La tecnología «Gas A Líquido» (GTL en sus siglas inglesas) permite la transformación del gas natural en combustible líquido, como la gasolina diesel. En la actualidad hay una docena de instalaciones en el mundo, impulsadas por las pocas multinacionales capaces de contar con las amplias fuentes de gas necesarias y de hacer frente a las elevadas inversiones en infraestructuras.
Se trata de un proceso derrochador, al perderse en la conversión aproximadamente el 45% del gas naturalLas plantas de GTL se basan en una tecnología inventada en los años 20, denominada Fischer-Tropsch (FT), si bien en los últimos años se han patentado diversas mejoras y métodos similares. En cualquier caso, se trata de un proceso derrochador, al perderse en la conversión aproximadamente el 45% del gas natural. Así, para hacer un barril del combustible son necesarios unos 283 m3 de gas. En este sentido, una planta que pretenda producir 100.000 barriles al día necesita una inversión de unos 1.870 millones de euros.
No obstante, con el fin próximo del petróleo y las esperadas subidas de los precios, este tipo de sistemas están empezando a ser cada vez más interesantes. Asimismo, las reservas potenciales de gas, incluidas las fuentes no convencionales (como el metano en capas de carbón), estimadas en 20.000 trillones de metros cúbicos (m3), son un recurso que las empresas del sector no quieren perderse.
Según sus impulsores, esta tecnología presenta diversas ventajas:
- Se obtiene un combustible más «ecológico», al contener apenas azufre y generar menos gases, por lo que contribuye a reducir el efecto invernadero
- Es más eficiente, al tener un alto índice de cetano
- Su uso no requiere ninguna modificación en los motores actuales, por lo que puede distribuirse en las estaciones de servicio convencionales
- Cubre la demanda insatisfecha de diesel, y permite reducir la dependencia energética del petróleo
Sin embargo, los ecologistas recuerdan que aunque el dióxido de carbono (CO2) no es emitido en la reacción de FT en sí misma, sí lo es en la etapa previa de gasificación y en la posterior combustión del gas de síntesis no convertido. Además, si bien el proceso de gasificación teóricamente permite la captura y secuestro del CO2, todavía ninguna planta incluye esta opción.
En definitiva, su uso es rentable sólo si el petróleo es particularmente caro o escaso, si algún obstáculo impide la comercialización directa del gas, o si se dispone de una fuente de gas natural cercana. En el caso de Europa no se trata de un sistema especialmente útil, ya que gran parte de los recursos de gas natural se encuentran fuera de sus fronteras.
Sudáfrica es uno de los países que más ha utilizado y desarrollado esta tecnología, tras los años de aislamiento energético por el Apartheid. La planta más veterana en activo de la actualidad, en Sasolburg, era puesta en marcha en 1955 por la empresa Sasol Chemicals, y aunque utilizaba carbón en sus comienzos, empezó a utilizar gas a partir de 2004. Asimismo, el país sudafricano cuenta con otras plantas en Secunda y en la bahía de Mossel, bajo la responsabilidad de Sasol Synfuels y PetroSA, respectivamente.
Qatar, que dispone de las terceras reservas naturales del mundo de gas, después de Rusia e Irán, cuenta con una planta, “Oryx”, desarrollada por Sasol Chevron y Qatar Petroleum, y otra en construcción, “Pearl”, impulsada por Shell y Qatar Petroleum. Por su parte, la multinacional Shell creaba en 1993 una planta en Bintulu (Malasia).
Países como Nigeria, China, Trinidad y Tobago, Irán, Egipto, Australia, Venezuela, Brasil o Indonesia albergan diversas plantas en fase de planificación o construcción. Las multinacionales norteamericanas ExxonMobil, Syntroleum y Rentech, la francesa Axens, la inglesa Davy, la alemana Choren, la noruega Statoil o la china ICC son algunos de sus principales impulsores.
El año pasado, tres firmas automovilísticas (Daimler-Chrysler, Renault y Volkswagen) y dos petroleras (Sasol Chevron y Royal Dutch Shell) formaron una alianza en Europa para promocionar este tipo de combustibles sintéticos. En este sentido, se tiene prevista la apertura de la primera planta GTL en Friburgo (Alemania) en 2007.