Las especies invasoras pueden reducir la biodiversidad, propagar enfermedades, causar daños económicos millonarios y molestar a los ciudadanos, como lo muestran varios estudios tanto a nivel mundial como en España. Un grupo de investigadores internacionales ha creado un sistema para valorar cuánto perjudican en la vida cotidiana, de manera que se puedan priorizar con rapidez las acciones necesarias para hacerlas frente. Este artículo señala cuánto nos cuestan las especies invasoras y en qué consiste el nuevo método que las evalúa.
Cuánto nos cuestan las especies invasoras
Las especies invasoras son una amenaza importante para la biodiversidad y los ecosistemas naturales, puesto que pueden competir con las especies nativas y alterar los hábitats. Su impacto no se reduce al medio ambiente sino que también tiene fuertes repercusiones sobre la economía, la sociedad y la salud pública. Los ejemplos que pueden ponerse son muy diversos: el mosquito tigre (Aedes albopictus), originario del sudeste asiático, puede picar de día y de noche, está expandiendo enfermedades, como el dengue y la fiebre amarilla, en áreas donde no son endémicas y pone en riesgo las actividades al aire libre; el caracol manzana (Pomacea spp), de origen sudamericano, constituye un problema serio para la producción de los arrozales del Ebro; el jacinto de agua (Eichhornia Crassipes) obstruye canales y dificulta la navegación en el río Guadiana; la cotorra argentina (Myiopsitta monachus) molesta por el ruido que hace y compite con otros animales nativos; etc.
En Estados Unidos las pérdidas directas por especies invasoras junto a los costes de su control alcanzan los 137 billones de dólares anuales«Es costoso tanto el daño que puedan ocasionar como el manejo que hay que hacer», asegura Montserrat Vilà, profesora investigadora de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) en Sevilla. Esta experta en invasiones biológicas ofrece algunos datos sobre cuánto suponen: la retirada de más de 200.000 toneladas de jacinto del agua a lo largo de 75 kilómetros del Guadiana asciende a más de 14 millones de euros y los importes de reparación debidos a la invasión del mejillón cebra y las medidas de control en el Ebro a más de cinco millones. Se estima que en Europa han supuesto 12 billones de euros en los últimos 20 años. «Además hay muchos costes difíciles de valorar monetariamente, como por ejemplo el efecto en la pérdida de biodiversidad», apunta la investigadora.
Y no son las únicas cifras que pueden obtenerse. En Estados Unidos se estima que las pérdidas directas ocasionadas por especies invasoras junto a los costes de su control alcanzan los 137 billones de dólares anuales, según citaba un estudio publicado en la revista Ecosistemas por la propia Vilà junto a Jara Andreu, investigadora de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). En este trabajo, publicado en 2007, las científicas señalaban que en España se gestionan 109 especies vegetales exóticas en 14 comunidades autónomas, muchas de ellas en espacios protegidos, con un importe total de 50.487.637 euros, destinado en su mayoría a su reducción poblacional mediante métodos mecánicos.
Especies invasoras: cuánto dañan en la vida cotidiana
La cuantificación del gasto que producen las especies invasoras es complejo y, por tanto, dificulta las medidas para combatirlas. Por ello, un grupo de ecólogos de 24 instituciones, liderado por Sven Bacher, de la Universidad de Friburgo (Suiza), ha creado SEICAT, un sistema de análisis de riesgo que clasifica a las plantas y animales invasores en función del daño que puedan ocasionar y así poder manejarlas para mitigar sus impactos de manera más rápida. Basado en un método del Premio Nobel de Economía Amartya Sen, cuantifica mediante indicadores del estado del bienestar el efecto de las especies invasoras en aspectos importantes de la vida cotidiana y en la calidad de vida de las personas.
Vilà, una de las participantes en SEICAT, asegura que «es imposible manejar a todas las especies invasoras por igual. Este método nos permite priorizar y tomar decisiones». La investigadora explica que «se puede hacer para una región determinada o para una nación, permite comparar regiones y especies concretas. Una especie invasora será ‘peor’ que otra si, por ejemplo, su presencia reduce no solo la producción agrícola sino que deja de cultivarse; una especie invasora A con pinchos y espinas puede afectar poco a habitantes urbanos, pero generar mucho impacto en una población cuya subsistencia principal sea la ganadería y el ganado».
Para probar su utilidad, sus impulsores clasificaron los impactos de anfibios exóticos invasores a nivel global. El análisis demostró una amplia variedad de impactos sobre el bienestar humano, siendo el sapo de caña (Rhinella marina) el que produjo el máximo nivel. Paradójicamente, este sapo se introdujo para el control de plagas en muchas regiones, pero se ha convertido en una plaga en muchas de ellas, ya que los depredadores nativos, que podrían controlar su población, se mueren al comerlo por la toxicidad de su piel. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lo ha incluido en la lista de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo.
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