Un estudio realizado por científicos británicos mantiene que uno de los efectos del cambio climático, el hecho de que las estaciones de primavera y verano sean cada vez más tempranas, puede perturbar el delicado equilibrio de la naturaleza. «La reproducción de los animales, incluidas las aves, coincide con los períodos en los que hay abundancia de alimentos, y si eso cambia, no habrá suficiente comida disponible, lo que tendrá consecuencias negativas para las crías», afirma el biólogo Stephen Thackerey, del Centro de Ecología e Hidrología de Lancaster.
Bajo la dirección de Thackerey, este equipo de investigación analizó 25.000 datos de tendencias primaverales de 726 especies de plantas, animales, plancton, insectos, anfibios, aves y peces en distintos hábitats para detectar eventuales cambios en fenómenos como el desove, los primeros vuelos o la floración. Más del 80% de las tendencias observadas entre 1976 y 2005 apuntan a un adelantamiento de esos ciclos de 11 días en el periodo estudiado, cambio que se ha acelerado en el último periodo, según el estudio, publicado en «Global Change Biology».
Los organismos situados en la base de la cadena alimentaria, como las plantas y los animales que se alimentan de ellas, experimentan los cambios más rápidos, mientras que los más lentos aparecen en los predadores. Esa diferencia entre unos y otros podría crear problemas ya que por lo general el ciclo reproductor coincide con la época del año en la que aumentan los alimentos disponibles para las crías. La cuestión clave es si los animales que ocupan una posición más alta en la cadena alimentaria van a poder adaptarse a los cambios más rápidos que se producen en las plantas y los otros animales que les sirven de alimento.