La asociación Ecologistas en Acción ha hecho pública una nota en la que solicita la modificación de la actual normativa sobre tenencia de animales peligrosos porque cree que es «muy insuficiente» e «inadecuada». En su opinión, «favorece la tenencia como mascotas de especies exóticas de alta peligrosidad, que pueden escapar o ser liberadas por sus dueños generando alarmas como la producida recientemente en el embalse de Valmayor».
La supuesta presencia de uno o dos cocodrilos en el embalse madrileño es un suceso que cada vez se repite más en nuestro país y en general en los llamados países desarrollados, aseguran los ecologistas. «En la última década, se ha puesto de moda la tenencia en cautividad, como si de mascotas se tratasen, de todo tipo de animales exóticos, muchos de los cuales son potencialmente peligrosos o venenosos, tales como serpientes o tarántulas, que pueden causar fácil y rápidamente la muerte», explica la organización.
Actualmente, en virtud de la Ley 50/1999, cualquier persona puede tener en su hogar animales peligrosos con obtener una licencia administrativa, para lo cual sólo se exige ser mayor de edad, no tener antecedentes penales, tener un certificado de aptitud psicológica y contar con un seguro por daños a terceros. Ecologistas en Acción considera «incomprensible» que se pueda autorizar a un particular la tenencia de estos animales.
La organización conservacionista también llama la atención sobre el peligro de transmisión de enfermedades, en ocasiones mortales, que puede conllevar la tenencia de especies exóticas, como la psicaticosis que causan los loros, o la neumonía asiática, que parece tener procedencia animal. Además, advierte especialmente a los ciudadanos que tengan niños pequeños de que se abstengan de adquirir animales de compañía exóticos y menos aún los pertenecientes a especies consideradas peligrosas.
Para Ecologistas en Acción, las especies que se pueden tener en un hogar deben reunir los siguientes requisitos: no ser peligrosas para las personas, no transmitir enfermedades, que su comercialización no afecte a la conservación de la especie, que sobrelleven su cautividad y, lo más importante, que no tengan capacidad de aclimatarse en el medio natural por las graves pérdidas económicas, amenazas al equilibrio natural o a la seguridad de las personas que esto puede provocar.
