Los adornos navideños son elementos esenciales de estas fiestas. El abuso de algunos tradicionales, como el musgo o el acebo, ha supuesto su prohibición. En otros casos, un mal uso, como el del abeto, puede condenarles a su muerte. Los adornos alternativos ecológicos son una buena solución y, además de cumplir su función decorativa, suponen un buen entretenimiento como manualidades ecológicas para los pequeños de la casa. Este artículo ofrece varios consejos para que los adornos típicos navideños sean más respetuosos con el medio ambiente.
Belenes sin musgo, hay alternativas
El musgo y el acebo están prohibidos, pero hay adornos navideños ecológicosEl musgo formaba parte de la ornamentación vegetal ineludible de cualquier belén. Sin embargo, en la actualidad, su extracción de los montes está prohibida. Varias especies se catalogan como «en peligro de extinción» y se protegen legalmente. Su función ecológica es muy importante: captan la humedad y almacenan el agua; contribuyen a formar y fijar el suelo, de manera que evitan la erosión; y preparan el terreno donde irán más tarde otros vegetales. Los musgos también cobijan a multitud de pequeños invertebrados, esenciales para la calidad del suelo.
Varias alternativas naturales pueden sustituir al musgo, como serrín, corcho, arena, paja, hojas, corteza de árboles, etc. Una tabla de madera pintada se puede emplear también de base o como marco del belén. Otra posibilidad es reutilizar materiales domésticos, como telas de ropa que ya no sirven.
Acebo, también prohibido
El acebo (Ilex aquifolium) es, con la flor de Pascua y el abeto, una de las plantas representativas de la Navidad. Por su uso extensivo como adorno navideño hoy está en peligro. En las comunidades autónomas donde crece de manera natural, como Aragón, Asturias, Castilla y León o País Vasco, figura en sus respectivos catálogos de especies amenazadas. Por ello, cortar o arrancar acebo del monte está prohibido: puede conllevar una sanción administrativa de hasta 60.000 euros y penas que oscilan entre trabajos en beneficio de la comunidad y la prisión de cuatro meses a dos años, según el grado de destrucción.
¿Abeto natural o artificial?
Los árboles de Navidad naturales y artificiales tienen de por sí ventajas e inconvenientes ambientales. Los abetos naturales no sobreviven si no están en las condiciones adecuadas y no se cuidan bien, además de que proceden de plantaciones intensivas que consumen abundante agua, pesticidas y fertilizantes químicos. Los abetos artificiales son en su mayoría de plástico y si no son de buena calidad, duran poco y acaban en la basura, con el consecuente impacto ambiental.
En caso de elegir cualquiera de ellos, lo mejor es hacer una utilización responsable. Si se opta por un abeto natural, hay que conseguirlo con raíces y suficiente cepellón (tierra adherida), regarlo y alejarlo de la calefacción para mantenerlo con vida. Una vez que pasen las fechas navideñas, el árbol podrá tener una segunda vida. Cada vez más ayuntamientos cuentan con un servicio de recogida selectiva para trasplantarlos y, en caso de no sobrevivir, al menos poder reutilizarlos como abono. Otra opción es contactar con una ONG ecologista cercana para que asesore sobre las posibilidades. El abeto artificial puede ser una buena opción, si es de buena calidad para que pueda conservarse y aprovecharse durante muchos años. Otra alternativa es crear un árbol de Navidad a partir de envases reciclables o repartir ramas de pinos para evitar la tala indiscriminada.
Hacer nuestros propios adornos reciclados
Los adornos navideños pueden elaborarse en casa a partir de materiales reciclados. Para los pequeños del hogar puede ser una tarea recomendable para llevar a cabo unas manualidades ecológicas, una distracción para cubrir la multitud de horas libres de vacaciones y un estímulo para proteger el medio ambiente. Al hacerlos de forma artesanal, los adornos se pueden personalizar y conseguir así algo único y más llamativo.
Las posibilidades son muy diversas y los materiales necesarios con frecuencia están al alcance de cualquiera o, al menos, de manera sencilla y económica: papel, cartulinas, tijeras, pegamento, pinturas, rotuladores, piñas, ramas y hojas secas, papel de periódicos o revistas, etc.
Luces, de bajo consumo y en su justa medida
El consumo de energía implica diversas consecuencias negativas para el medio ambiente, como contaminación o impacto en el cambio climático. Las luces navideñas deberían llevar lámparas de bajo consumo, dosificarse mediante temporizadores y evitar derroches, como que queden encendidas en sitios donde nadie las ve.
Y después de Navidades, guardarlo todo bien
La conciencia ecológica tiene que estar presente también una vez que se hayan acabado las fiestas. Todos los adornos y demás elementos decorativos navideños pueden guardarse para utilizarse los próximos años y reducir así la generación de residuos, que crece durante estas fechas.