La eficiencia energética permite consumir menos energía y así contaminar menos y ahorrar dinero. La importancia de este concepto (tiene incluso hasta su propio Día Mundial) es por ello cada vez mayor. Pero los ciudadanos pueden mejorar su eficiencia energética con diversas medidas a su alcance. Este artículo señala qué es y cómo nos ayuda la eficiencia energética y varias claves para aumentarla.
Eficiencia energética, qué es y cómo nos ayuda
El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) explica que gracias a la eficiencia energética se consume menor cantidad de recursos y de dinero, se mantiene o incluso se mejora la calidad de vida, se contamina menos, se prolonga la vida de los recursos utilizados y se disminuyen los conflictos sociales.
La eficiencia energética puede ahorrar entre un 20% y un 50% del consumoAntonio López-Nava, gerente de la Asociación de Empresas de Eficiencia Energética (A3e), aclara que «hay cierta confusión con el término, que en ocasiones se liga de manera equivocada a las energías renovables. La eficiencia energética tiene que ver con el ahorro de la energía, con su consumo racional. Hay un gran potencial sin alterar el nivel de bienestar. En ocasiones, este ahorro, entre un 20% y un 50% del consumo, se puede conseguir con la inversión de pequeñas cantidades de dinero».
La A3e ha publicado un informe, «Consumos, medidas y potenciales ahorros en edificios«, en el que muestra las ventajas y costes de mejorar la eficiencia energética en distintos tipos de edificios comunes (hospitales, oficinas, viviendas, universidades, etc.). Por ejemplo, una casa de unos 100 m2 en la zona atlántica tiene una factura de energía media de 1.527 euros anuales. Si se introducen mejoras en el aislamiento del piso, se puede lograr un ahorro anual de entre 455 y 578 euros. Para ello hay que hacer unas reformas cuya inversión se recupera, si se cuenta con ayudas, en un periodo de entre 6,5 y 7,2 años.
Claves para aumentar la eficiencia energética
Los ciudadanos tienen varias formas de aumentar la eficiencia energética:
Consumir productos con una alta eficiencia energética. Los electrodomésticos comercializados en la Unión Europea (UE), como neveras, lavadoras, lavavajillas o aspiradores, deben llevar una etiqueta que certifica su eficiencia energética. En ella se muestra una escala de siete colores y letras, de la A y el verde (más eficiente) a la G y el rojo (más derrochador), más tres niveles adicionales de máxima eficiencia (A+, A++ y A+++).
El inconveniente de los electrodomésticos eficientes es que son más caros, pero se amortizan en poco tiempo. Un frigorífico (el electrodoméstico que más energía consume en los hogares, con más del 30%) modelo A+++ puede consumir un 80% menos que uno de clase D. Durante su vida útil, un frigorífico A+++ emitirá una tonelada y media menos de dióxido de carbono (CO2), uno de los principales gases relacionados con el cambio climático, y ahorrará más de 1.000 euros que uno de clase D. Para que resulten más económicos, es recomendable comparar precios y marcas, esperar a las rebajas y a los «Planes Renove«. Además, conviene elegir el que mejor se ajuste a las necesidades del usuario.
Las ventajas de conocer y utilizar los productos más eficientes ha llevado a utilizar dicha etiqueta en otros bienes de consumo, como las bombillas, los neumáticos o los edificios.
Colocar bombillas de bajo consumo. Otro de los grandes gastos energéticos domésticos corresponde a la iluminación (un 20%). Sustituir cinco luces incandescentes por otras de bajo consumo puede evitar al año hasta 60 euros y las emisiones de 340 kilos de CO2. Aunque son más caras, su larga vida útil y su menor gasto las hace mucho más económicas y ecológicas a largo plazo. En la actualidad, hay muchas variedades de precios y modelos. Mención especial merece las que son de tecnología LED: no contienen mercurio ni plomo, pueden durar muchos años y su consumo es muy bajo.
Apagar los «vampiros eléctricos«. Los aparatos que gastan energía las 24 horas del día aunque estén apagados son otro enemigo de la eficiencia. Apagar el «stand by» de los electrodomésticos puede ahorrar unos 50 euros anuales. Para facilitar el apagado de múltiples aparatos es muy útil una regleta.
Mejorar el aislamiento de la vivienda. Acomodarse al calor y al frío durante las diversas estaciones del año puede suponer un importante gasto. Cada grado que se sube el aire acondicionado se consume un 7% más de energía. Un buen aislamiento térmico en paredes y techos, o ventanas de doble acristalamiento, puede reducir el gasto energético en un 30%. Varias instituciones ofrecen ayudas para ello.
Utilizar calderas eficientes. Las calderas para calentar el agua o como sistema de calefacción son otro importante consumo energético. Los planes renove de estas instalaciones son una buena ocasión para cambiarse hacia modelos más eficientes.
Poner sistemas de control energético. Instalaciones domóticas, termostatos, contadores inteligentes, interruptores con detector de presencia o regulación de la intensidad son algunas opciones que también permiten ahorrar energía.
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