Comprar más comida de la que puedes consumir o dejar que se estropee supone tirar toneladas de alimentos. En concreto, el despilfarro alimentario es de 25 kilos por persona y año en España, según fuentes del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA). Pero, además, otras actitudes como limpiar la casa con un número excesivos de productos químicos ensucia las aguas, y comprar un pantalón de más en las rebajas también tiene sus efectos: su fabricación conlleva un gasto enorme de agua, sin olvidar la que se contamina por tintes y emisión de gases. Son solo tres actitudes, pero muy representativas, que hacemos continuamente y que, según los expertos, debemos limitar si queremos ser consumidores responsables. Más aún si pretendemos que nuestros hijos aprendan a serlo. En este artículo explicamos los peligros de tirar comida, qué es el consumo responsable, y ofrecemos consejos para educar a los niños en hábitos sostenibles.
Stop al despilfarro: apuesta por un consumo sostenible
En 2019 España desperdició 1.352 millones de kilos de comida y bebida, según el Panel de Cuantificación del desperdicio alimentario en hogares de España del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Este despilfarro alimentario de los hogares tiene importantes consecuencias, y no solo para el bolsillo del consumidor. Es importante ser conscientes, como señala la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en la celebración del Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, de que cuando se pierden o se desperdician los alimentos, «se desperdician todos los recursos utilizados para producirlos, incluidos el agua, la tierra, la energía, la mano de obra y el capital».
Los tentáculos del despilfarro alimentario llegan, además, hasta el medio ambiente y contribuyen a su degradación. Por ejemplo, toda la comida que se desperdicia a nivel mundial «constituye el tercer emisor de CO2 más grande del planeta», según fuentes de la organización pro desarrollo sostenible Ecodes.
Si al hábito de tirar comida unimos otras prácticas consumistas, basadas en comprar y tirar sin criterio, tenemos como resultado el agotamiento de los recursos y una enorme huella ecológica. Por ello, sería conveniente imponernos un consumo responsable. ¿Qué es? Es una actitud. Implica hacer «un consumo consciente y crítico, tanto a la hora de comprar un producto o contratar un servicio, como en el uso eficiente de los recursos», señalan desde la Dirección General de Consumo de la Junta de Andalucía. Eres un consumidor responsable si, además de conocer tus derechos, al adquirir productos o servicios te guías por criterios sociales y medioambientales. Haciéndolo así podrás contribuir a «mejorar la calidad de vida de quienes habitan este planeta y garantizar el menor impacto posible sobre el medio», comentan las mismas fuentes.
Pero no basta con seguir estos hábitos de consumo. Es esencial ir más allá y educar a los niños para que este sea su modelo, tanto en la familia como en el colegio o por parte de las instituciones.
Consejos para no desperdiciar y educar en consumo responsable
El consumo responsable se resume en enseñar dos máximas a los pequeños: «consumir y tirar menos, y de un modo más sostenible«. Pero hay muchos más consejos que puedes poner en práctica:
👉1. Enseña a no tirar comida
En 2019, ocho de cada diez hogares españoles tiraron productos tal y como los compraron, sin haber llegado a utilizarlos, según datos del MAPA. Si queremos evitar el despilfarro alimentario es importante enseñar a los pequeños a comer todo lo que se compra o se ponen en el plato. En el intento pueden ayudar iniciativas como el movimiento «comida fea» que promueve no tirar comida por su aspecto. Y no solo se tira en casa, sino que el 20 % de los productos se desechan en las granjas por cuestiones estéticas. Debemos enseñar a nuestros hijos a comprar y comer «fruta o verdura fea» y aprovechar estos alimentos que poseen todas las garantías y propiedades.
También puedes registrarte en aplicaciones que persiguen evitar tirar comida. Cada vez hay más establecimientos que se adhieren a iniciativas como las de las apps Too Good To Go o Ni las Migas, entre otras. Son aplicaciones que permiten a los restaurantes o negocios dar salida a sus excedentes de comida, que de otro modo acabarían en la basura. Estos alimentos están disponibles para los usuarios registrados en la correspondiente app a un precio más barato y en perfectas condiciones para el consumo.
👉 2. Cocina con ellos recetas con sobras
A los niños les encanta cocinar junto a sus padres. Puedes aprovechar esta disposición y realizar juntos recetas con sobras, como las que puedes encontrar aquí o aquí. ¿Aún te quedan restos? ¡No los tires! Lo que no se pueda aprovechar para comer, se puede reutilizar para compostaje, un sistema que transforma la basura orgánica en un fertilizante ecológico idóneo para huertos y jardines.
👉 3. Da ejemplo
El ejemplo es la mejor escuela, pues los adultos (padres, profesores…) «somos el principal modelo en el que se fijan los más pequeños a la hora de adquirir pautas y hábitos de conducta», apuntan desde la dirección andaluza de Consumo.
Coincide con esta opinión Nuria Millán, responsable del programa «Salud Ambiental en la Escuela», de la Fundación Vivo Sano: «Para un niño, lo que ve en su casa en su día a día deja mucho más impacto que una teoría que luego no se lleva a cabo». Por ello es indispensable que seamos conscientes de este aspecto y asumamos con responsabilidad nuestro papel como referentes para la población infantil.
Imagen: _Alicja_-
👉 4. Edúcales jugando
Apunta a tus hijos a talleres o a actividades en ludotecas donde se realicen juegos sobre consumo… o foméntalos tú mismo en casa: jugar a los comercios, hacer juguetes con materiales reciclados, etc.
Enseñar a los niños no es difícil, incluso aunque sean muy pequeños. Nuria Millán trabaja en ello a diario a través de talleres impartidos en aulas de Primaria, Secundaria y Bachillerato. Para que el mensaje llegue, la experta recomienda «adaptar el lenguaje a los niños y poner ejemplos fáciles y cercanos«. De hecho, en sus talleres a los más pequeños explican que «el lápiz que tienen en el estuche está hecho con madera que sale del árbol y la mina, con grafito que sale de la mina. Si cuidan y no pierden el lápiz, tardarán más en comprar uno nuevo, con lo que no hará falta talar más árboles de los necesarios».
Otra iniciativa es el concurso escolar Consumópolis, que organiza el Gobierno de España en colaboración con diferentes comunidades autónomas. Es una iniciativa «perfecta para impulsar, a través del juego, el desarrollo de hábitos de consumo responsable entre la población escolar», explican desde la Junta de Andalucía. Los chicos deben superar distintas pruebas y etapas, «algo que hace que aprendan casi sin darse cuenta y de forma natural a practicar un consumo responsable en su día a día». Este tipo de iniciativas lúdicas son una excelente forma de que los contenidos sean interiorizados.
👉 5. Enseña a consumir menos
Puedes educar a tu hijo al hacer la compra haciendo que se cuestione «qué es prescindible y qué no», indican desde Consumo de Andalucía. Para ello es una buena idea planificar la compra: hacer una lista, hacer una compra en función del menú semanal…
Además, Millán considera que hay que «ser críticos e intentar llegar al fondo de las cuestiones». Así, debemos explicar a los niños que es crucial consumir menos, porque el reciclaje no es la solución a las toneladas de residuos que generamos. «Lejos de lo que pensamos, una buena parte de ellos ni se reutilizan ni se transforman. Si queremos limpiar hay que reducir, no hay otra», asegura la experta.
👉 6. Compra productos sostenibles
Hay que educar para consumir de manera sostenible. Al hacer la compra enseña a tus pequeños a elegir los productos por su precio y su calidad, pero también porque sean respetuosos con el medio ambiente. ¿Cómo? Algunos ejemplos:
- Adquirir artículos con envases ligeros (no sobreenvasados).
- Apostar por los productos a granel.
- Sustituir las bolsas de plástico de un solo uso por bolsas reutilizables, cestas, capazos…
- Usar carro para hacer la compra para no emplear bolsas para el transporte.
- Evitar beber agua embotellada en plástico; solo en vidrio u otro tipo de envase. Lo más conveniente es beber agua del grifo en lugar de adquirir agua embotellada.
Háblales del impacto ecológico, aunque sean pequeños. Los niños piden continuamente y los padres recurrimos a diferentes fórmulas para decirles «no»: hay que esperar al cumpleaños, si sacas buenas notas te lo compro, ya tienes muchos juguetes… A esa colección de discursos, «hay que añadir el medioambiental: no, porque no lo necesitas y su fabricación contamina muchísimo», sostiene Millán.
Imagen: Danjocross
7. Haz protagonista al niño
A los pequeños les encanta ayudar y colaborar. Y realmente contribuyen a transformar las costumbres familiares, pues, en muchas ocasiones, «son ellos, a partir del trabajo llevado a cabo en la escuela, los que llevan nuevos hábitos a sus hogares», reconocen desde la Junta de Andalucía.
¿Cómo hacerles protagonistas? Pregunta, deja que te enseñen y expliquen cómo creen ellos que se debe consumir. «Hay que estar abiertos a los cambios que los hijos traigan a las familias, apoyarlos y acompañarlos en sus decisiones responsables», agregan.
8. Enseña el poder de los gestos sencillos
Padres, profesores e instituciones no se cansan de repetirlo: apagar las luces, cerrar los grifos para ahorrar agua, bajar la calefacción… Debes incidir en ello y explicar a los niños «cómo el hecho de ahorrar electricidad, calefacción, agua o combustible hace que mejore la calidad de vida de la colectividad», recuerdan desde Consumo andaluz.
9. Enséñales la importancia de esperar
«Lo quiero y lo tengo» es la peor enseñanza posible para tus hijos, pues fomenta el consumo por el consumo, sin pensar ni planificar. Y, casi siempre, sin tener en cuenta las necesidades económicas reales, lo que añade un problema más.
Por eso, resulta esencial explicar a un niño que, antes de comprar algo que le guste, «debe dejar pasar un tiempo para saber si de verdad lo quiere o es un capricho pasajero«, sugieren. Asimismo, aunque lo haya decidido, tienes que enseñarle a esperar para conseguirlo: ahorrar la paga, analizar si se adecua a las pautas de consumo recomendadas, etc.
10. Consume más solidario
Al adquirir un producto debes mostrar a los pequeños la importancia de adquirir productos solidarios. ¿Por qué? Estos artículos son elaborados por empresas que cumplen con los derechos humanos y la justicia social.
¿Qué sucederá si no cambiamos de hábitos? Nuria Millán, desde la Fundación Vivo Sano, señala que “ya estamos sufriendo las consecuencias”. Si continuamos comprando en exceso y sin fijarnos en su procedencia, “sin duda agravará el problema que ya tenemos a nivel climático y de contaminación”.
Las principales consecuencias, cuyos efectos a largo plazo pueden ser impredecibles, son dos:- Agotamiento de recursos: los recursos del planeta son limitados, lo que, unido al crecimiento continuo de la población, hace que sea cada vez más necesario y urgente acudir a un modelo económico basado en el consumo responsable y sostenible, en la utilización racional de los recursos naturales y una menor generación de residuos.
- Huella ecológica: todo producto o servicio tiene una huella ecológica, ética, económica, social y laboral en el mundo. Debes conocer qué consumes y cómo se ha fabricado, distribuido, comercializado y reciclado, para poder apostar por un comercio justo, ecológico y socialmente responsable.