La Sección Geofísica del Real Instituto y Observatorio de la Armada en San Fernando (ROA) ha desplegado un Observatorio Geofísico Submarino y Terrestre en el entorno de la Isla de Alborán con el fin de vigilar los movimientos tectónicos de la zona. El centro surgió cuando la institución detectó la necesidad de disponer de una estación sísmica de banda ancha en las proximidades de los hipocentros marinos, en la zona de mayor actividad sísmica en España, que está comprendida entre el Sur de la Península y las costas del Norte de África.
Gran parte de los epicentros de los terremotos ocurridos por esa zona se localizan en el mar. Por ello, con el fin de mejorar la determinación hipocentral y disponer de datos de alta calidad en la región, el ROA, junto a otras instituciones, desplegó el Observatorio de la Isla de Alborán. Se trata de un observatorio multiparamétrico, submarino y terrestre, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, la Universidad Complutense de Madrid (UCM), el Instituto Español de Oceanografía (IEO) y la propia Armada Española.
El despliegue del Observatorio ha supuesto la instalación de instrumental técnico, tanto en la parte terrestre como en la parte submarina. En tierra (en el faro de la Isla de Alborán), hay una estación permanente GPS y una meteorológica. La estación GPS está integrada en la red geodinámica del ROA y «permite el cálculo de las velocidades relativas de convergencia entre las placas euroasiática y africana en el entorno del mar de Alborán, además de contribuir en redes GPS europeas y mundiales», indicó el jefe del Servicio de Sismología de ROA, Antonio Pazos. Por su parte, la estación meteorológica de Alborán «constituye un excelente emplazamiento de medida para las variables meteorológicas (temperatura, presión, velocidad y dirección del viento, humedad, lluvia) que ayudan a mejorar los modelos existentes para la zona y de esta forma proporcionar mejores predicciones», añadió Pazos.
En la parte submarina también se instalaron varios equipos. Uno de ellos es un sismómetro marino de tres componentes que, al medir el movimiento del suelo, es capaz de detectar la llegada de ondas sísmicas producidas por los terremotos, tanto los locales como los grandes terremotos de ámbito mundial. También existe un acelerómetro marino de tres componentes, que complementa al sismómetro en los casos de fuertes terremotos en la zona más próxima. Otro de los instrumentos instalados es un sensor marino de presión diferencial (DPG), que mide las variaciones de presión y «tiene capacidad para poder detectar el paso de olas de Tsunami, caracterizadas por su gran velocidad de propagación y gran longitud de onda en alta mar», indicó Pazos.
Desde su puesta en funcionamiento, los científicos reciben datos de forma continua y se observan registros de los diversos terremotos ocurridos desde entonces. Actualmente se reciben datos GPS; meteorológicos (temperatura, presión, humedad, velocidad y dirección del viento, y lluvia); de velocidad y aceleración del suelo (sismógrafo y acelerómetro); y los procedentes de un sensor marino de presión diferencial (DPG).