Medio centenar de especies de plantas submarinas forman auténticas praderas sumergidas en profundidades costeras de todo el planeta, a decenas de metros bajo el nivel del mar. Los científicos las consideran uno de los ecosistemas más valiosos por sus numerosas funciones y la biodiversidad que albergan.
Estos bosques subacuáticos son esenciales para la depuración de las aguas, gracias a su producción de oxígeno, el reciclaje de nutrientes, la prevención de la erosión o la protección de la línea costera y de las playas. También actúan como sumidero de CO2, evitando que este gas de efecto invernadero escape a la atmósfera. Por ejemplo, sólo en el Mediterráneo absorben anualmente medio millón de toneladas de CO2, según las investigaciones del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA) y la Fundación BBVA. Asimismo, una gran cantidad de especies animales encuentran refugio y alimento en estas praderas sumergidas, siendo básicas para su supervivencia.
En apenas dos décadas han desaparecido de los fondos marinos mundiales unos tres millones y medio de hectáreas de estos bosques sumergidosDesgraciadamente, según la organización ecologista Oceana y la Fundación Santander Central Hispano (FSCH), la pérdida de estos bosques submarinos lleva un ritmo frenético, superior incluso al de los bosques tropicales. En apenas dos décadas han desaparecido de los fondos marinos mundiales unos tres millones y medio de hectáreas, lo que equivale aproximadamente al 20% de la superficie que había en los años ochenta. El Mediterráneo es uno de los mares más afectados, al haberse perdido ya casi la mitad de su extensión. Además, el lento crecimiento de estas plantas y su escasa producción de semillas hacen que su recuperación pueda llevar siglos.
Según los científicos, el calentamiento de las aguas del planeta, la erosión del litoral, el aumento del nivel del mar, la explotación urbanística residencial, las instalaciones náuticas, la pesca de arrastre, los vertidos urbanos, agrícolas e industriales y, en especial, la alteración de las características naturales de la costa, arrasan o dejan desprotegidas a estas plantas.
Sin embargo, pese a su importancia, sólo la Posidonia oceánica cuenta con un tratamiento especial: La legislación europea la incluye como hábitat protegido y prioritario, y la UNESCO, al declarar la ciudad de Ibiza patrimonio de la humanidad, extendía la protección al fondo de posidonias. Por ello, asociaciones conservacionistas como Oceana proponen un plan de gestión que abarque un número de hábitats protegidos más amplio.
Asimismo, la investigación de estos ecosistemas también puede ayudar a su conservación. Por ejemplo, un equipo de científicos del IMEDEA estudia la evolución de los bosques sumergidos de Baleares, en el contexto de una investigación que pondera además el impacto del cambio climático. En esta zona se encuentran las poblaciones de posidonia más importantes de España, con una extensión de hasta 2.000 kilómetros cuadrados.
Por su parte, Oceana y la FSCH investigan en aguas de Almería, al encontrarse en su fondo cuatro especies (posidonia oceánica, cymodocea nodosa, zostera marina y zostera noltii), presentes en todos los países costeros de la Unión Europea (UE). Su objetivo es presentar a las autoridades comunitarias, a principios de 2007, una propuesta para proteger estas especies vegetales.
Afortunadamente, los científicos también ofrecen motivos para la esperanza: Según un equipo del Departamento de Ciencias Marinas y Biología Aplicada de la Universidad de Alicante, los bosques de posidonia oceánica del Mediterráneo se recuperan si se les cuida, independientemente del impacto medioambiental global. Por ello, estos investigadores aseguran que se puede favorecer la recuperación en áreas degradadas a largo plazo si las administraciones ponen remedio.
La variedad y función ecológica de estas comunidades vegetales hacen que algunos expertos las traten como auténticas selvas amazónicas submarinas. En Europa se pueden encontrar por ejemplo diversos bosques de algas laminariales, tanto en el Atlántico como en el Mediterráneo. Las especies más habituales en estos ecosistemas son Saccorhiza y Laminaria.
Asimismo, los quelpos, los mayores organismos vegetales de las profundidades marinas, son grandes algas pardas que generan un hábitat muy similar a un bosque terrestre. El mayor quelpo del planeta es el quelpo gigante (Macrocystis pyrifera): Puede alcanzar los 30 metros de altura y se distribuye en las costas pacíficas de América entre Alaska y Baja California (México), en las costas sur de Chile y Argentina, en aguas de Nueva Zelanda y Australia, así como en Sudáfrica. Además de su alto valor ecológico, muchas especies de quelpos tienen una gran importancia en industrias como la alimenticia, farmacéutica, cosmética, la de las pinturas o de la construcción.