Cuando se trata de cuantificar las especies existentes sobre la Tierra, las estimaciones distan mucho de la unánime precisión existente en otros ámbitos científicos. Las cifras manejadas -que oscilan entre dos y cien millones de especies- hablan de una biodiversidad aún desconocida, que mantiene en vilo a los investigadores ante nuevos descubrimientos. No en vano, de los millones de especies que pueblan el planeta, sólo 1,4 millones han recibido nombre y, cada año, se descubren nuevas aves, grupos de vertebrados e insectos nunca antes descritos. A medida que progresa la exploración de ecosistemas poco conocidos como el suelo y las profundidades marinas, los hallazgos de especies sin identificar se hacen cada vez más comunes.
Mucho más escasos, y por tanto genuinamente sorprendentes, son los descubrimientos de nuevas especies de mamíferos. Los últimos han tenido lugar en los humedales del sureste asiático y en particular en la región de Vietnam, donde se encuentra uno de los más diversos y espectaculares conjuntos de especies de primates del mundo. De hecho, según informó la organización Flora y Fauna Internacional (FFI) la pasada semana, una expedición liderada por el experto suizo Thomas Geissman ha descubierto en el norte de Vietnam, en la provincia de Cao Bang, dos poblaciones de gibones orientales de cresta negra, simios de pequeño tamaño que se encuentran entre los más raros del mundo.
Grabaciones de sonidos
El pasado mes de abril, un equipo de biólogos de la FFI verificó la existencia de al menos ocho ejemplares en Cao Bong, cerca de la frontera con China, tras conseguir grabar los sonidos emitidos por un grupo de machos y hembras durante los prolegómenos del emparejamiento. La existencia de otros seis ha sido certificada por los cazadores locales, aunque su presencia no ha podido ser confirmada por la FFI. Tras rastrear cerca de 3.000 hectáreas de jungla durante cuatro meses, el equipo de Geissman encontró a los gibones de cresta negra a unos 250 kilómetros de Hanoi. Con este descubrimiento, la población total de gibones de cresta negra pasa a ser de entre 30 y 50 ejemplares. La existencia de 17 ha sido confirmada en el norte de Vietnam y se estima que, junto con otros 11, forman la población que se creía extinguida desde hace 30 años. Además, entre 14 y 20 sobreviven en una remota reserva natural de la isla de Hainan.
Los «gibones de cresta negra» forman una especie tan desconocida que carece aún de un nombre científico específico, siendo denominada con el genérico «Nomascus nasutus». Estos simios son de los pocos mamíferos monógamos y se organizan en grupos formados por dos adultos, macho y hembra, y entre uno y cuatro jóvenes gibones. En estado adulto, los simios, también conocidos como «gibones de Hainan», miden entre 65 y 80 centímetros y pesan unos 8 kilos. Se trata de una de las especies de simios sobre las que pesa una amenaza más apremiante de extinción. «Este descubrimiento es muy positivo porque renueva la posibilidad de proteger a estos mamíferos, pero no hay que olvidar que la situación de estas poblaciones es alarmante. Sin una acción inmediata y sostenida la primera extinción de primates del nuevo milenio ocurrirá en Vietnam», advirtió Trinh Dinh Hoang, biólogo de la FFI.
Primates amenazados
El 50% de las 230 especies de primates existentes en África, Asia y Sudamérica están amenazadas, con un total de 96 en peligro de extinción. Son especies conocidas por su inteligencia y por su importante papel en los sistemas forestales, donde contribuyen a dispersar las semillas de las plantas. Estudios recientes subrayan también su función de «especies paraguas», cuya protección supone también la protección de otras muchas criaturas. Sólo en Vietnam se encuentran 22 variedades de primate, 11 de ellas en situación de amenaza. Además, Vietnam comparte con Nigeria y Madagascar la «distinción» de reunir cinco de las 25 especies de primates en peligro de extinción de todo el mundo.
En el caso de los gibones de cresta negra, la caza -un medio de sustento tradicional en la región- y la destrucción de su hábitat, anuncian, al menos de momento, un futuro poco esperanzador. Su costumbre de saludar la aurora con un prolongado «concierto» de cerca de 12 minutos, en el que destaca un «solo» de la hembra, les hace aún más frágiles frente a la amenaza de la caza. De la puesta en marcha de programas adecuados de conservación animal depende su supervivencia.