En el mundo hay más de 80 millones de personas que han tenido que huir de sus hogares. Según los datos más recientes de ACNUR —la Agencia de la ONU para los Refugiados—, esta es la situación del 1 % de la población mundial. Las condiciones de vida de estas personas están muy lejos de ser aceptables en términos de seguridad, alimentación, salud o educación: su vida está rodeada de amenazas. Además de los conflictos bélicos, el cambio climático es otra de las causas estructurales que fomentan los desplazamientos no deseados.
Desde que a finales del año 2000 las Naciones Unidas decidiera establecer el 20 de junio como el Día Mundial del Refugiado, en el Comité español de ACNUR aprovechamos esta fecha para visibilizar y poner en valor la situación de los más de 80 millones de personas que se han visto obligadas a huir de sus hogares a causa de la violencia, el conflicto y la persecución. Al mismo tiempo, concienciamos sobre otras causas estructurales que fomentan o recrudecen este desplazamiento. Este año, desde nuestra organización queremos poner el foco en el cambio climático.
Antes de que se declarara la pandemia de covid-19, la emergencia climática ya estaba definiendo las agendas y crisis de nuestro tiempo. Durante más de un año, esta ha quedado relegada a un segundo plano, aunque sus efectos no han dejado de notarse en nuestro planeta, dificultando la vida, aún más, a muchos millones de personas.
Desastres climáticos: 30 millones de desplazados en 2020
Según el Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (IDMC), en 2020 los desastres relacionados con el clima provocaron el desplazamiento de más de 30 millones de personas; la cifra más alta desde 2012.
Las repercusiones de la crisis climática son, a menudo, silenciosas, pero devastadoras. Cada año, el calentamiento del planeta provoca millones de desplazados climáticos, hambre, muerte y devastación. La mayoría de las personas desplazadas permanecen dentro de sus países de origen y no pueden regresar a sus hogares porque estos han desaparecido a causa de ciclones, huracanes, inundaciones, terremotos, sequías, erupciones volcánicas y temperaturas extremas. Así, estas personas se convierten en desplazadas internas o se ven obligadas a buscar seguridad en otros países.
El cambio climático está multiplicando los efectos de otras amenazas que provocan desplazamiento: acrecienta la pobreza e intensifica la presión sobre los recursos, lo que puede agravar o generar conflictos y violencia.
Como la covid-19, el cambio climático es uno de los grandes desafíos que la humanidad tiene que afrontar en la actualidad. Hay muchas vidas humanas en juego. Si no hacemos nada, las consecuencias podrían ser catastróficas para millones de personas en el mundo.
Según las últimas investigaciones, sin una acción climática contundente y una reducción significativa del riesgo de desastres climáticos, en 2050, 200 millones de personas necesitarán ayuda humanitaria cada año debido a los efectos del cambio climático. Esta cifra es el doble de los 108 millones de personas que hoy en día necesitan ayuda a causa de los desastres naturales. En solo 10 años, esta cifra podría incrementarse en un 50 %.
Firmas para proteger el medio ambiente
Desde el Comité español de ACNUR somos conscientes de que la protección de las personas desplazadas está directamente relacionada con la protección del medio ambiente. Un medio ambiente cuidado proporciona una mejor protección tanto para los desplazados como para aquellas comunidades que los han acogido.
Y para lograr este objetivo, hemos lanzado una campaña de firmas contra el cambio climático. Con ella queremos presentar en noviembre a la ONU 500.000 rúbricas con motivo de la COP 26 (Cumbre del Clima), y así pedir a los gobiernos que actúen contra el cambio climático, ya que no solo es una de las principales causas de desplazamiento forzado de personas, sino que, además, afecta sobre todo a las que ya están desplazadas.
Con el apoyo y la implicación de muchos, podremos acabar con los desplazamientos de miles de personas a causa del cambio climático. Este nos afecta a todos, pero en especial, a las personas refugiadas porque no tienen recursos para defenderse.