Viviendas que producen su propia energía ecológica e, incluso, generan de sobra para utilizarla en otro momento o distribuirla a la red. Es la propuesta de los edificios de energía positiva, que ya se construyen en países como Francia. Sus inquilinos no renuncian a ninguna comodidad, se olvidan de las facturas energéticas, cada vez más caras, y son más respetuosos con el medio ambiente. Este artículo explica qué son los edificios de energía positiva, sus ventajas y desafíos, además de los principales ejemplos de este tipo de edificación.
Qué son los edificios de energía positiva
Los edificios representan alrededor del 26% del consumo de energía final de EspañaLos edificios de energía positiva producen de promedio anual más energía que la que consumen para su funcionamiento. En ellos, como recuerda Inés Leal, arquitecto y directora de Construible, sus inquilinos pueden desarrollar un uso normal como en cualquier otra vivienda y disfrutar de un confort adecuado.
Según José Luis López y Eduardo Perero, expertos de la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA), los edificios de energía positiva se consiguen con dos principios básicos:
- Aislamiento hasta un nivel técnica y económicamente viable. Se reduce así su demanda energética al máximo. Para ello se pueden utilizar un diseño y construcción bioclimáticos.
- Instalación de sistemas para generar más energía de la que se produce por su consumo. Para ello se incorporan fuentes de energía de origen renovable: solar fotovoltaica, solar térmica, eólica, biomasa, geotérmica, etc.
Por tanto, este tipo de inmuebles son más ambiciosos que los «de consumo de energía casi nula«, un concepto aprobado por la Directiva 31/2010 relativa a la eficiencia energética de los edificios que deberá ser el estándar de construcción a partir de 2021 en Europa. No obstante, países como Francia o Dinamarca quieren ir más allá y promueven certificados muy exigentes, como el Passivhaus o el Minergie, «que permitirán alcanzar el objetivo de los edificios de energía positiva», en opinión de López y Perero.
La energía sobrante, explica Inés Leal, se incorpora por lo general a la red, bien para que la edificación pueda recuperarla cuando tenga una demanda de energía mayor, o bien para otros usos de la ciudad o de otros edificios. Sin embargo, esta posibilidad en España es complicada. Aitor Urresti, ingeniero industrial especializado en energías renovables y profesor de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), señala que «el limbo jurídico y económico de las instalaciones de autoconsumo hace difícil que la gente se anime, máxime con las últimas medidas del Gobierno con retroactividad a las instalaciones renovables». En opinión de Leal, «el modelo actual español resulta incompatible con el objetivo marcado por Europa, y nos queda poco tiempo para actuar».
Edificios de energía positiva: ventajas y desafíos
Las edificaciones de energía positiva reúnen varias ventajas ambientales y económicas, como explica la directora de Construible. Sus usuarios podrán conseguir ahorros de dinero notables, y España podrá disminuir su dependencia energética del extranjero y mejorar así su economía. Al incrementar el uso de energías renovables, se producirán menos emisiones de dióxido de carbono (CO2), uno de los principales gases implicados en el cambio climático, y de paso cumplir los compromisos internacionales en esta materia. El aire de las ciudades será más limpio, y los ciudadanos tendrán una mayor conciencia en el uso de la energía al convertirse en productores.
Los precios de la energía son cada vez mayores y hay que recordar que los edificios son uno de los principales consumidores de este recurso básico: en la actualidad representan en Europa alrededor del 40% del consumo de energía final del país (el 26% en el caso de España), según datos de la ACA.
En cuanto a los principales desafíos de estos inmuebles, los expertos consultados citan los siguientes:
- Políticos y normativos. Como país, según Leal, nos encontramos ante el dilema de elegir entre un cambio de modelo energético donde el ciudadano, el consumidor, genera la energía, frente al modelo actual controlado por las grandes compañías. No obstante, esta experta destaca como positiva la reciente aprobación del nuevo Código Técnico de la Edificación (CTE), que obligará a los nuevos proyectos a que sean más sostenibles. En cualquier caso, hace falta un marco político y normativo más ambicioso que apueste por estos edificios y las inversiones necesarias, según López y Perero.
- Tecnológicos y formativos. Estos edificios necesitan el avance y apoyo de I+D, de forma que se adapte a los distintos medios urbanos y condiciones, y que se reduzcan costes para que los ahorros de consumos generados amorticen la inversión en tiempos razonables, aseguran los expertos de la ACA. Además, se tiene que impulsar la formación cualificada entre los instaladores y trabajadores del sector.
Principales edificios de energía positiva
La mayoría de ejemplos existentes a nivel mundial corresponden a sedes de grandes compañías o edificios de uso terciario, indica Inés Leal. Por su parte, los expertos de la ACA destacan a Francia como uno de los países con más actividad en torno a los edificaciones de energía positiva, sin olvidar las iniciativas de países como Canadá o Abu Dabi. En el país vecino se ha generado una Plataforma nacional de coordinación y desarrollo de la investigación sobre la energía en edificios (Prebat), y ya hay varios ejemplos destacables, como el primer inmueble de energía positiva de Francia, en el ecobarrio «Lyon Confluence», la construcción «De Bonne Energie», en Grenoble, la torre Elithis en Dijon o la sede de la empresa TIGF en Cugnaux (Alto Garona).
En España, diversos edificios podrían calificarse como de energía positiva, o al menos se encuentran cerca de conseguirlo. Son las iniciativas que han asumido estándares de construcción sostenible como Passivhaus, LEED o BREEAM.