El águila imperial y el lince ibérico tienen su origen en las grandes estepas europeas, según una investigación del CSIC

Ambas especies llegaron a la Península en busca de alimento, empujadas por los hielos del Cuaternario
Por EROSKI Consumer 15 de junio de 2004

El águila imperial y el lince ibérico, dos de las especies más amenazadas de la fauna ibérica y consideradas tradicionalmente originarias del bosque mediterráneo, aparecieron realmente en la Península hace «sólo» un millón de años. Esta es la principal conclusión de una investigación llevada a cabo por los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Miguel Ferrer y Juan José Negro. Según este trabajo, ambas especies huyeron de las estepas europeas hacia el Sur en busca de alimento, empujadas por los hielos del Cuaternario. Estos expertos prueban que su llegada a la Península coincidió en el tiempo con la entrada de los primeros pobladores humanos.

El estudio del CSIC revela que tanto el águila imperial como el lince ibérico son especies propias de las grandes estepas europeas que pudieron sobrevivir a la trampa de la glaciación gracias a su encuentro con el conejo ibérico. «El conejo las salvó de la extinción y se convirtió en la base de su alimentación, lo que las convirtió en prisioneras de la Península», afirman los investigadores, que comprobaron la existencia de especies gemelas en el continente eurasiático, el lince boreal (Lynx lynx) y el águila imperial europea (Aquila heliaca), respectivamente. Por lo tanto, concluyen que el lince ibérico y el águila imperial descienden de especies típicas de las estepas, adaptadas a cazar en espacios abiertos y especializadas en mamíferos terrestres de pequeño y mediano tamaño.

Cambios climáticos

Mediante técnicas de análisis de ADN mitocondrial, Ferrer y Negro han logrado datar con bastante precisión la separación de los dos pares de especies en torno al millón de años, en el Pleistoceno temprano, a comienzos del Cuaternario. Esta época de la Tierra se caracterizó por cambios climáticos sin precedentes, alternándose etapas de intensas glaciaciones con periodos interglaciares de carácter más cálido, como el actual.

En estas condiciones, el estudio indica que el águila de estepa siguió los desplazamientos de sus presas habituales cuando huyeron del avance de los hielos. La fracción que emigró hacia Oriente Medio y el sur de Asia no debió encontrar grandes problemas para esperar el retroceso de la glaciación en compañía de sus presas. Sin embargo, los ejemplares que emigraron al actual territorio de España, Italia y Grecia se extinguieron pronto al no encontrar suficiente comida. La excepción a esta situación se vivió en la Península Ibérica, donde linces y águilas hallaron en el conejo ibérico una abundante fuente de alimentación.

El fósil más antiguo de conejo encontrado hasta el momento apareció en Granada, un pequeño fragmento con una antigüedad de 2,5 millones de años. Este descubrimiento demuestra, a juicio de los científicos del CSIC, que el conejo ya existía, probablemente en abundancia, antes de la llegada de los mamíferos esteparios, presas habituales del águila.

Al retroceder los hielos, el águila de estepa quedó atrapada en Iberia como consecuencia de la ausencia de sus presas naturales en una extensión de unos 4.000 kilómetros, hasta las llanuras del este de Hungría, límite natural de la distribución de las ardillas terrestres. Esta carencia de alimento, unida a la existencia de una presa abundante como el conejo ibérico, parece ser la causa de su confinamiento en la Península.

El origen del lince ibérico, por su parte, debió ser el mismo que el del águila, según los investigadores del CSIC, con la diferencia de que este felino perseguía otra especie de presas, como la liebre.

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