La crisis de la covid-19 ha dejado patente la necesidad de rediseñar nuestra sociedad, nuestras ciudades y nuestras viviendas. El confinamiento llevó a muchas familias a no tener espacio suficiente para vivir tantas horas con los niños y niñas, y el necesario distanciamiento físico demuestra que nuestras urbes no están diseñadas para poder mantenerlo. Por eso, ha llegado el momento de parar, pensar y rediseñar. UNICEF ha publicado una guía con ideas, enfoques y medidas para planificar ciudades centradas en los niños y niñas. Su conocimiento en derechos de infancia, la iniciativa Ciudades Amigas de la Infancia y los programas en entornos urbanos le otorgan experiencia más que suficiente para aportar su grano de arena al diseñar una sociedad más accesible para todas las personas y en especial para niños, niñas y adolescentes.
A la hora de diseñar ciudades o entornos, hay que tener en cuenta las necesidades de la infancia y la adolescencia. Hablamos de lugares seguros que permitan a los niños y niñas probar sus límites, ensayar y desarrollar su autonomía, acceder a servicios en condiciones de equidad, hacer uso de las infraestructuras, interactuar con la naturaleza en espacios verdes, preservar su salud y bienestar físico, mental y social, así como iniciarse en el ejercicio de la ciudadanía a través de la participación.
Para dar una respuesta a estas cuestiones hay que incorporar, en la planificación y el desarrollo urbano, un enfoque pensando en la infancia y la juventud.
Responsabilidad con la infancia
La visión en Ciudades Amigas de la Infancia es que todo niño, niña y adolescente disfrute de su infancia y juventud y desarrolle todo su potencial a través del ejercicio igualitario de sus derechos en sus ciudades y comunidades. Las ciudades deben ser lugares propicios para impulsar las capacidades de los menores, y es necesario proveerles de los medios suficientes para que alcancen todo su potencial sin discriminación alguna.
Sin embargo, en ocasiones las desigualdades se acentúan, como por ejemplo a la hora de adquirir una vivienda digna, la distancia hasta el trabajo, la precariedad laboral… Todo ello puede hacer que no todos los niños y niñas tengan las mismas oportunidades. Por eso, la planificación tiene un papel fundamental en lograr ciudades inclusivas a través de actuaciones urbanísticas, programas y la movilización de recursos en favor de la población más vulnerable.
Para garantizar el desarrollo pleno de la infancia y la adolescencia y el cumplimiento de sus derechos, el espacio urbano debe ofrecer algunos elementos clave que lo configuren como un entorno seguro, protector, que responda a sus necesidades y preserve sus derechos. Estos elementos clave se agrupan en las siguientes áreas de intervención:
? Invertir en la planificación y gestión urbana sostenible
Fomentar la participación ciudadana genera sinergias a escala local, así como sentimiento de pertenencia al entorno y construcción de ciudadanía. Además, involucrar a la infancia y adolescencia en el diagnóstico, el diseño, la implementación y la evaluación de los espacios asegura que se tiene en cuenta su punto de vista y necesidades. La ciudad debe verse y planificarse desde la altura de los niños y niñas, desde su perspectiva, teniendo en cuenta cómo interaccionan con el espacio en función de su grado de desarrollo físico e intelectual. Una ciudad vista desde 60 o 90 centímetros no es la misma que una vista desde 1,80 centímetros.
? Movilidad en el espacio público
La planificación urbana actual está basada pensando en el automóvil, que ha tomado demasiado protagonismo y espacio en nuestras ciudades durante el último siglo. Algunas ciudades han empezado a darse cuenta de eso y están empezando a modificarlo, reduciendo límites de velocidad, ampliando aceras, etc., pero todavía es necesario seguir insistiendo y revertir esta situación de forma progresiva, dando prioridad a los desplazamientos a pie y en bicicleta, y ampliando la red de espacios públicos. Durante las fases del desconfinamiento ha sido evidente el creciente protagonismo de peatones y bicicletas como medio de transporte seguro, cómodo y eficiente en ciudades para distancias de menos de 5 kilómetros. Facilitar una movilidad activa, que sea segura y donde los niños y niñas sean protagonistas, requiere un cambio estructural del diseño.
? Espacios verdes
Los espacios verdes juegan un papel fundamental para conseguir ciudades menos contaminadas y que contribuyan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar, con ello, el cambio climático. Tener parques, espacios abiertos o entornos naturales ayudará a que los menores puedan correr, jugar, hacer ejercicio… algo que conlleva beneficios no solo a nivel físico sino también mental, ya que el deporte y el juego ayudan a desarrollar el cerebro y a fomentar la imaginación.
- Entrevista con Alberto Soler, psicólogo: «Muchas veces toleramos actitudes hacia la infancia que no toleraríamos en otros grupos de edad o colectivos«
? Espacios de juego
El juego, la recreación, la actividad física y el deporte constituyen herramientas para que todos los niños participen en actividades grupales desde una temprana edad, socialicen, aprendan, conozcan, intercambien, investiguen, descubran el entorno que les rodea, etc. Así el juego y el deporte son mecanismos para la inclusión que les ayuda a mejorar su salud, a desarrollar sus capacidades físicas y sus competencias sociales, educativas y de liderazgo, y por supuesto a jugar y divertirse.
? Equipamientos colectivos y vivienda
Pensar en los equipamientos colectivos como son los colegios, bibliotecas, ludotecas, centros de salud, etc. para la infancia y la adolescencia es hacerlo teniendo en cuenta que estos deben protegerlos, garantizando la seguridad, la iluminación, la accesibilidad… Asimismo, las viviendas deberán ser asequibles y adecuadas.
La Agenda 2030, con sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), es la hoja de ruta con la que los países y ciudades del mundo que la han adoptado quieren dar una respuesta a estos retos.
El ODS 11, sobre las ciudades y comunidades sostenibles; el cambio climático, recogido en el ODS 13; la salud o la desigualdad son algunos de los objetivos marcados en la agenda 2030. En este sentido, garantizar el bienestar de la infancia es una condición esencial para cumplir la Agenda 2030 y hacer realidad los ODS es una apuesta por un modelo social y político que pone en el centro a niños y niñas, en especial a los más vulnerables.
Basándonos en la campaña “Reimaginar”, seamos capaces de imaginar cómo queremos que sean las ciudades y viviendas, y partamos de estas ideas y elementos para construir un mundo mejor en el que todos los niños, niñas y adolescentes tengan las mismas oportunidades de desarrollarse y participar en la sociedad que se merecen.