En el mundo hay 1.500 volcanes activos (se consideran así los que han erupcionado en los últimos 30.000 años). Hasta septiembre, este año se habían registrado más de 70 erupciones. Y en nuestro país, el 19 de septiembre despertaba el volcán Cumbre Vieja en la isla canaria de La Palma. Más de cincuenta días después, muestra menos energía y está estable, en lo que los expertos denominan “baja actividad”. Sus efectos sociales y económicos están siendo devastadores. Pero en lo que respecta al medio ambiente, ¿cómo afecta la erupción de un volcán a su entorno? ¿Cuánto y cómo contamina o transforma el medio? A continuación vemos su repercusión desde el punto de vista medioambiental.
Cómo afecta una erupción volcánica al medio ambiente
Consideraciones sociales y económicas aparte, «la erupción es un proceso natural; tenemos que considerar las erupciones como impactos naturales”, indica José Ramón Arévalo, catedrático de Ecología de la Universidad de La Laguna. Y, como cualquier impacto, provocan una serie de cambios en el entorno.
➡️ Un nuevo suelo
La creación de nuevo suelo iniciará una sucesión primaria (es decir, la que se inicia en un biotopo virgen, que no ha sido ocupado antes por otras comunidades), que tardará «unos miles de años en ser ocupado por una vegetación similar a la de los alrededores», según el experto.
En el caso canario, al ser de pequeña extensión, será intensa la llegada de propágulos (parte de una planta, hongo o bacteria que es capaz de desarrollarse y dar lugar a un nuevo organismo idéntico al que lo formó). Esto originará «ocupaciones de algún matorral en pocas décadas, y algunas especies invasoras particularmente competitivas en estos ambientes extremos, con respecto a las nativas», asegura.
Este cambio del estrato geológico y del suelo que se formará y durará miles de años «no es peor ni mejor, sino simplemente diferente». Y, de hecho, incrementa la heterogeneidad ambiental, lo cual aumenta también el número de especies, «ya que estas responden de forma automática a la diversidad del biotopo».
➡️ Cambios en la flora y fauna
Ni la flora ni la fauna «sufren» en sentido humano. Existen individuos de especies que serán eliminadas como consecuencia de las erupciones. En Canarias, dada la limitación del impacto de la colada, aunque suceda esto, «no es de esperar que tenga gran efecto en la diversidad como conjunto».
En opinión del experto, el hecho de que algunas especies endémicas aún sin clasificar puedan verse afectadas es «anecdótico, más relacionados con algún otro tipo de intereses más allá que la conservación».
En definitiva, la alteración natural del ecosistema no llevará a la pérdida de especies ni de flora ni de fauna, y «solo resultará en elemento dinámico de la sucesión de los ecosistemas».
➡️ Cenizas fertilizadoras
Las cenizas pueden cubrir tierras dedicadas a la agricultura, destruir cosechas o impedir la agricultura de manera temporal. Sin embargo, y contrariamente a lo que podemos pensar, también pueden ser «un elemento fertilizador de tierras y aguas someras costeras, siempre en la misma isla, revitalizando los procesos ecológicos», agrega el catedrático.
Y es que la ceniza tiene nutrientes como azufre y hierro, y sirve como fertilizante para las plantas, además de ser muy útil para conservar la humedad y ayudar así al crecimiento de las plantas.
Imagen: MonikaP
➡️ Emisiones de gases
Respecto a los gases, pueden alterar la calidad del aire. Se ha calculado que el volcán de La Palma emite entre 6.140 y 11.500 toneladas diarias de dióxido de azufre, una masa que podría llegar incluso hasta el mar Mediterráneo a través del norte de África, según algunos expertos.
Además, cuando las coladas llegan al mar, se originan nubes de gases tóxicos formadas por ácido sulfúrico, ácido clorhídrico y ácido fluorhídrico, y se produjo una elevación de la temperatura del agua.
Si bien los volcanes emiten dióxido de carbono, la actividad humana los supera en mucho: genera 60 veces la cantidad que liberan los volcanes cada año, según un estudio del investigador del Servicio Geológico de los Estados Unidos, Terry Gerlach.
Asimismo, las erupciones volcánicas más que calentar el planeta, hacen lo contrario; con frecuencia tienen un efecto opuesto. Al inyectar a la atmósfera aerosoles volcánicos, estos reflejan la luz solar de regreso al espacio, enfriando el clima global.
➡️ Lluvia ácida y tormentas
La erupción de un volcán puede provocar lluvias ácidas, que causa daños a cosechas y animales que comen la vegetación afectada. No ha sido el caso del Cumbre Vieja.
¿Puede afectar una erupción a zonas lejanas?
La erupción de un gran volcán sí afecta a zonas que están lejos, aunque depende de su magnitud y de la erupción. Así, la erupción del Monte Tambora (Indonesia) en 1815 produjo tantas cenizas y aerosoles que provocaron que en el verano de 1816 la temperatura de Europa no superara los 15 ºC.
Sin embargo, en el caso del Cumbre Vieja, se diluirá el efecto del volcán. «Dado el tamaño del evento», no es de esperar ningún impacto a larga distancia, «si no cambia radicalmente la situación actual», apostilla el experto.