacando adelante varias líneas de trabajo innovadoras como son la acuicultura oceánica, biotecnologías basadas en el cultivo de especies de interés, la promoción del cultivo de macroalgas en las costas españolas y la ingeniería de las infraestructuras de los viveros en el mar en los que criamos peces”, indica Garazi.
Todos estos proyectos, además de que se enfilan perfectamente hacia los objetivos nacionales de sostenibilidad de los océanos y de crecimiento azul, están siendo referentes para las políticas europeas. En este contexto, la acuicultura se postula como una actividad con posibilidades de crecer de manera sostenible. Un crecimiento que va de la mano de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de la ONU. ______
(*) Aquí puedes consultar el documento ‘Memoria de la Sostenibilidad de la Acuicultura de España 2021’.