Más de 1.000 especies de aves podrían extinguirse globalmente si no se toman medidas urgentes. Así lo asegura un estudio realizado por BirdLife Internacional, que confirma que al menos un 45% de las aves comunes están en declive en todo el mundo. La destrucción de su hábitat, las especies invasoras, la contaminación o la caza no sostenible son algunas de sus principales causas, todas ellas provocadas por el ser humano.
El informe «El Estado de Conservación de las Aves en el Mundo» afirma que 1.226 especies están amenazadas globalmente, y de ellas, 190 en peligro crítico, lo que conlleva un altísimo riesgo de extinción en un futuro inmediato. La Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, (UICN), a la que BirdLife proporciona los datos sobre aves, destaca un progresivo empeoramiento: 225 especies han pasado a la categoría de amenaza más alta.
En este sentido, en los últimos cinco siglos han desaparecido el 40% del total de las especies de aves, una velocidad que se estima de 1.000 a 10.000 veces la tasa de extinción natural. La mayoría de las extinciones se ha producido en pequeñas islas, pero la tasa en continentes está aumentando: en el último trimestre del siglo XX se han perdido 18 especies, y desde el año 2000 tres más podrían haberse extinguido.
1.226 especies están amenazadas globalmente, y de ellas, 190 en peligro críticoSegún el director ejecutivo de BirdLife, Mikel Rands, las aves, que se encuentran en casi todas partes del mundo, son una prueba de la aceleración del deterioro de la biodiversidad y del medio ambiente, lo que afecta a todas las formas de vida del planeta, incluida la humana.
El informe asegura que algunas especies sobreviven en números muy pequeños o con diminutas áreas de distribución y que están prácticamente condenadas si no se toman medidas de conservación urgentes. Incluso pequeños aumentos en la mortalidad pueden poner en peligro la supervivencia de ciertas especies.
Las aves asociadas con tierras agrícolas son las que se encuentran en una peor situación, si bien las aves grandes y las que tienen bajas tasas reproductivas son las más amenazadas, aseguran los responsables del estudio: albatros, grullas, loros o faisanes serían algunos ejemplos. El riesgo es global, aunque es en algunas zonas, como los trópicos y, en mayor grado, los bosques donde reside el mayor número de aves en peligro, especialmente en Asia. Asimismo, el aumento del riesgo ha sido mayor en las aves marinas y de Oceanía.
Asimismo, las aves migratorias también han sufrido una disminución considerable (40%) en más de tres décadas. En este apartado, la intensificación de la agricultura en Europa o la desertificación en sus áreas de invernada en África está haciendo estragos. Por ejemplo, especies migratorias comunes como el torcecuello, la collalba gris, el carricerín común o el ruiseñor están desapareciendo «silenciosamente», subraya el estudio.
En el caso concreto de Europa, un seguimiento de 124 especies de las aves más comunes durante 26 años revela que el 45% ha disminuido en 20 países, entre las que destacan las aves asociadas a ecosistemas agrícolas. Por ejemplo, la tórtola europea, la perdiz pardilla, el triguero o el cuco común se han reducido en un 62%, 79%, 61% y 17% respectivamente.
Amenazas más destacadas
El informe, que se publica cada cuatro años, identifica las principales amenazas que sufren estos seres, todas ellas inducidas por el ser humano. Así, el 87% de especies (1.065) están amenazadas por la agricultura, el 55% (668) por la explotación forestal y la sustitución de bosques naturales por plantaciones de monocultivo y el 51% (625) por las especies invasoras. Estos problemas provocan además la destrucción y degradación de su hábitat, lo que afecta al 93% de las aves en peligro.
En concreto, la intensificación de la agricultura es el factor más destructor de la biodiversidad, sobre todo en los trópicos. Por ejemplo, la sabana brasileña de El Cerrado, que alberga 935 especies de aves, se ha reducido casi a la mitad por el cultivo de soja y caña de azúcar. En cuanto a las especies invasoras, han producido ya muchas extinciones, afectando especialmente a las aves de islas pequeñas.
La contaminación en sus diversos estados, ya sea en el agua, como pesticida o como derrame de petróleo, afecta también directa e indirectamente a las aves y a sus hábitats, sin que se sepa mucho sobre los efectos a largo plazo, recuerda BirdLife.
La caza no sostenible y la captura para el comercio también suponen un factor negativo: en 2008, afectan ya a un tercio de todas las especies de aves globalmente amenazadas, y 50 de ellas han desaparecido en los últimos cinco siglos por estos motivos. Esta sobreexplotación es especialmente preocupante en Asia, donde se ubican ocho de los diez países del mundo con el mayor número de aves en peligro por este problema. Loros, palomas y faisanes son algunas de las familias de especies más sobreexplotadas del planeta. No obstante, Rands recuerda que, a largo plazo, el cambio climático podría ser la amenaza más grave.
El informe ofrece también datos positivos de especies que se han mantenido estables e incluso otras que han aumentado gracias a los esfuerzos de conservación. La Lista Roja documenta 32 especies que han reducido su estado de riesgo. De esta forma, entre 1994 y 2004, las acciones directas de conservación han salvado de la extinción a 16 especies.
En este sentido, los responsables de BirdLife destacan la voluntad de Sierra Leona e Indonesia, donde se están aprobando normas para recuperar y conservar espacios naturales vitales. Sin embargo, recuerdan también que, a pesar de que las medidas de conservación son relativamente económicas, la inversión es más bien escasa. Por ejemplo, mantener la red de áreas que conservarían el 90% de la biodiversidad en África costaría unos 700 millones de euros al año, aunque sólo se invierte unos 200 millones.
Entre las medidas que se han de tomar en el caso de las aves destacan las Áreas Importantes para la Conservación de las Aves (IBA por sus siglas en inglés). BirdLife ha identificado más de 10.000 IBA en casi 200 países y territorios, principalmente en tierra y agua dulce, si bien los océanos toman cada vez más importancia.