El bacalao es una especie muy versátil que se puede encontrar congelado, salado, en conserva y en fresco. Desde enero a abril es especialmente apreciado el llamado bacalao skrei, que se caracteriza por migrar desde el mar de Barents hasta las costas de Noruega para reproducirse. En este viaje la carne se torna más firme y resulta un pescado muy sabroso para disfrutar en fresco en casa o en los múltiples restaurantes que incluyen el skrei durante los meses de temporada.
Un ejemplo de recuperación y sostenibilidad
El bacalao ha formado parte de las dietas europeas desde la Edad de Piedra. Esta enorme popularidad ha supuesto una gran presión pesquera durante décadas. A inicio de los años 90, los grandes bancos de bacalao en la costa de Terranova (Canadá) llegaron al colapso, con gran impacto para las economías locales e internacionales dependientes de esa pesca.
Fue una llamada de atención sobre los impactos negativos de la sobrepesca que incentivó la creación de iniciativas para frenar la pesca descontrolada y excesiva y fomentar la sostenible. Entre ellas, surge en 1997 Marine Stewardship Council (MSC), una ONG creada con el objetivo de promover la pesca sostenible en todo el mundo.
Un cuarto de siglo más tarde, la pesca de bacalao ha adoptado un enfoque sostenible en los principales caladeros. Más del 80 % de las capturas mundiales de bacalao están vinculadas al programa MSC, y un millón de toneladas cuentan con el sello azul de MSC, incluyendo el bacalao skrei. En estos momentos existen 14 pesquerías certificadas MSC de bacalao Atlántico en el mar de Barents, en Noruega e Islandia, que son consideradas sostenibles y bien gestionadas.
Sin embargo, no en todos los casos las pesquerías han conseguido implementar buenas medidas de gestión y hay ejemplos, como el caso de las pesquerías de bacalao del mar Báltico y del mar del Norte, que han perdido recientemente su certificación debido a la evolución negativa de la situación de sus stocks. La sostenibilidad de una pesquería requiere un trabajo constante y una gestión basada en ciencia de manera permanente para poder responder a las fluctuaciones tanto del medio natural como de la presión pesquera.
Artes de pesca y retos futuros
La pesca de bacalao se puede realizar con diferentes artes de pesca. Las más habituales son la pesca con palangre y la pesca de arrastre. Cada arte de pesca conlleva unos impactos que hay que controlar para garantizar que se minimicen las interacciones con especies y ecosistemas vulnerables.
Para ello, las pesquerías certificadas cuentan con programas de observadores y formación específica para la tripulación que permite identificar y registrar las especies con las que interactúan, cartografiar el fondo marino para evitar los hábitats vulnerables e incluso modificar las artes de pesca para impedir el contacto con el fondo marino. Todo ello es vital para que la pesca de bacalao pueda mantenerse en el tiempo, así como la conservación de los ecosistemas en los que hay esta actividad pesquera.
Entre los retos a futuro para la sostenibilidad del bacalao, destacan los siguientes:
- Mejorar la gestión de esta especie para poblaciones que no se encuentran en niveles saludables como algunas zonas de Terranova o las anteriormente citadas del mar Báltico o mar del Norte.
- Lograr que la gestión multilateral de estos stocks sea adecuada y que la asignación de cuotas de los distintos países esté alineada con los criterios científicos.
Otro de los factores que puede afectar al bacalao en el futuro es el cambio climático, cuya incidencia ya es notable en otras especies en el Atlántico. Asegurar que la pesca se realiza de manera respetuosa con los océanos, siguiendo las recomendaciones científicas y que los impactos de las artes de pesca son minimizados y controlados, es uno de los objetivos de MSC. Apoyando el bacalao con sello azul, tú puedes convertirte en parte activa de la transformación de la pesca hacia la sostenibilidad y contribuir a la conservación en el largo plazo de esta apreciada especie.