Ciudades basadas en la eficiencia energética, el consumo de energías renovables, el aprovechamiento de los residuos o el transporte sostenible. Así son las “ciudades de baja energía”, un proyecto que pretende mejorar la calidad de vida y el medio ambiente de los ciudadanos europeos durante los próximos años. Algunas de las ciudades más importantes de Europa participan en esta iniciativa. En España, Figueres, Barcelona, Málaga, Pamplona y San Sebastián se han implicado en este objetivo. Este artículo explica qué son las ciudades de baja energía, señala las ciudades de baja energía en España y apunta cómo mejorarán las ciudades gracias a la baja energía.
Qué son las ciudades de baja energía
Las ciudades de baja energía son una iniciativa de Energy Cities. Esta asociación europea, creada en 1990, reúne a más de mil pueblos y ciudades de 30 países, desde las capitales más importantes a las urbes más pequeñas.
Las ciudades de baja energía serán muy diferentes a las actuales por la alta calidad de vida para sus ciudadanosGérard Magnin, director ejecutivo de Energy Cities, explica que, desde la revolución industrial, las ciudades han sido cada vez menos conscientes del impacto de su consumo de energía. Una ciudad «de baja energía» puede hacer mucho más de lo que parece para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, hacer frente al cambio climático o al agotamiento de los recursos, de forma que el medio ambiente también se beneficia.
Energy Cities creaba en 2006 la iniciativa «Imagine» para impulsar las ciudades de baja energía. Según sus impulsores, los objetivos energéticos de la Unión Europea se han encontrado con varios obstáculos. Su objetivo es, por tanto, ayudar a los responsables de las ciudades y a sus habitantes a que asimilen entre todos mejoras energéticas y urbanísticas durante los próximos años. La eficiencia energética, el consumo de energías renovables, el aprovechamiento de los residuos o el transporte sostenible son las principales herramientas.
Los integrantes del proyecto plantean treinta propuestas, agrupadas en cinco temas, para que cada ciudad asociada realice una iniciativa concreta: dar más capacidad de acción a los actores locales; conocer mejor los recursos y los flujos del territorio; redefinir el sector financiero en general; inventar nuevos sistemas de gobierno local; y crear planes urbanísticos para reducir el consumo de energía.
Los proyectos son muy diversos: en Almada (Portugal), una campaña para reducir el uso del coche privado o una estrategia local contra el cambio climático; en Antibes Juan-les-Pins (Francia), un plan para sensibilizar a los empleados municipales en el ahorro energético; en Fontenay Le Comte (Francia), un servicio de bicicletas eléctricas para funcionarios públicos; en Frankfurt-am-Main (Alemania), la generalización de las casas pasivas; en Kaunas (Lituania), la modernización del alumbrado público; en Kocevje (Eslovenia), la instalación de un sistema de calefacción distribuido con biomasa; etc.
Ciudades de baja energía en España
Varias ciudades españolas forman parte de Energy Cities. Una de las más implicadas en fechas recientes es Figueres. Esta localidad catalana del Alto Ampordá participa en el proyecto Interreg IV-C para realizar seminarios e intercambio de experiencias entre los socios hasta 2014. Otros proyectos pasan por impulsar sistemas de energía renovable en la plaza Catalunya, aerogeneradores en la comarca, un programa para el reciclaje de profesionales de la energía o el transporte eléctrico. Su alcalde, Pere Giró, es hasta abril de 2013 uno de los once responsables del equipo directivo de Energy Cities.
Barcelona, Málaga, Pamplona y San Sebastián integran también la citada asociación, con diversos proyectos en marcha. La ciudad condal trabaja en un plan de acción territorial sobre bio-residuos, el diseño de un código urbano para favorecer ir a pie y en bicicleta o un plan de energías sostenibles. Málaga desarrolla un plan para potenciar la energía renovable en la ciudad. Pamplona ha equipado varias escuelas con paneles fotovoltaicos. Y la capital guipuzcoana implementa un sistema de distribución de mercancias más eficiente.
Cómo mejorarán las ciudades gracias a la baja energía
Según sus impulsores, las ciudades de baja energía serán en 2050 muy diferentes a las actuales, no tanto por su aspecto físico, sino por la alta calidad de vida para sus ciudadanos, la forma de vivir en ellas y utilizar sus servicios:
- Los nuevos edificios no usarán energía fósil, reducirán o eliminarán sus emisiones contaminantes y de CO2 y la mayoría de ellos generarán electricidad, gracias a la construcción pasiva, un buen aislamiento o los techos con paneles de energía solar térmica y fotovoltaica. El diseño integrará un parking para bicicletas. La mayoría de los sistemas de calefacción se basarán en la cogeneración.
- Los planes urbanísticos serán «verdes», con una escala «humana». Los precios del combustible (y el envejecimiento de la población) pondrán fin a la fragmentación urbana y la expansión horizontal iniciada en la década de 1970 y apoyada en el uso masivo del coche privado. El alumbrado se basará en sistemas de bajo consumo y se priorizará la luz natural.
- Los ciudadanos protagonizarán los espacios públicos (plazas, calles, etc.) y disfrutarán de amplias zonas verdes y conectadas con la naturaleza. Las calles estarán protegidas contra el tráfico de los coches privados, que habrán disminuido de forma considerable para utilizarse en casos muy específicos. Los viajes se harán de forma mayoritaria a pie, en bicicleta (incluidas las eléctricas y vehículos de dos o tres ruedas) y en transporte público.
- La energía provendrá de forma principal de fuentes renovables (solar, madera, geotérmica y eólica) o de energía a partir de desechos (basura doméstica, cogeneración). La pobreza energética desaparecerá.