La contaminación del aire urbano provoca 16.000 muertes prematuras en España, 370.000 en Europa, según diversas estimaciones. El tráfico rodado es el principal causante de este problema, en especial, los vehículos diésel. Para combatirlo, las instituciones, las empresas y los consumidores pueden asumir diversas iniciativas.
Conocer el problema de la contaminación y exigir medidas a los causantes
La industria, desplazada a otros entornos, ya no es en la actualidad el principal emisor de los malos humos de las ciudades, sino el tráfico rodado, causante hasta en un 80% de la contaminación urbana.
El transporte, en especial los vehículos diésel, generan una contaminación invisible pero con importantes efectos nocivos para los ciudadanos. Las partículas finas, mucho más delgadas que un cabello humano, pueden inhalarse y provocar problemas respiratorios, cardiovasculares e, incluso, cáncer.
La contaminación del aire urbano provoca unas 16.000 muertes prematuras cada año en EspañaLa Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) asegura que esta contaminación provoca unas 16.000 muertes prematuras cada año en España, siete veces más que los fallecidos en accidente de tráfico. Por su parte, la Unión Europea estima que estas partículas, junto con el ozono troposférico, son responsables de la muerte prematura cada año de unas 370.000 personas en los Estados miembros.
Los fabricantes de automóviles pueden desarrollar sistemas menos contaminantes. Los motores diésel, más nocivos en sus emisiones, pueden reducir su polución mediante filtros específicos. Las refinerías pueden añadir aditivos en los carburantes para limitar su impacto ambiental.
Por su parte, las centrales térmicas, otro de los principales emisores, también pueden incluir tecnologías de filtrado. Es el caso de los sistemas de reducción catalítica selectiva, que generan menos cantidad de óxido de nitrógeno durante la combustión.
Apoyar medidas preventivas
Según un informe de la OCDE, las medidas previstas en la Estrategia Europea para reducir la contaminación atmosférica suponen ahorros seis veces superiores a las inversiones necesarias para su control. Además, una vez que se contamina, es muy difícil y costoso neutralizar estos efectos. Las posibilidades de reducir a corto plazo el ozono troposférico con medidas correctoras son mínimas. Para hacer frente a una lluvia ácida, se pueden agregar determinadas sustancias correctoras, pero son técnicas caras que no siempre garantizan resultados. Por ello, la prevención es esencial.
Las instituciones podrían impulsar diversas iniciativas que los consumidores pueden apoyar y exigir. El uso del transporte colectivo sería una de ellas. Bonos más económicos, en especial en los días que puede haber más contaminación, o aumentar la red de transporte público y su periodicidad fomentaría su uso entre los consumidores y llevaría a más de uno a dejar el coche privado.
Londres restringe la entrada a los coches más contaminantes
Otra posible medida sería la generalización de vehículos más ecológicos, como los híbridos o los eléctricos. Se podría fomentar la construcción de postes de recarga eléctrica, la concesión de ayudas y subvenciones para la compra o el alquiler de estos vehículos, o la inversión en proyectos de I+D para mejorar estas tecnologías. Y por supuesto, se debería impulsar el uso de la bicicleta. El aumento de los carriles bici, las zonas 30 o los sistemas de préstamo públicos son algunas iniciativas para potenciar este medio de transporte.
Algunos países han puesto en marcha diversas ideas, como las zonas de baja emisión, donde se prohíben los vehículos más contaminantes, los semáforos que se ponen en rojo cuando se detecta un nivel alto de partículas finas o el límite de la velocidad a 30 km/h por los cascos urbanos. El ayuntamiento de Londres restringe la entrada a los coches más contaminantes, mientras que en Alemania se obliga a los vehículos diésel a utilizar catalizadores para circular por sus ciudades.
El apoyo a los sistemas de eficiencia energética también ayudaría, ya que se podrían conseguir reducciones imporantes en el consumo de energía sin afectar al confort.
Las investigaciones para detectar y conocer más acerca de este tipo de contaminación son también muy importantes. El mayor estudio hasta la fecha sobre partículas contaminantes finas lleva en marcha en París desde hace dos años. Sus responsables forman parte del proyecto Megapoli, que pretende evaluar el impacto de la contaminación atmosférica en los grandes núcleos urbanos y en el cambio climático.
Aprobar leyes para mejorar la calidad del aire y velar por su cumplimiento
En 2007 se aprobó la Ley de Calidad del Aire y Protección de la Atmósfera, que traspone la normativa europea sobre esta cuestión. Si se aplica de forma correcta, sus responsables estiman que en Europa se podrían evitar 140.000 muertes al año y ahorrar 42.000 millones de euros en atención sanitaria.
Entre otras cuestiones, la Ley de Calidad del Aire señala que si se superan los niveles de contaminación, las comunidades autónomas y ayuntamientos deben elaborar planes de reducción y de movilidad. A pesar de ello, Ecologistas en Acción asegura que en muchos casos las instituciones no tienen planes de acción y que la información al ciudadano no es adecuada.
En definitiva, las directivas comunitarias sobre calidad del aire son cada vez más estrictas, pero los responsables comunitarios señalan que casi ninguno de los Estados miembros, incluido España, cumple los límites.
Datos veraces y actualizados
Ocultar la realidad o aportar información sesgada o basada en mediciones poco fiables no elimina la contaminación, sino más bien lo contrario. Los ciudadanos pueden pensar que no hay problema o no es grave y seguir con sus hábitos contaminantes. Además, saber dónde y cuándo hay más contaminación puede ser útil para evitar realizar en ese momento actividades al aire libre. En Londres se informa cada día en los medios de comunicación sobre la previsión de la calidad del aire por zonas y grado de contaminación.