Las principales organizaciones ecologistas y diversos expertos antinucleares argumentan el cierre definitivo de estas instalaciones, mientras que sus responsables y los expertos favorables al uso de la energía nuclear con fines pacíficos ofrecen explicaciones contrapuestas para defender su continuidad e incluso la construcción de nuevas centrales. Cuestiones clave como la seguridad de las instalaciones, el almacenamiento de los residuos y la radiactividad, su sustitución por energías renovables, su efecto en la factura eléctrica de los consumidores, las reservas de uranio, o el impacto laboral de un hipotético cierre enfrentan con argumentos y contra-argumentos a unos y otros.
¿Son las centrales nucleares en España seguras?
Los ecologistas afirman que estas instalaciones registran en España diversos fallos de seguridad, algunos de ellos muy importantes, por lo que ponen en riesgo el medio ambiente y la salud pública. Por ejemplo, recuerdan el cierre de Vandellós I (Tarragona) en 1989, a causa del incendio que sufrió esta central. Por ello, los ecologistas insisten en continuar con la moratoria que impide sustituirlas por otras centrales nuevas y abogan por su desmantelamiento progresivo.
Por su parte, los defensores de las centrales nucleares reconocen la existencia de fallos, pero niegan que se haya puesto en peligro la seguridad de los ciudadanos. En este sentido, aseguran que las centrales nucleares españolas, al igual que las del resto del mundo, son las instalaciones industriales más seguras. Desde su entrada en funcionamiento, subrayan, ninguna de las ocho centrales españolas ha producido muertos ni heridos. Los expertos en esta tecnología también destacan que no hay riesgos de explosiones: el mayor accidente nuclear de la historia, Chernobil, fue provocado por un incendio y una cadena de errores humanos y fallos de seguridad impensables en las actuales centrales.
¿Qué va a ocurrir con los residuos?
Los detractores de las centrales nucleares recuerdan que los residuos radiactivos siguen siendo su gran asignatura pendiente. España sufre además el problema añadido de la falta de un cementerio nuclear del que ya disponen otros países. Todas las centrales españolas guardan sus propios desechos de alta actividad atómica, pero su capacidad está llegando a su límite. Aunque ya hay varias localidades que se han propuesto como candidatas para este almacén de residuos, por el momento no se ha tomado ninguna decisión. Se estima que estos desechos emiten radiación durante decenas de miles de años y almacenarlos sólo entre 1985 y 2070 costará unos 13.000 millones de euros.
Por su parte, los pronucleares recuerdan que la tecnología actual permite almacenarlos de forma segura. El espacio tampoco sería problema, ya que un cementerio nuclear del tamaño de un campo de fútbol podría guardar los desechos de siglos de producción de muchas más de las centrales europeas actuales. Y se habla ya de centrales de cuarta generación, que podrán destruir e incluso reutilizar estos residuos como combustible en un futuro cercano, sin olvidar otras prometedoras tecnologías como la fusión nuclear, o los híbridos de fisión y fusión.
¿Su producción se puede sustituir por renovables?
Los ecologistas sostienen que la producción de energía nuclear es una de las causas del lento progreso de las renovables. Por ejemplo, aseveran que, dado que la crisis económica ha provocado la caída del consumo eléctrico, la imposibilidad de reducir la producción nuclear ha llevado a despilfarrar una parte de la energía eólica.
Los desechos emiten radiación durante decenas de miles de años y almacenarlos sólo entre 1985 y 2070 costará unos 13.000 millones de eurosAsimismo, las ONG ecologistas recuerdan que España produce más electricidad de la que consume, y de hecho, en 2008 exportó electricidad, principalmente a Portugal y Marruecos. Por ello, opinan que las centrales nucleares podrían sustituirse por otras fuentes de energía renovables.
Los defensores de las centrales nucleares en España las consideran indispensables en el actual mix energético, más si cabe ante la excesiva dependencia española del petróleo y del gas extranjero y su contaminante impacto. En este sentido, sostienen que la energía nuclear es hoy en día la tecnología más segura y limpia (no emite gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático) y por ello, defienden su prórroga y el abandono de la moratoria para poder construir más centrales nucleares.
En cuanto a su sustitución plena por las renovables, recuerdan que su elevado coste y su escaso desarrollo lo hacen impensable, y más si cabe cuando no se pueden producir de forma constante y predecible, sin olvidar que también pueden tener importantes impactos medioambientales.
¿Su cierre supondrá subidas del precio de la electricidad?
Los ecologistas aseguran que las únicas beneficiarias de la continuidad de las centrales son las empresas eléctricas que las han construido. La construcción de una central es muy costosa, pero su explotación es muy rentable para sus gestores, ya que entre otras cuestiones cobran la electricidad en función de la central que la produce al precio más caro. Asimismo, los ecologistas recuerdan que en la actualidad cuatro de las ocho centrales españolas están paradas sin que ello afecte a los precios. Por ello, sostienen que su cierre no debería suponer impacto alguno en la factura eléctrica que pagan los consumidores.
Por su parte, los responsables de estas centrales sí creen que el cierre de estas instalaciones podría aumentar el precio de la electricidad que pagan los consumidores, y recuerdan las millonarias inversiones que requieren las centrales para su correcto funcionamiento.
¿Quedan reservas de uranio?
Los antinucleares aseguran que falta medio siglo para que el uranio, principal combustible de las actuales centrales, deje de ser barato y fácil de extraer.
Los defensores de la industria nuclear mantienen que sigue siendo un elemento muy común y extendido por todo el mundo, al contrario que el petróleo o el gas. Las reservas de uranio de España son las segundas de Europa occidental, sólo que en la actualidad es más barato comprarlo a otros países. Pero con una demanda energética cada vez mayor, auguran, la extracción de estos yacimientos acabaría siendo competitiva. Mientras, los expertos en energía nuclear trabajan para aprovechar otras materias primas, como el torio, mucho más abundante que el uranio. Y remarcan que las centrales son también la mejor opción para deshacerse del plutonio militar, ya que podría reaprovecharse como combustible.
¿Cuál sería el impacto laboral del hipotético cierre de las centrales?
Las ONG ecologistas señalan que, en caso de cerrarse las centrales, los trabajadores podrían recolocarse en otras actividades industriales, así como en las tareas de su desmantelamiento, lo que incluso podría generar más empleos. Por ejemplo, el desmantelamiento de Vandellós I necesitó a 2.700 personas. Del mismo modo argumentan que, al parar esta actividad, los ecologistas razonan que la zona podría llenarse con otro tipo de sectores que hasta ahora no han querido ubicarse allí por miedo a la radiactividad.
Por su parte, los responsables de estas centrales sostienen que se pondrían en peligro miles de puestos de trabajo y se produciría un impacto económico para sus respectivas áreas de influencia de varios millones de euros.