Restos de naranjas, aceitunas, desechos ganaderos e industriales, o residuos sólidos urbanos. Lo que para la mayoría suena a basura y a un inconveniente de difícil solución, para un grupo de empresas y equipos de investigación españoles supone la materia prima para una nueva generación de biocombustibles. Diversos proyectos tratan así de salvar el inconveniente de los combustibles elaborados a partir de productos alimenticios, transformando de paso los residuos en un combustible ecológico.
La Comunidad Valenciana produce cinco millones de toneladas de cítricos anuales, lo que ocasiona 600.000 toneladas de residuos. Pero no es un problema, sino una oportunidad, por lo menos para los miembros del proyecto Atenea: el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) y las empresas Imecal y Ford España. Su objetivo pasa por convertir estos desechos cítricos en un etanol que pueda comercializarse como biocombustible.
El proyecto supone además un destacable modelo de colaboración entre el mundo de la investigación y el empresarial. El CIEMAT se encarga de ensayar y optimizar el proceso de fermentación y producción del etanol, la empresa Imecal asume su producción experimental en una planta piloto en la Alcudia (Valencia) y Ford produce los vehículos flexibles que puedan utilizar este combustible. Y es también un ejemplo de adaptación empresarial a los nuevos retos y oportunidades medioambientales: Imecal nació en 1979 como empresa metalúrgica especializada en soldadores.
El CIEMAT ha logrado 56 litros de etanol con una tonelada del residuo tras extraer el zumo de los cítricosPor el momento, el proyecto parece ir por buen camino. Cuenta con un presupuesto inicial de 600.000 euros, la ayuda del Gobierno valenciano, y unos positivos primeros resultados, según sus responsables. Desde el CIEMAT afirman que han logrado obtener 53 litros de etanol con una tonelada de zumo, y 56 litros con una tonelada de bagazo, el residuo tras extraer el zumo. Por ello, esperan en 2009 probar el sistema en la planta experimental de Imecal. Asimismo, esta empresa cuenta con otro proyecto, denominado Perseo, para la producción de bioetanol a partir de residuos orgánicos urbanos.
Y no son los únicos en ver una posible fuente de energía ecológica en los residuos agroalimentarios y vegetales. El Centro Nacional de Energías Renovables (CENER), con sede en Navarra, impulsa el proyecto europeo Bio South, que trata de transformar en biocombustible los desechos de biomasa forestal, como ramas o entresacas de árboles. Y también colabora con el Centro Nacional de Tecnología y Seguridad Alimentaria (CNTA) para intentar aprovechar residuos típicos de la industria alimentaria navarra. Por su parte, en el campo empresarial, empresas como Abengoa cuentan también con proyectos de aprovechamiento de los residuos de la biomasa forestal.
Los residuos de la industria olivarera ofrecen también un potencial interesante. Se estima que se desechan unos cuatro millones de toneladas de huesos de aceituna, y entre tres y cinco millones y medio de toneladas de poda del olivar al año. Este tipo de restos ya se utilizan como abono o como combustible para calefacciones, y también podrían servir para producir biocombustibles. Un equipo de las universidades de Jaén y Granada trabaja en una investigación para obtener bioetanol a partir de estos restos. Los científicos aseguran que a partir de 100 kilos de cuescos de aceituna se podrían obtener 5,7 litros de etanol.
Por su parte, el biogás es otro posible candidato para lograr este tipo de biocombustibles de segunda generación. El proyecto Probiogas reúne a 14 empresas y 13 centros de investigación, y cuenta con un presupuesto de 13 millones y medio de euros para el desarrollo de sistemas de producción de biogás en entornos agroindustriales. Asimismo, el Instituto Tecnológico Agroalimentario (AINIA) desarrolla un proyecto para obtener biogás de la mezcla de restos citrícolas y ganaderos. Por su parte, una planta piloto en el Matadero Frigorífico del Nalón (Asturias) obtiene biogás a partir de sus desechos.
Biodiésel con residuos
Mientras que el bioetanol es un alcohol producido mediante la fermentación del azúcar, el biodiésel es un aceite. El ejemplo de biodiésel con residuos más evidente es el producido a partir de los aceites de cocina usados, pero hay otros ejemplos destacables.
La empresa Ecofasa llamaba recientemente la atención de diversos medios por un tipo de biodiésel obtenido a partir de residuos sólidos urbanos. En este caso, se trata también de un ejemplo de emprendizaje medioambiental: su impulsor, Francisco Angulo, ha puesto en marcha esta empresa para desarrollar su sistema, que ha patentado, y comercializar el producto, al que ha denominado «Ecofa». Angulo asegura ser capaz de producir un litro de su biodiésel a partir de diez kilos de basura, a un precio de unos 15-20 céntimos/litro. No obstante, reconoce que se trata de un método «rudimentario», y que con el adecuado desarrollo, podría comercializarse a mayor escala.
La empresa Ecofasa asegura producir un litro de biodiésel a partir de diez kilos de basura a unos 15-20 céntimos/litroPor su parte, la glicerina empieza a ser tenida cada vez más en cuenta. Aunque se considera un subproducto, su sobreproducción y el descenso de su precio en los últimos tiempos están provocando que muchas empresas no sepan qué hacer con ella. Como posible salida, ya hay quien baraja su transformación en biodiésel. Un ejemplo es el del el Instituto Universitario de Ciencia y Tecnología (IUCT) de Cataluña, que ha creado el IUCT-50, un biodiésel producido con los restos de glicerina generados precisamente en la fabricación de biodiésel de primera generación y de la industria oleoquímica. Sus responsables aseguran que podrían contar con un producto comercializable de aquí a año y medio.
Por su parte, la Fundación vasca Tekniker ha impulsado la «Red Temática Española de Aprovechamiento de la Glicerina» (RAG) para aunar los esfuerzos de empresas y grupos de investigación de este sector. Entre sus objetivos, se encuentra también el estudio de las posibilidades de esta sustancia como biodiésel.
La polémica generada en los últimos meses en el sector de los biocarburantes ha provocado que sus promotores sean mucho más cautos a la hora de lanzar nuevos proyectos, según Heikki Mesa, experto en energía y cambio climático de WWF/Adena.
En este sentido, Mesa asegura que la viabilidad de cualquiera de las opciones actuales para biocombustibles va a depender de que “estén desacoplados de los precios agrícolas y la percepción pública, y de que sean rentables respecto al petróleo”. Como ejemplo, el técnico de WWF/Adena cita a la biomasa residual, que es, en la mayor parte de los casos según los estudios comparativos, la opción más sostenible en su ciclo de vida.