El ritmo de desaparición de las abejas se ha acelerado en los últimos años de forma preocupante. El papel de estos insectos polinizadores es clave para el mantenimiento de los ecosistemas o la producción de alimentos básicos. Por suerte, los ciudadanos pueden realizar varias acciones que contribuirán a cuidarlas y mejorar su estado. Este artículo ofrece siete consejos para ayudar a las abejas.
1. Conocer el mal estado de las abejas y cómo nos afecta
Las abejas desaparecen en todo el mundo desde hace décadas y, en los últimos años, el ritmo se ha acelerado, como alertan instituciones como el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Incluso se ha acuñado el término «síndrome de despoblamiento de las colmenas» para referirse a las pérdidas repentinas de sus colonias. Los científicos han detectado más de una docena de factores negativos que inciden por separado o en conjunto, como el uso indiscriminado de insecticidas, en especial los denominados neonicotinoides, hongos, parásitos, contaminación atmosférica, cambio climático, etc.
El problema es más importante de lo que parece. Las abejas sirven para mucho más que hacer miel. Su papel como polinizadoras es clave en la naturaleza y en la economía: según datos del PNUMA, de las cien especies de cultivos que proporcionan el 90% de la comida mundial, más del 70% se polinizan gracias a las abejas.
2. Plantar flores y plantas beneficiosas para las abejas
El «Global Beekeeping» aumenta en el mundo: producir miel en una colmena urbana y ayudar a las abejasLas abejas pueden utilizar una gran variedad de flores y plantas para alimentarse con su néctar y polen y fabricar la miel, pero tienen sus preferencias. Por ello, una ventaja ambiental más de poner en marcha un huerto urbano, ya sea en solitario o con otras personas cercanas, es la de plantar y cultivar estas especies «pro abeja». Si no se tiene un terreno disponible o se quiere empezar poco a poco, otra opción es plantarlas en casa: una pequeña terraza, un balcón, el alféizar de una ventana o un patio pueden convertirse en un «huerto urbano mini».
Las flores y plantas que harán las delicias de las abejas son muy diversas: lavanda, salvia, cilantro, tomillo, hinojo, borraja, azafrán, anemona, geranio, caléndula, amapola, girasol, heliotropo, albahaca, madreselva, melisa, violeta, tulipán, romero, orégano, etc.
3. Convertirse en un apicultor urbano
Cada vez más personas de todo el mundo apoyan el movimiento «Global Beekeeping»: montar una colmena urbana para producir miel y, de paso, ayudar a las abejas. Paradójicamente, tienen más posibilidades en la ciudad que en el campo, al carecer de buena parte de las amenazas que sufren. Además, como disponen de más cantidad y variedad de flores en parques y jardines, la calidad de la miel urbana puede ser incluso mejor que la rural. En grandes poblaciones como Londres, París o Nueva York hay colectivos de apicultura urbana muy activos. En España todavía es poco conocido, aunque ya hay algunas iniciativas, como en Barcelona o Córdoba.
4. Colaborar en iniciativas de apoyo a las abejas
Diversos colectivos ambientalistas y de apicultores han puesto en marcha iniciativas populares para llamar la atención sobre el problema de las abejas y recabar el apoyo de los ciudadanos: la campaña «Salvemos a las abejas» de la ONG ecologista Greenpeace lleva más de 260.000 firmas para solicitar a las autoridades españolas que protejan a estos insectos; la Fundación Amigos de las Abejas organiza charlas, cursos de apicultura, visitas a colmenares, etc. para sensibilizar a la sociedad y las instituciones; el proyecto Ecocolmena propone apadrinar una colmena desde casa y poder visitarla; etc.
5. Avisar a expertos de posibles daños a las abejas locales
Las abejas sufren diversas amenazas en su hábitat. El impacto del ácaro Varroa, originario de Asia, ha producido que sea casi imposible para las abejas montar enjambres, es decir, colmenas en plena naturaleza. Otra especie invasora que daña a las abejas es la avispa asiática, ya que saquea las colmenas y mata a sus huéspedes, incapaces de hacerlas frente. Si se observa alguna de ellas, se puede avisar a las autoridades ambientales o locales o a los propios apicultores de la zona.
6. Comprar productos apícolas locales
El consumo de productos de kilómetro cero es una práctica beneficiosa para el medio ambiente y la economía local, que en el caso de la apicultura también ayuda a salvar a las abejas. Merece la pena adquirir miel, jalea real o cera producida en espacios naturales cercanos, las cuales poseerán por ello unas características peculiares.
7. Respetar su espacio natural
Una razón más para cuidar del medio ambiente y actuar de forma respetuosa al encontrarse en un espacio natural es la protección de las abejas. Cualquier acción que impacte en sus colmenas o en las plantas y flores de las que viven también las perjudica. Por ejemplo, los incendios forestales no solo dañan a los bosques que queman, sino también a los ecosistemas y las especies que los habitan, como las abejas.