La calefacción se lleva, de media, casi la mitad de la energía utilizada en los hogares españoles y gran parte de ella se desperdicia, según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Reducir este consumo sin perder confort es posible y beneficiará tanto al bolsillo como al medio ambiente. Mejorar el aislamiento térmico del edificio, incorporar sistemas más eficientes de climatización o utilizar energías renovables son otras medidas para no pasar frío de forma más ecológica y económica.
Mantener la temperatura adecuada sin derroches
En primer lugar, no hay que abusar de la temperatura. Por cada grado menos se ahorra entre el 1% y el 3% de la factura eléctrica. Mantener la vivienda a 20º es suficiente para no pasar frío. Un buen pijama de manga larga o reutilizar ropas cálidas que ya no se sacan a la calle ayudan a mantener el calor corporal sin necesidad de aumentar el gasto en calefacción. Los dormitorios pueden estar incluso a entre tres y cinco grados menos con el apoyo de una buena manta o un buen edredón.
Por cada grado menos se ahorra entre el 1% y el 3% de la factura eléctricaEl tiempo también es importante. No hace falta tener la calefacción encendida todo el día, y mucho menos cuando se está fuera de casa o es de noche. Unas pocas horas bastan para mantener caldeadas las habitaciones, tras haber ventilado la casa y haber cerrado las ventanas. Un temporizador puede ser muy útil para controlar el tiempo y la temperatura, o para programar el encendido de la calefacción antes de llegar de la calle. La sensación térmica será más cálida y reducirá el consumo.
Un buen mantenimiento de los elementos de la calefacción es esencial. Una caldera en buen estado ahorra hasta un 15% de energía. En cuanto a los radiadores, no hay que cubrirlos ni colocar ningún objeto a su lado, ya que dificulta la difusión del aire caliente. Y antes de que empiece el invierno, conviene purgarlos para que expulsen el aire y calienten con el máximo rendimiento.
Las cortinas, estores y persianas pueden ayudar a regular la temperatura. Para ello, antes de ir a dormir hay que dejarlas cerradas y, por el día, hay que abrirlas para dejar entrar los rayos del sol. Se puede aprovechar el calor solar si se permanece en las habitaciones más iluminadas.
Tener un buen aislamiento térmico
Un mal aislante térmico puede desperdiciar en un edificio hasta un 30% de energía. Por este motivo, España malgasta una gran cantidad de energía, puesto que la mitad de sus edificios carecen de la protección térmica adecuada, según el IDAE y la Asociación Nacional de Fabricantes de Materiales Aislantes (ANDIMAT).
Los edificios antiguos suelen tener un peor aislante, así que cuando se realice alguna obra de rehabilitación puede ser buen momento para mejorar este aspecto. Las medidas pueden ser muy variadas: utilizar materiales aislantes en paredes, techos o cubiertas, así como en los equipos y redes de tuberías de las instalaciones de calefacción, climatización y producción de agua caliente sanitaria, incorporar ventanas y vidrios especiales, como los de doble acristalamiento, o instalar protecciones solares o puentes térmicos como los formados en las vigas estructurales.
Según los responsables del IDAE, la inversión se recupera entre los cinco y los siete años gracias a los ahorros conseguidos. Las instituciones obligan a las nuevas construcciones a cumplir unos mínimos de eficiencia energética y ofrecen ayudas para incorporar estos sistemas en la rehabilitación de casas ya edificadas. Los nuevos edificios se pueden diseñar de acuerdo a los sistemas de certificación más sostenibles y eficientes, que logran ahorros muy importantes de energía a lo largo de su vida útil.
Utilizar tecnologías eficientes y energías renovables para calentarse
El uso de sistemas más eficientes también puede contribuir a disminuir el consumo de calefacción. Hay tecnologías muy diversas: válvulas termostáticas en radiadores y termostatos programables (pueden ahorrar entre un 8% y un 13% de energía), bombas de calor tanto para invierno como para verano, climatizadores de tipo «inverter» (pueden ahorrar entre un 30% y un 40%), calderas de condensación de gas (pueden ahorrar hasta un 30%), etc.
Los sistemas renovables son una opción ecológica que reduce el consumo de energía convencional y aumenta el autoconsumo. La inversión inicial se amortiza más tarde o más temprano. Una calefacción alimentada con pellets (un tipo de biomasa), es un 60% más barata que con gasóleo. Las posibilidades son también diversas: climatización geotérmica que aprovecha el calor del subsuelo, paneles solares fotovoltaicos y térmicos, mini eólica, etc.