El progresivo abandono de la agricultura tradicional o local, en favor de semillas procedentes de fuera de nuestras fronteras buscando mayor productividad y cultivos que necesiten menos cuidados, ha llevado en muchos casos a que determinadas variedades agrícolas estén en verdadero peligro de extinción.
En este sentido, la región macaronésica (Canarias, Azores, Madeira y Cabo Verde) no sólo es rica en endemismos de flora silvestre, también lo es en vegetación agrícola con multitud de variedades autóctonas o algunas que no se dan en Europa, ya no sólo por su latitud sino porque al ser archipiélagos atlánticos y, por tanto, lugares de paso, fueron introducidas en su momento pero se han adaptado perfectamente al clima, al tiempo que el origen volcánico de estos archipiélagos ha favorecido que las variedades se hayan desarrollado de forma diferente. Así lo explica Fermín Delgado, gerente del proyecto Germobanco Agrícola de la Macaronesia, financiado por la Unión Europea (UE) y que, aunque iniciado en julio del año pasado, entra ahora en su segunda fase con la incorporación de Azores y la asociación de Cabo Verde. Más adelante se espera que los países de la Macaronesia continental (Marruecos, Mauritania y Senegal) se incorporen de forma escalonada.
Unas 700 variedades
El objetivo del proyecto es poner a salvo aquellas variedades que conforman la identidad agrícola de la Macaronesia. Se trata de recolectar todo el material vegetal, tenerlo en cuarentena, sanearlo en el caso de que sea necesario y finalmente conservarlo. Hasta el momento, en los meses transcurridos desde su puesta en marcha en Canarias y Azores, se han recolectado unas 700 variedades. Los criterios que se siguen para que una determinada variedad y no otra pase a engrosar esos bancos de germoplasma son de emergencia genética, pero también sociales, económicos y paisajísticos, explica Delgado. En este sentido, es importante el rescate de variedades asilvestradas, un fenómeno poco aprovechado y que puede suponer que algunos cultivos considerados desaparecidos, como el garbanzo negro, la cebada romana o la lenteja colorada, puedan ser recuperados.
En el caso de Canarias, habría que citar entra las variedades más emblemáticas las papas de color (con una veintena de variedades recogidas), la batata, el ñame, las cebollas de Guayonge, los ajos de Tamaimo, y también los frutales de medianía, como almendros e higueras. Entre estas últimas hay algunas variedades de origen prehispánico, que servían de alimento a los primitivos habitantes de las islas.
Aunque en un principio la idea era constituir un único banco de conservación de los recursos fitogenéticos, se ha pasado a un banco virtual con varios centros físicos de conservación del material vegetal en distintas islas de Canarias, Azores y Madeira. Para ello se ha desarrollado una innovación tecnológica de carácter informático que permitirá que estos centros estén conectados, y supondrá la creación de una importante base de datos de naturaleza científica.