Lo que comemos tiene un impacto en el mundo. Optar por más verduras, legumbres y fruta y escoger alimentos ecológicos y de proximidad -producidos cerca de donde son consumidos y con menos abonos químicos artificiales y pesticidas- constituye un modo de protección del planeta. Según los datos de Global Footprint Network, lo que comemos no es sostenible. Con la huella ecológica rozando las 3,7 hectáreas (la superficie que cada español necesita para satisfacer sus consumos y absorber sus residuos), algunos colegios se han puesto manos a la obra. Contamos qué ideas han puesto en marcha las ecoescuelas.
Las llamadas ecoescuelas o colegios amigos del planeta no solo se preocupan de reducir sus emisiones de CO2, recortar su basura o introducir temario transversal de protección del medio ambiente. Cada vez más centros educativos crean comedores ecológicos que sirven frutas y verduras de cultivo ecológico y huyen de los alimentos embolsados. También los menús recortan la proteína animal y priman en el plato de los escolares a los vegetales.
El objetivo de los comedores ecológicos es enseñar a los niños y niñas a comer de forma más saludable y valorar los alimentos frescos, como verduras y frutas, frente a los procesados. Además, potencian el consumo de alimentos de proximidad, es decir, producidos por agricultores locales. Estos alimentos no necesitan usar tanto transporte para llegar a los centros escolares, y así ayudan a reducir las emisiones de CO2.
Según un estudio realizado por la Confederación de Padres y Madres de la Escuela Pública Vasca, si todas las escuelas de la región se cambiaran al modelo de producción ecológica y proximidad, se evitaría una emisión equivalente a que 40.000 coches hicieran el trayecto Bilbao-Tokio.
«Consiste en escoger alimentos biológicos y locales en consenso con las familias y equipos de cocina, sin que varíe el precio de los menús«, señala Luis González, coordinador de los comedores ecológicos de los colegios Fuhem, una red de centros donde sirven frutas y verduras producidas según las pautas de la agricultura ecológica.
Por eso, otro de los requisitos es que estas escuelas tengan cocina propia, para reducir el servicio de cáterin, que implica un mayor transporte y uso de embalajes y plásticos para conservar los alimentos durante el desplazamiento hasta el colegio.
Comer para cuidar el entorno
Para González se trata de promover en los escolares hábitos alimentarios saludables y sostenibles que impliquen un impacto positivo sobre la economía local y el medio ambiente. No obstante, el estudio sobre ‘Alimentos Orgánicos‘ de la Comisión Europea apunta que, desde el punto de vista nutricional, los expertos no han constatado que los productos ecológicos sean superiores a los que no lo son. Eso sí: coinciden en que escoger alimentos biológicos sí reduce el impacto ambiental sobre el entorno y favorece la sostenibilidad de los sistemas productivos de los cultivos, con mayor respecto por el planeta.
Los programas de ecocomedor se completan, por lo general, con talleres en torno a distintos temas relacionados con la producción de los alimentos, la sensibilización por la protección del medio ambiente y la educación en nutrición y hábitos saludables. Así, el trabajo de los comedores se complementa con huertos escolares, concursos gastronómicos o paneles educativos en los comedores.
Cada vez más comedores ecológicos
Los ecocomedores son un proyecto que se extiende tanto en Europa como dentro de la península. Entre los pioneros está la ciudad de Malmö, en Suecia, donde este tipo de iniciativas funcionan desde los años 90. También los colegios de Viena (Austria) trabajan en implantar criterios de compra verde. Y en Roma (Italia), más de la mitad de los menús de los escolares son ecológicos.
Esta experiencia también ha llegado a España. Un ejemplo es el programa Ecocomedores de Canarias, nacido en 2013, que conforma una red de cerca de medio centenar de colegios donde los alimentos son producidos por medios orgánicos. Este programa está dirigido a los alumnos y profesores, pero también a los productores ecológicos. El objetivo, dicen sus responsables, es «mejorar la calidad de la alimentación en los comedores escolares con productos ecológicos frescos, locales y de temporada». Y de paso ayudan al desarrollo de esta actividad agraria de Canarias «que obtienen alimentos sin fertilizantes, pesticidas, aditivos de síntesis o organismos modificados genéticamente».
No son los únicos. Los ecocomedores ya han aparecido en comunidades como Valencia, Cataluña, Andalucía (programa Ecoalimentación: Alimentos Ecológicos para el Consumo Social), País Vasco (Ekolapiko), Navarra, Aragón o Asturias (proyecto Alimentación Saludable y de Producción Ecológica en los Comedores Escolares), donde son impulsados por las instituciones.