La tortuga laúd siete filos (Dermochelis coriacia), un quelonio que puede llegar a medir 2,4 metros de largo y pesar una tonelada, podría extinguirse dentro de una década en el Océano Pacífico, según advirtieron ayer biólogos de la Universidad de Drexel (EE.UU.), en el 24 Simposio Anual de Conservación y Biología de las Tortugas Marinas, que está teniendo lugar esta semana en San José de Costa Rica y al que asisten más de 1.000 expertos de 70 países.
Los especialistas señalaron que esta tortuga, de piel suave y tersa, está desapareciendo a un ritmo anual del 30%. Así, desde 1982, su número se ha reducido de aproximadamente 115.000 hembras reproductoras a las menos de 3.000 que quedan hoy en día, es decir, un declive del 97%.
Las tortugas marinas representan un mecanismo de alerta de la salud del mar, y lo que nos están indicando es «muy alarmante», aseguraron los investigadores norteamericanos, que recuerdan que la tortuga laúd siete filos ha habitado en los océanos desde los trópicos hasta el Ártico desde el tiempo de los dinosaurios, hace más de 100 millones de años.
Además de esta especie de tortuga, otras, como la carey y la lora, están en la lista roja de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN), como especies críticamente amenazadas, al igual que la de concha de piel. También están en peligro las tortugas negras, amarillas y golfinas, así como la de concha plana, que habita sólo en la costa norte de Australia.
Una de las prácticas que más perjudica a las tortugas marinas es la pesca con grandes redes, algunas de más de 140 kilómetros, que cuentan con cerca de 8.000 anzuelos y en las que las tortugas quedan atrapadas y terminan muriendo.